COLUMNA



Meade apenas comienza

Alma Grande

Por Ángel Álvaro Peña


Hasta ahorita a ninguno de los tres candidatos a la Presidencia de la República se les identifica por sus propuestas. Han de decir que para qué si se convierten en materia prima de las críticas de los contrincantes, es más fácil desgastar a quien compite contra ellos que mostrar una propuesta congruente.

Por desgracia las pocas propuestas que se han ventilado solo han sido objeto de críticas y ninguna de ellas se lee hasta el final, pareciera que sus contrincantes solo leen el primer párrafo y se quedan con una idea irreal de la propuesta concreta; sin embargo, con esa mirada superficial se quedan para descalificar los proyectos ajenos y muchas veces son incapaces de superarlos.

Lo cierto es que las campañas apenas empiezan y la igualdad de circunstancias parece ponderarse ante las aparentes ventajas. En términos reales no hay nada para nadie y todos sabemos que la madre de todas las encuestas es la votación del 1 de julio.

Si consideramos la trayectoria en la vida pública de dos de los candidatos a la Presidencia de la República que tienen como antecedente inmediato el ser líderes de su partido, encontramos que la llegada intempestiva de José Antonio Meade viene a resultar una aparición refrescante en medio de dos campañas que venían perfilándose desde meses antes de la contienda electoral.

Así, Ricardo Anaya, ex líder nacional del PAN, y Andrés Manuel López Obrador, ex líder nacional de Morena, tuvieron tribuna y trinchera desde su postura como líderes naturales de sus respectivas organizaciones. Pudieron lanzar consignas y hasta adjetivos a sus contrincantes políticos dentro de un esquema partidista.

Desde luego que el discurso del líder de un partido es muy diferente al de un candidato. Ahí podemos observar al líder del CEN del PRI con sus declaraciones, cada vez más beligerantes, que vuelven mesurados los discursos de Meade, quien, sin ser priista, compite por la Presidencia de la República, por ese partido.

Ante este panorama, Meade llega limpio a la contienda electoral. Hay quienes aseguran que escogieron al ex secretario de Hacienda por ser de los pocos funcionarios públicos a quienes sus contrincantes no podrían encontrar una mancha y eso lo convirtió en candidato antes de ser militante del tricolor.

Meade no tiene la experiencia política que sus contrincantes y a pesar de ello ha surgido de la nada hasta alcanzar un tercer lugar muy digno si tomamos en cuenta que llega de la administración pública a la candidatura al cargo político de mayor envergadura del país. Meade parte de cero para remontar un proceso electoral que no es adverso como muchos consideran, sino tardado debido a las tareas que le fueron propias desde su llegada a la administración pública.

Meade tuvo que ver más con los números y las cifras que con los discursos encendidos y las propuestas exaltadas, de ahí que busque entre sus propuestas la esencia de un proyecto de nación que ha mostrado saber estructurar.

Las preferencias electorales en este momento se presentan como un panorama donde el pasado de los dos primeros lugares tiene más peso que el futuro de ambos. La campaña política de López Obrador de casi 14 años, y el protagonismo de un joven panista, que no por ser líder nacional de su partido muestra experiencia ni conocimiento como servidor público, crean una atmósfera de confusión ante un Meade que surge a la administración pública el 7 de enero de 2011, cuando fue nombrado Secretario de Energía, por Felipe Calderón, para ese entonces Anaya tenía casi tres años como diputado local panista en Querétaro.

La experiencia en la administración pública de Meade es envidiable, su postura política se convierte en un reto que supera día tras día y por ello ha avanzado en las encuestas de intención del voto, de manera rápida e irreversible.

Las campañas inician y Meade se toma un día por respeto a las creencias de la mayoría de los mexicanos quienes tienen, en la Semana Mayor, un tiempo de reflexión y recogimiento.

A pesar de que hasta el momento no hay ningún candidato a quien se le identifique con sus propuestas, Meade ha lanzado dos propuestas audaces y contundentes, la primera de ellas tuvo que ver con una advertencia en el momento en que delineó a los representantes de su campaña a lo largo y ancho del país al advertirles: “No necesitamos comprar votos, lo que necesitamos solamente es convencer de que tenemos el mejor perfil y la mejor propuesta”.

La otra tuvo que ver con un tema que podría afectar a más de uno de sus correligionarios y que tiene que ver con la erradicación del fuero para los funcionarios públicos. Es decir, aquí reconoce que hay algunos puestos que al otorgar fuero al mismo tiempo les sirve de puente a la impunidad y en este camino puede verse cómo muchos de los actuales diputados federales y locales por Veracruz, utilizan este amparo legal como blindaje a sus pillerías.

En las diputaciones federales hay varios cómplices del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa que no han podido ser investigados debido a esta situación que les ofrece libertad cuando en realidad, deben estar presos.

Así, Meade reconoce que el fuero se convierte en un estorbo para la justicia y en un obstáculo para la legalidad, de ahí que haya propuesto su desaparición.

Meade sabe lo que quiere y por ello ha reiterado que está en el camino, no quiere pelear un segundo lugar sino el primero. De ahí que se preste a iniciar una campaña intensa y con propuestas sólidas. PEGA Y CORRE. – El gobernador del estado de Veracruz, hizo un anuncio que es mucho más que una promesa de campaña: El gobierno del estado no tendrá injerencia en el proceso electoral. Dejó claro que las elecciones son asunto de los ciudadanos, del órgano electoral y de los partidos políticos. Recordó ante los veracruzanos que su papel es garantizar la estabilidad política y la paz social para el buen desarrollo de los comicios en el estado. A ver si es cierto… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

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