COLUMNA


NEXOS   CON   LA   VERDAD

                                                                                                                               
                                                                                                                                

 Con respeto y admiración todos los trabajadores –obreros
 y baja burocracia – petroleros del país activos y jubilados                                                                                                                        

Edgar A. Mendoza Alafita
                                                                                                                                                                         Xalapa-Equez., Ver.; marzo 18 de 2013
                                                                                                                                             
                                        
Cárdenas y la contrarrevolución del siglo XXI

          Hoy se conmemora un aniversario más de lo que fue uno de los hechos de mayor trascendencia en nuestra historia patria, hecho que apuntaló nuestra independencia y nuestra identidad en la época post-revolucionaria.

          En la expropiación de las empresas petroleras, ocurrida como culminación de un dramático proceso de lucha sindical, estuvo involucrado mucho más que la justicia regateada por aquellas a los trabajadores petroleros. Se trató de una respuesta sin titubeos a un reto contra nuestra soberanía, nuestra independencia y nuestra libertad, se trató de una decisión no solo de congruencia revolucionaria y de patriotismo, sino también de funcionalidad económica y de defensa del poder público contra pretensiones no encubiertas de subordinarlo a las empresas particulares.

          Omitir la expropiación por un endeble arreglo que hubiera vulnerado los derechos de los trabajadores y que hubiera entrañado una indigna rendición de nuestra soberanía, hubiera posibilitado también –en palabras del propio Presidente General Lázaro Cárdenas del Río- “…la realización de las aspiraciones que conocidamente abrigan los fuertes intereses capitalistas para constituir una entidad superior al gobierno mismo”.

          En diversas épocas, las empresas petroleras habían asumido actitudes de hostilidad frente al Estado. Esgrimiendo la amenaza constante de la intervención extranjera, para conjurar todo lo que estimaron contrario a sus intereses. Patrocinaron levantamientos armados y, durante el mismo régimen cardenista, adquirieron aviones de combate para apoyar la revuelta Cedillista. Por la intimidación y el terror se opusieron siempre a la organización sindical de los petroleros y atropellaron los derechos de los obreros, que vieron aniquilarse sus energías por los bajos salarios y por las condiciones insalubres de trabajo.

          A causa del malestar económico agravado por la opresión, más de dieciocho mil trabajadores de la industria petrolera se reunieron el 3 de noviembre de 1936 en la Primera Gran Convención Extraordinaria de su Sindicato y fijaron los puntos sobresalientes de un Contrato Colectivo acorde con la justicia, que sustituyese a los diversos contratos vigentes con cada una de las diecisiete empresas extranjeras.

          Ante la empecinada negativa de las empresas de abandonar, al menos en parte, sus antiguos privilegios, los trabajadores tuvieron que emprender una larga lucha sindical que culminó con la huelga general; con un laudo favorable de la Junta de Conciliación y Arbitraje, y por último, con la sentencia unánime de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que negó amparo a las empresas contra las decisiones de la Junta. Emplazadas a cumplimentar en 24 horas el derecho irrebatible de los trabajadores plasmado en la Carta Magna de 1917, las empresas se declararon en rebeldía contra el fallo de la Corte; el contraargumento de las compañías petroleras inglesas, estadounidenses y holandesas, era que cuando ellas invirtieron el marco constitucional vigente era la reforma de Manuel González (1883), que a modo angloestadounidense convertía al individuo o corporación en legítimo dueño del subsuelo y de las riquezas que se pudieran encontrar; y con extrema arrogancia e insolencia, afirmaron dejar al gobierno mexicano la responsabilidad del siguiente paso.

          El General Cárdenas lo dio, categóricamente, el 18 de marzo de 1938.

          Entre varias sobrias referencias a la solución que galvanizó el entusiasmo del país, el Presidente Cárdenas escribió en su diario: “Ayer se decretó la expropiación de las instalaciones industriales de las empresas petroleras que operan en el país… Con voluntad y un poco de sacrificio del pueblo para resistir los ataques de los intereses afectados, México logrará salir airoso… Hoy podrá la nación fincar buena parte de su crédito en la industria del petróleo y desarrollar con amplitud su economía”.

          Cinco días después, más de doscientas mil personas se congregaron frente a Palacio Nacional y dieron una trepidante muestra de confianza y de apoyo al régimen cardenista. En el Palacio de Bellas Artes (recién concluido) se improvisaron donativos populares, que se entregaron por millares, para la causa renovada de la liberación.

          México vivió uno de los momentos estelares de su convulso ascenso a la genuina independencia. El de la unidad prodigiosa y activa de todo su pueblo. Una de las cumbres más altas –junto con la entrada de Madero a la ciudad de México y la promulgación de la Carta Magna de 1917- de la Revolución Mexicana.

