El auto de Rufino y el “adeudo” de Cuitláhuac
Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Hace como mil años un boletero del Cine Terraza
Iberia de Tuxpan (un galerón sin techo y con bancas largas pintadas de gris, de
esas que aún se usan en los funerales), que ganaba el mínimo y vivía en una
cuartería, compró con sacrificios un vehículo de medio cachete en un lote de
autos usados del DF.
El boletero era un cincuentón robusto y de color
serio; educado, respetuoso, comedido y sin vicios (un pan con miel, decían en
el vecindario) que llegó un domingo al barrio presumiendo su adquisición. Pero
el gusto le duró tres días.
El jueves siguiente cuando se disponía a salir a su
trabajo, le cayeron agentes de la Federal de Seguridad que sin decirle agua va
lo treparon a golpes a un vehículo con vidrios oscuros. De no ser por los
vecinos que los enfrentaron a gritos y exigieron una explicación, quizá el
Negro Rufino no la habría contado.
Una vez que se apaciguaron los ánimos los agentes
dijeron que tres meses atrás el vehículo que traía el boletero había
atropellado a una familia con saldo de un muerto y dos heridos graves. Y por lo
tanto, tenía que declarar ante el juez.
Más o menos lo mismo le está pasando al gobierno de
Cuitláhuac García, al que la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo está
obligando a pagar más de 2 mil millones de pesos que fueron desviados en la
administración de Javier Duarte, y que no se entregaron a 109 ayuntamientos.
¿Por qué tiene que pagar el gobierno de Cuitláhuac
esa cantidad? Ah, porque la quedó a deber el gobierno de Duarte.
A ver, vamos por partes. Cabría esa argumentación
si el gobierno de Duarte hubiera ordenado la construcción de un hospital (por
ejemplo) y no le hubiera alcanzado el presupuesto. Pero no por un desvío… ¿O
sí?
Los gobiernos no desvían recursos ni roban. Roban y
desvían recursos quienes representan a esos gobiernos, luego entonces lo lógico
es que paguen los ladrones y no los gobiernos.
Si los ministros de la SCJN hubieran actuado con
sensatez y justicia, obligarían a Duarte y su banda a pagar esos 2 mil millones
de pesos ya que fueron ellos (y no el gobierno estatal) quienes desviaron esa
cantidad. Pero se basaron en la ley y la ley ordena que el estado de Veracruz
pague y punto.
Es evidente que la ley debe modificarse porque está
mal, pero mientras eso sucede el gobierno de Cuitláhuac García tendrá que
cubrir esa cantidad.
Ahora, no será el gobierno estatal quien pague,
sino los veracruzanos con sus impuestos. Y al soltar ese dinero, le estarán
regalando a Duarte 2 mil millones de pesos. Porque si Cuitláhuac paga, quedará
sin efecto la denuncia que el gordo tiene por ese delito.
El Negro Rufino se aventó más de un año yendo y
viniendo al DF con un amparo en la bolsa y gastándose en abogados un dinero que
no tenía, hasta que quedó exonerado de un delito que jamás cometió. Pero le
quitaron el auto y perdió su chamba en el Terraza.
Los sustos y sofocones le provocaron un conato de
infarto, diabetes e hipertensión arterial. Murió en la miseria y fue gracias a
la caridad de los vecinos que tuvo un lugar en el cementerio.
A los veracruzanos les robaron 2 mil millones de
pesos (entre muchos miles de millones que les han robado) y no sólo no se los
regresarán, sino tendrán que pagar una cantidad igual a 109 ayuntamientos,
mientras el responsable de ese atraco se carcajea en su celda de delincuente de
la que saldrá en tres años y medio.
Qué poca madre.
bernardogup@hotmail.com
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