RAÚL NAVA GUTIERREZ
Ocurrencias del futbol | ¿Podrían Pelé, Maradona, Messi, Cristiano y Di
Stéfano jugar juntos?
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Zagalo no dudó
al poner a Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelino, todos número 10 de sus
equipos.
Publicado en El Sol de Tampico
Sábado 9 de mayo de 2020
La lluvia cayó persistentemente
durante toda la mañana, aunque cesó momento antes de que el árbitro de Alemania
Oriental (todavía existía el muro), Gloeckner, tocara el silbato, indicando el
inicio de la gran final entre Italia y Brasil, en el estadio Azteca aquel 21 de
junio. Como en las semifinales contra Uruguay, Brasil abordó el partido con
cierto temor ante un conjunto de marcaje individual riguroso. Ante Cera, hombre
libre, Bertini se encargó de la vigilancia de Pelé, Rosato de la de Tostao,
Facchetti marcó a Jairzinho y Burgnich a Rivelino.
Muy pronto Gerson dejó entrever un gran partido,
puesto que sus pases empezaron a crear inquietud en el contrario. Facchetti se
vio obligado a cometer una falta contra Tostao, quien pasó el balón a Rivelino,
cuyo elaborado centro llegó a Pelé; este se deshizo de Burgnich y marcó el
primer gol de la tarde a los 19 minutos. Un monumental error de Clodoaldo
intentando retrasar un balón a Brito, pero cediéndolo a Boninsegna, permitió a
este marcar el gol del empate (37 m). El final del primer tiempo no aportó
ningún hecho notable, salvo la demostración de las posibilidades italianas, en
cuyo equipo el medio campo (Desisti, Domenghini y Mazzola) trabajó mucho y
cuyos delanteros, Boninsegna y Riva, se vaciaron para crear situaciones de
peligro, además, Facchetti, Berttini y Burgnich no cesaron de cometer faltas
que interrumpieran las jugadas adversarias.
La carga brasileña sonó en el segundo tiempo
cuando, aproximadamente a la hora de haberse iniciado el encuentro, Rivelino
chutó un balón contra el travesaño. A partir de ese momento, Italia no vio ni
un balón y, el extraordinario Gerson sería el autor del gol (66 m) que puso en
ventaja a los brasileños. Jairzinho (71 m) y Carlos Alberto (87 m) completaron
la derrota italiana, ante un equipo brsileño que ya no había forma de detener.
De hecho, Italia no jugó un cerrojo tan rígido como en el pasado. Burgnich,
Rosato y Facchetti, marcaron a los delantero en punta y Bertini vigilaba al
segundo delantero centro cuando, un equipo, caso de Brasil, jugaba con cuatro
delanteros. Los hombres del medio campo, Domenghini, Mazzola y De Sisti, llevaron
a cabo una defensa de zona y contraatacaron según el desarrollo del encuentro.
De todos modos, los dos delanteros Riva y Boninsegna, se encontraron con
frecuencia muy aislados y limitdos en sus acciones. En conjunto, el equipo se
mostró mucho menos brutal que en el pasado, aunque en la final Bertini y
Burgnich se relevaron para hacer un marcaje fuerte a Pelé.
Para Brasil, esta final fue un desquite completo
tras las desilusiones de 1966. Ni una derrota, ni un empate, ni una prórroga,
en una marcha irresistible hacia la conquista definitiva de la Copa Jules
Rimet. Seis victorias indiscutibles y 19 goles en su haber, para terminar con
un marcador de 4-1 contra Italia. Brasil encontró el espíritu de revancha de la
América Latina, que había esperado este momento después de los escándalos de la
World Cup de Inglaterra cuatro años antes. Si subsistiera la mínima duda sobre
el estilo de juego que le permitió superar todos los obstáculos, una sola
comprobación bastaría para borrarla: la vulnerabilidad de su defensa no fue
ocasional, sino constante. Todos los goles que encajó fueron regalos de Félix,
Clodoaldo, Brito y Everaldo.
18 minutos después de que el árbitro Glockner había
marcado el inicio del encuentro, Click, se produjo la foto más conocida en la
historia del futbol, la llamada "Air Pelé", donde se ve a Pelé
suspendido en el aire, a una distancia indeterminada del suelo, cabeceando y,
junto él, el mejor saltador italiano Tarciso Burgnich, pero muy por debajo de
aquel vuelo a lo Michael Jordan. Burgnich confiesa que cuando fue elegido por
el mister Ferruccio Valcareggi, le había advertido que Pelé era de otro
mundo... Ya en el campo vi, que tenía una cabeza, dos brazos y dos piernas,
¡No! se dijo, este es igual a cualquier otro habitante de la tierra. Ya en el
juego, en aquel minuto 18, Rivelino cobró un tiro de esquina, muy fuerte y a la
altura del travesaño, Burgnich saltó seguro de sus facultades, más cuando se
iba elevando, cuenta que vio una sombra negra que iba descendiendo, el balón ya
había sido rematado y viajaba imparable rumbo a gol. Entonces volví a ver a
Pelé y me dije... ¡Sí, este hombre es de otro mundo!
Por Brasil jugaron: Félix, Carlos Alberto, Brito,
Piazza, Everaldo, Clodoaldo, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé y Rivelino... Y
por Italia: Albertossi, Burgnich, Cera, Rosato, Facchetti, Bertini (Juliano),
Mazzola, De Sisti, Domenghini, Bonisegna (Rivera) y Riva. En mi particular
punto de vista, Ferruccio Valcareggi falló en dos puntos, uno, al preferir el
juego tozudo de contención de Mazzola, por el fino juego organizador de
Domenghini y, dos, la más notoria, por aquel tiempo, Geani Rivera era después
de Pelé, el mejor jugador de aquel tiempo y, Ferruccio lo mantuvo en el banco
dándole solo minutos de juego, lo que le fue muy criticado, especialmente en
Italia.
Hasta pronto amigo.
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