DESDE EL
CAFÉ
Flavino Ríos y el despertar de la
pesadilla
Bernardo Gutiérrez Parra
Mar 1, 2019 / 00:07
Cuando Flavino Ríos Alvarado tomó protesta como
gobernador interino el 12 de octubre del 2016, sabía que recibía algo más que
decenas de papas bien calientes. Recibía un Veracruz saqueado, en bancarrota,
violento, resentido y desconfiado.
Dos fueron sus prioridades para los 49 días que le tocaría gobernar: tratar de
conciliar y solicitar apoyos a la Federación para pagar lo más urgente. La
Federación apoyó, aunque no del todo. Y el nuevo gobernador concilió con todos,
menos con un sujeto inmoral y resentido que semanas después lo sucedería en el
cargo: Miguel Ángel Yunes Linares.
Como gobernador electo Yunes azuzó a los alcaldes perredistas y panistas (que
demandaban con toda justicia el pago de las participaciones federales que
Javier Duarte les esquilmó), para que tomaran el Palacio de Gobierno y Casa
Veracruz y exigieran a Flavino la liquidación de ese adeudo que no estaba en
sus manos solventar.
Con todo en contra el minatitleco hizo un papel más que decoroso en ese corto
periodo de tiempo, y el 30 de noviembre a las 11:59 entregó la oficina sin
imaginar que semanas después viviría su peor pesadilla política.
Por órdenes de Yunes, el Fiscal Jorge Winckler buscó más de un motivo para
enviarlo a la cárcel y no lo encontró.
Aun así, Flavino fue detenido el 12 de marzo de 2017 e ingresado al penal de
Pacho Viejo acusado de tráfico de influencias, abuso de autoridad y de haber
facilitado la huida de Javier Duarte al proporcionarle una aeronave del
gobierno estatal.
Obediente a la consigna de que había que tundirlo, la jueza de control Alma
Aleida Sosa le empujó un año de prisión cautelar a pesar de que los delitos que
le imputaban no son considerados graves.
Durante el proceso no faltó el “testigo” que juró “por esta cruz” que había
visto a Flavino en el aeropuerto de El Lencero dirigiendo personalmente la fuga
del gordo, cuando a la hora que se supone que lo vio, el mandatario estatal
estaba despachando en su oficina.
Ríos Alvarado solicitó su libertad bajo caución dejando como garantía su pasaporte
y el pago de una fianza. Pero nada, la orden de Yunes era encerrarlo y se
cumplió a cabalidad.
Quién sabe qué le haría Flavino a Yunes Linares que éste le tiene un odio lo
que le sigue a patológico. No contento con encerrarlo, ordenó que le quitaran su
Notaría.
El 9 de mayo de ese año la Secretaría de Gobierno cuyo titular era Rogelio
Franco suspendió a Flavino Ríos de sus funciones como Notario.
Y para que la humillación se hiciera oficial, el 10 de mayo se publicó en el
número extraordinario 184 de la Gaceta Oficial el Acuerdo por el que se le
suspende de su función como titular de la Notaría Número 9 con residencia en
Minatitlán.
Con la ley en la mano Flavino Ríos se defendió y salió de prisión; con la ley
en la mano consiguió que el gobierno de Veracruz le devolviera su notaría.
En ninguno de los dos casos le hicieron un favor; simplemente se hizo
justicia.
¿Qué sigue?
El ex gobernador dijo que analizará con su familia si procederá penalmente
contra quienes lo acusaron de manera injusta.
“Afectaron mi imagen pública, mi decoro, mi dignidad. Me causaron daño no
solamente físico, sino económico y psicológico tanto a mí como a mi familia y
mis hermanos, pero lo vamos a pensar”, dijo.
Ojalá no lo piense mucho. Ríos Alvarado no debe olvidar que es doctor en
derecho y sus acusadores son unos sujetos que lo encarcelaron porque abusaron
del poder que tenían.
Pero ahora ya no lo tienen; están en igualdad de circunstancias.
Y si tantito me apuran, Flavino Ríos les lleva ventaja.
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