Cae el prófugo, surge la leyenda
Alma Grande
Especial
Por Ángel Álvaro Peña
Enrique
Ochoa Reza, líder nacional del PRI, confirmó, hace unas horas, que su partido
va perdiendo en la intención del voto en el estado de México.
La
reacción ante la detención del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte de
Ochoa, fue de un novato de la política, pero de un profesional del oportunismo.
La
saña que mostró contra Javier Duarte en su mensaje a la opinión pública nunca
la exhibió contra Tomás Yarrington, ni vociferó contra César Duarte, prófugo de
la justicia, ni contra Rodrigo medina, y menos aún contra Roberto Borge Angulo.
Es
propio de la política sucia hacer leña del árbol caído y más aún en vísperas de
elecciones. Y en esta ocasión lo demuestra el hecho de que sea el líder
nacional de un partido político el primero en hacer énfasis en que el detenido
en Guatemala, era ex priista. Así, señala: “El PRI exige que se realicen todas
las indagatorias correspondientes y respetando el debido proceso, se sancione
ejemplarmente al ex gobernador de Veracruz, así como a quienes se compruebe que
hayan formado parte de su red delictiva”.
Es
decir, los cómplices de Javier Duarte, que el propio PRI palomeó a la hora de
convertirlos primero en candidatos y luego en legisladores federales y locales,
para que garantizaran la impunidad a través del fuero que les otorga una
diputación federal como sucede con uno de los más cercanos colaborares del ex
gobernador, Alberto Silva Ramos, quien no ha dejado de operar en favor de su
jefe a través de las redes de connivencia creadas a partir del saqueo al estado
de Veracruz.
Pero
como Silva Ramos, que debería acompañar a su jefe al reclusorio, están otros
que sirvieron al ahora detenido en el municipio de Panajachel,
departamento de Sololá, en Guatemala,
Moisés
Mansur Cysneiros, Vicente Benítez González, Gabriel Deantes Ramos, primo de
Alberto Silva, entre otros muchos, fueron sus cómplices en la tarea de saquear
los recursos del Estado de Veracruz.
Todos
priistas.
Nunca
se había preocupado el PRI y menos aún su líder nacional por las cantidades
extraídas por los políticos mexicanos, en su gran mayoría priistas, acusados de
malversar fondos, pero en esta ocasión y frente a las elecciones del Estado de
México señaló: “… exigimos de las autoridades federales correspondientes
que se recupere el dinero y los bienes producto de actividades ilícitas, y se
reintegren en su totalidad al pueblo de Veracruz”.
Enrique
Ochoa Reza no desperdició la oportunidad para mencionar que “El ex gobernador
de Veracruz, Javier Duarte, fue suspendido del PRI el 26 de septiembre de 2016
y a solicitud de la dirigencia nacional de este instituto político, la Comisión
Nacional de Justicia Partidaria lo expulsó del PRI el 25 de octubre de 2016. El
PRI refrenda su compromiso con el Estado de Derecho, la transparencia y la
rendición de cuentas, y reafirma el combate frontal a la corrupción y la
impunidad.
Enrique
Ochoa Reza sabe que Javier Duarte no es el único ex gobernador acusado de actos
de corrupción, sin embargo, el hecho de la detención le permite a Ochoa Reza
ocupar un lugar en el espacio noticioso a nivel planetario que debería ser
considerado como un acto de campaña a su candidato más castigado por las
encuestas que es Alfredo del Mazo, quien está colocado por la intención
del voto en tercer lugar en esa entidad.
Javier
Duarte de Ochoa aparece como el posible gran salvador del partido que utilizó
para apoderarse de una gran fortuna, perteneciente a maestros, jubilados,
universitarios, comerciantes, hoteleros, restauranteros, etc.
Javier
Duarte es el retrato del exceso y es, en sí mismo, un exceso personificado. Hay
quienes aseguran que estaba localizado por las autoridades mexicanas desde hace
varios meses porque no acababa de llegar a territorio guatemalteco, sino que
por lo menos llevaba un mes en el país vecino.
Hubo
personas que señalaban las coordenadas donde se encontraba Javier Duarte, pero
nunca se le buscó donde algunos testigos señalaban. Pero ante lo que podía
convertirse en la peor derrota electoral del PRI en su historia, debieron echar
mano del ex gobernador y sacrificarlo, en nombre de la preservación del PRI en
el Estado de México.
La
noticia de la captura del ex gobernador de Veracruz fue tan difundida que
puede convertirse en spot de publicidad a favor del PRI; luego de que en
territorio veracruzano serán renovadas las 212 presidencias municipales.
En
Veracruz seguramente cambiará la tendencia del voto luego de la captura de
Duarte, pero esto no garantiza que el PRI gane, hay muchos mexicanos, sobre
todo veracruzanos que en la inmediatez de la respuesta del líder nacional de
este partido se dieron cuenta de la necesidad de aprehender a Duarte, más como
un as en la manga que como un acto de justicia.
La
detención de Duarte de Ochoa es un factor que influirá en los más ingenuos para
pensar como dijo el presidente del CEN del PRI, que la detención del
veracruzano era una prueba de que el su partido está cambiando.
A
juzgar por el trabajo de Ochoa Reza, el PRI no cambia, sólo se adapta a los
tiempos de la demagogia y el oportunismo. Porque Duarte ahora es un reo y lo
será por mucho tiempo, debido a los delitos cometidos en detrimento de los veracruzanos,
delitos que nunca fueron capaces de advertir los lideres priistas, ni de
limitar y mucho menos sancionar. Ahora sólo falta que se enferme y corra la
misma suerte de su sucesor interino quien acabará de cumplir su condena en su
casa.
El
PRI hace de la captura de Javier Duarte un acto de campaña y no un acto de
justicia.
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