COLUMNA


CON DERECHO A RÉPLICA

Por Francisco Vargas Perales
Noviembre 27 de 2016

A 60 Años de la Salida del Granma

Con motivo del 60 Aniversario de la salida de este puerto de Tuxpan de Fidel Castro y sus hombres en el yate Granma un 25 de noviembre de 1956, en este puerto se celebraron festejos en el museo México – Cuba, ubicado en la comunidad de Santiago de la Peña, precisamente  donde se encuentra la casa que ocupara el comandante Fidel Castro para reunirse con sus 82 expedicionarios que se embarcarían en el frágil yate con el firme propósito de liberar a su patria, Cuba, de su opresor Fulgencio Batista.

Es triste saber para muchos mexicanos y fue la noticia de la prensa en el mundo, que esta fecha de la muerte de Fidel Castro, el líder cubano, coincidía con el 60 aniversario de la salida del Granma a Cuba.  Y fue admirable saber que mientras en Tuxpan se celebraba un homenaje de 4 días por esta gesta heroica, para la gran mayoría cubana ese día estaba muriendo el gran líder, el gran libertador Fidel Castro Ruz.  Y de esta forma el puerto de Tuxpan es nombrado en todos los periódicos del mundo, confirmando así la gran hermandad  de Tuxpan y Cuba.

En el tercer día de los festejos, el pasado 24 de noviembre, subió al estrado una señora que vivió el acontecimiento del regreso de Fidel a Tuxpan  ese 4 de diciembre de 1988,  que sería  la tercer y última visita de Fidel Castro a este puerto. Fidel vino en esa ocasión a México invitado por Carlos Salinas de Gortari a su toma de posesión como Presidente de la república.  La señora a la que me voy a referir, su nombre es Hilda Lucia Bravo Bonilla, en ese entonces vivía en Santiago de la Peña, casada con un tuxpeño,  es originaria del estado de Puebla y por los años de radicar en Tuxpan se contagió del entusiasmo de los tuxpeños por saber que aquí y precisamente en Santiago de la Peña, había salido el libertador del Cuba contemporáneo.

Al conocer de la llegada de Fidel Castro a su antigua casa, hoy convertida en museo, ese 4 de diciembre – según relató la señora Hilda, quién en esa fecha era una ama de casa joven – se entusiasmó como todos los Santiaguenses en conocer al líder cubano y encaminó sus pasos hacia donde se iba a desarrollar la ceremonia, quería conocer a su ídolo, a ese hombre quien tanto se habló en México y que todavía se cuenta su gesta heroica en Tuxpan como una leyenda  cincelada en la memoria de los tuxpeños. Y ahí vio llegar a Fidel Castro  ese gran día acompañado, de Don Fernando Gutiérrez Barrios, Secretario de Gobernación del gobierno mexicano y del gobernador de Veracruz Dante Delgado Ranauro y otras personalidades, diplomáticos cubanos y mexicanos.

Ese día tuve la oportunidad de ver de cerca a quién yo consideraba un gran hombre – nos relata Hilda – me lo describía como un gran hombre, casi dos metros de estatura, de complexión gruesa, barbado, vestido con su traje militar de campaña verde oliva, para que pudieran pasar al templete en donde se iban a instalar a los invitados se formó una gran valla, cientos de personas asistían a este acto y yo era una más que quería ser testigo de la historia de Tuxpan.  Logré llegar lo más cerca que pude a donde iba a pasar el comandante Fidel Castro, por mi entusiasmo ya ignoraba a toda esa gente que gritaba y extendía su mano tratando de ganar un saludo de ese gigante que solo alzaba su mano satisfecho de regresar a este lugar donde saliera la madrugada del 25 de noviembre de 1956. “Si salgo llego y si llego triunfo”, fueron sus palabras mágicas para emprender ese viaje con sus compañeros de aventura y de sueños por liberar a su patria.

Me brotó la idea de saludar de mano al mitológico Fidel Castro – siguió relatando la señora Hilda Lucia Bravo, hoy viuda y convertida en licenciada en Antropología Social de la universidad de Puebla – la valla de seguridad del comandante la formaban como 20 hombres, negros, muy altos, de complexión férrea, yo los veía muy fuertes y muy serios, nadie podía atravesar esa valla que formaban, yo quería saludar personalmente a mi admirable comandante Fidel  y no podía.  Llegué hasta donde estaban tres ramos de flores que ya habían sido revisados por la guardia por estar cerca de Fidel, tome uno y espere que pasara el comandante cerca de donde yo estaba, delante de mí se colocaban los morenos que no dejaban pasar a nadie, al verlo venir con su paso agigantado, le pedí al guardia de seguridad que me permitieran entregarle el ramo de flores a Fidel, uno de ellos volteó hacia mí, me vio y vio el ramo que ya había sido revisado por ellos y como por arte de magia se abrió la valla y me dejaron pasar.

Fidel Castro me vio que me le acercaba muy entusiasmada a entregarle las flores, lo abracé y sonriendo aceptó mi abrazo, quizás pensó que era parte de la recepción, le dije cuanto lo admiraba y me lo agradeció con unas cuantas palabras, emocionada me atreví a decirle, quiero pedirle una cosa, que me regale como un recuerdo de usted esa gorra que trae, Fidel se llevó su mano a la gorra y la tocó con intenciones de quitársela, puso su rostro serio, lo siento,  dijo, es la única que traigo, no te la puedo dar, pero te la hago llegar posteriormente, dale tus datos a este señor, me señaló a una persona que venía atrás de él, lo abracé y siguió caminando con la comitiva.  Así fue mi encuentro con Fidel. En la Semana Santa siguiente, unas personas del Cuerpo Diplomático Cubano llegaron a Santiago de la Peña tratando de localizarme, me traían la gorra que le pedí a Fidel y un mensaje del comandante, objetos que todavía guardo y los muestro con mucho orgullo y entusiasmo.

Esto lo relató la Antropóloga Hilda Lucia el día 24 de este mes de noviembre cuando el héroe recordado ya estaba en agonía, el día 25 siguieron los festejos en el Museo México – Cuba, el “Cuate” Conde, la persona encargada de comprar el yate Granma para la salida de los expedicionarios a Cuba, muy amigo de Fidel y de la misma edad, 90 años, relató cómo se hizo la compra del yate y la casa, ahora convertida en museo; Antonio del Conde, ya su físico deteriorado por los años, escasamente pudo relatar la salida del Granma del cual él fue partícipe y cuenta que cuando ya él se subía a la embarcación para partir, el comandante Fidel Castro se lo impidió diciéndole, “usted se queda, me sirve más aquí en tierra” y el “Cuate” replicó “señor, lo quiero acompañar, no sabré si a usted lo llegan a matar”, y contestó el comandante “no se preocupe ya me han matado muchas veces”. El comandante Fidel Castro murió ese día, cuando se festejaba su salida de Santiago de la Peña, cuando su amigo relataba la epopeya en donde había participado.  Fidel Castro tenía razón, ya lo habían matado muchas veces, era el mandatario que más atentados había sufrido, por eso el mundo no aceptaba la noticia de la muerte del libertador de Cuba Fidel Castro Ruz.  Se escuchan en lo imaginario las palabras del pueblo de Cuba: Hasta siempre comandante. Y hasta la próxima D. M.
Para réplica o comentarios ponemos a su disposición el correo electrónico franciscovperales@hormail.com


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