          Pasaron cuatro décadas, PEMEX se convirtió en una gran compañía petrolera, produjo su propia tecnología y como resultado de su producción petrolera ingresaron al erario federal miles y miles de millones de pesos. La realidad es una auténtica dependencia de tales ingresos millonarios, tan sólo en 1976 PEMEX pagó impuestos al Fisco Federal por más de 10 mil millones de pesos. Sin embargo, desde el boom petrolero de los setentas-ochentas hasta la actualidad, tirios y troyanos han trabajado afanosamente para embolsarse dinero petrolero, han trabajado para convertir en “un error económico” a PEMEX, “error” que no existe pues éste es fabricado por aquellos funcionarios –desde los de más alto nivel hasta los de medio pelo- que hacen negocios, desde con el precio de un escritorio, hasta con los grandes y millonarios contratos de remediaciones, mantenimiento de ductos y otras instalaciones, licitaciones amañadas o declaradas desiertas para luego “carrancearce” el billete; así como con la compra-venta o renta de buques-tanque, siendo que en 1985, en los astilleros de San Juan de Ulúa, en el Puerto de Veracruz,  se construyó el primer Buque-Tanque de PEMEX. O sea, que si hay capacidad. Sin contar los robos de gas, diesel y gasolinas por medio de “chupaductos”  los cuales no sólo son regenteados por el crimen organizado sino también, por funcionarios de alto nivel de PEMEX y, empresarios ligados al PAN y al PRI esos que se pintan solos para evadir al fisco. Ya que en nuestro país existen tres tipos de delincuencia: La común, la organizada y la gubernamental, y en éstas dos últimas se encuentran localizados los delincuentes de cuello blanco.

          Y para cerrar con broche de oro, los miembros de la clase política neoliberal que nos gobierna desde hace unos 34 años; tecnócratas y neoliberales que fueron, subrepticiamente, escalando puestos políticos y de función pública. Individuos formados en universidades extranjeras, preparados para ser los Caballos de Troya de modelos socioeconómicos ajenos a la idiosincrasia de nuestro país; quieren echar al cesto de la basura los logros revolucionarios de un pueblo cohesionado por su conciencia social forjada en la época post-revolucionaria de la década de los años treinta. Pues en 1981, el dueto Salinas-De la Madrid pactó con el viejo petrolero George Bush.

          Se había instalado la “Nomenklatura” del neoliberalismo.

          Como dijo Carlos Monsivais: “De 1934 a 1982 el PRI sirvió y se sirvió. De 1983 a la fecha, el PRI se ha servido pero no ha servido”. Y el PAN ni se diga, ya que desde fines de la década de los años treinta, las derechas –encabezadas por el Sinarquismo- arremetieron todas las angustias, frustraciones y resentimientos reaccionarios que guardaban estos escolásticos, desde las caídas del primero y segundo imperio, contra el régimen cardenista. Es por eso que en 1939 se funda el Partido Acción Nacional, pues uno de sus tantos propósitos fue contrarrestar el populismo revolucionario que el General Cárdenas había despertado en los mexicanos. Y los de las “izquierdas”?, bien, gracias; no han sabido actuar como tal, demostrando que no son dignos de decirse defensores de las mayorías, pues mientras los grupos privilegiados presionan para que todo siga igual, los “izquierdistas” se desgarran las vestiduras (pero entre ellos), pues viven un drama de desunión, frustraciones reiteradas y desarraigo político en las masas con sus oportunismos erráticos, como por ejemplo, ser comparsas en firmas de “pactos”, esas barrabasadas que de facto intentan desplazar al único Pacto que debe unir a los mexicanos: La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Pero no, prefieren irse por el lado de las dádivas que el gobierno y los poderes fáticos les pasan por enfrente para que las olfateen. Como decía un compadre: “Son comunistas pero les gusta el billete”.

          Y nosotros los “proles”?, pues como el chinito: Nomás “milando”. Pobre México.  

          El 6 de diciembre de 1933 en la segunda Convención Nacional del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en Querétaro, al tomar protesta como candidato a la Presidencia de la República, en la última parte de su discurso el General Lázaro Cárdenas dijo: “…Fundamentalmente, considero que los fracasos de los pueblos en sus luchas, así sean evolucionistas o revolucionarias, pero con una meta claramente definida, no dependen de una falta de expresión más o menos brillante de sus doctrinas, sino que contribuyen en grande escala a estos fracasos la torpeza o mala fe de los hombres que trataren de llevarlas a cabo. Es por eso que los yerros de una institución, cuando son hijos de los hombres, pueden ser corregidos con el sano impulso de los miembros que se renuevan”.

          ¡Cuánta razón tienen las palabras del General Lázaro Cárdenas del Río!

          El pueblo de México tiene la última palabra, pues estas aseveraciones del General, están vigentes.

          ¡NO A LA PRIVATIZACIÓN DE PEMEX! 












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