DESDE EL CAFÉ
BERNARDO GUTIÉRREZ PARRA
Las dos consignas de los legisladores
de Morena
Martes, 06 de Noviembre de 2018
La primera sesión de la LXV
Legislatura se desarrolló en un clima de tersura. No hubo inconformidades, ni
pataleos, ni impugnaciones a los nombramientos de presidente, vicepresidente y
secretario de la Mesa Directiva. Acaso un ligero escarceo con los panistas,
pero leve. Todo se hizo como en los tiempos del PRI, nomás que en esta ocasión
el protagonista fue Morena.
No fue sorpresa la nominación de José Manuel Pozos Castro como presidente de la
Mesa Directiva porque su nombre sonaba desde la víspera. El problema estaría en
la vicepresidencia donde el gobernador Miguel Ángel Yunes quiso jugar su última
carta y mandó a Marijose Gamboa como su candidata. Pero los morenos la
batearon.
“Nos corresponde por ley, los panistas somos la segunda mayoría” dijo Sergio
Hernández. “Sí es cierto -le contestaron- pero ustedes fueron en alianza con MC
y PRD, escojan de ahí a su candidato a la vicepresidencia, pero Marijose no
va”. “Si va” insistió Sergio. “Oh chingá, que no va”. Y no fue Marijose que
estuvo rumiando su ira toda la sesión.
Al final la mesa directiva quedó conformada por José Manuel Pozos Castro del
Partido del Trabajo, como presidente; Alexis Sánchez García de Movimiento
Ciudadano como vicepresidente y Jorge Moreno Salinas del PRI, que fue designado
secretario.
Y todos contentos menos Marijose y Sergio Hernández que ahora se quejan de
imposición y exclusión, mismos argumentos que les restregaron los morenos en la
anterior Legislatura.
¿Por qué se escogió a Pozos Castro para la presidencia? La respuesta es muy
sencilla; ninguno de los diputados de Morena tiene experiencia legislativa y el
nacido en Plan de las Hayas ya fue diputado local y federal. Además, es bueno
para cabildear y es conciliador.
A Pozos se le puede acusar de muchas cosas menos de desleal. Sabe ser
agradecido y a Morena (léase López Obrador y Cuitláhuac García), les debe su
resurgimiento político.
Aunque no lo dijeron abiertamente, los diputados de Morena tienen dos
consignas: pedir que se audite la administración de Miguel Ángel Yunes y el
trabajo de su ayudante el Fiscal Jorge Winckler. Y hay mucha tela de dónde
cortar.
Sin duda el caso más sonado es la residencia valuada en 8 millones de pesos que
le habrían decomisado a Adolfo Mota Hernández a cambio de no meterlo a la
cárcel por bandido. Esta propiedad no fue integrada a la lista de objetos
incautados a la banda de Duarte, y Winckler se la habría apropiado de la misma
manera en que los ladrones se reparten un botín.
Yunes Linares salió a defender a su empleado y acusó de “ignorantes” a
quienes descubrieron el presunto chanchuyo, pero su defensa fue tan pobre
que hasta causó pena ajena.
Que el Fiscal Jorge Winckler, que se supone, es el abogado de los veracruzanos
esté acusado de agandallarse una propiedad que no era de él, es un delito que
deberá investigarse. Lo mismo que otras propiedades que adquirió en apenas dos
años y que no empatan con el dinero que devenga como Fiscal.
Pero Jorge se defiende y asegura que cubrirá los siete años que le faltan de
gestión. Hay quienes dicen que no lo pueden cesar porque el cese no está
contemplado en la ley. Y es verdad, pero sí lo pueden obligar a que renuncie
como el propio Jorge obligó a dimitir a su antecesor Luis Ángel Bravo
Contreras.
Diga lo que diga, los días de Winckler como Fiscal están contados y su suerte
está echada, lo mismo que la de Fiscal Anticorrupción Marcos Even Torres
Zamudio, cuyo nombramiento fue más chueco que un plátano.
Falta saber qué va a pasar con el gobernador Miguel Ángel Yunes.
En su deseo de venganza y en la creencia de que ganaría Veracruz al menos por
otros seis años, Yunes cometió errores garrafales y ofendió a quien en tres
semanas llevará las riendas de la nación.
Y esos errores se pagan y se pagan caro.
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