Llega un señor que tiene una
tiendita en una esquina de una colonia popular, y me pregunta sobre sus
obligaciones fiscales, ahora que ha dejado su régimen de pequeño
contribuyente. Cuando le explico que tiene que hacer facturas al público en
general, calcular el IVA y el IEPS que le cobra a sus clientes y los que a
él le cobra, y presentar cierta información por internet, me comenta que él
estudió hasta segundo de primaria, que jamás ha usado una computadora, y
que además no tiene el dinero ni para comprarla ni para contratar un
servicio de internet, y mucho menos la capacidad de cumplir con esas
obligaciones. Me dice que a duras penas subsiste y que no le alcanza ni
para pagarle $200.00 al mes a un contador. Yo le explico que por esa
cantidad nadie le va a hacer ningún trabajo y que si alguien se contrata
por esa cantidad, simplemente se la va a robar. Le sugiero que se acerque a
un ciber (donde rentan computadoras) y le pida al joven administrador que
lo auxilie, pero le explico de lo costoso que puede resultar que cualquier
desconocido maneje sus facturas fiscales o pueda cometer algún error que le
perjudique y le cueste mucho dinero.
Después de una hora de charla,
este señor de 72 años me dijo que simplemente se va a dar de baja, y que
están locos los del SAT si piensan que él o cualquier abarrotero va a
decirle al gobierno quiénes son sus proveedores que no le expiden factura.
Que en última instancia, no sabe cómo hacer lo que le explico y no puede
cumplir él con sus obligaciones fiscales ni contratar a quien lo auxilie. Y
no porque no pueda usar el supuesto programa que hacienda pondrá a
disposición de los contribuyentes, con el fin de llevarles la contabilidad
y calcular sus impuestos, sino por el riesgo de cometer un error al no
saber nada de computación, y tener que pagar cantidades enormes de dinero,
por impuestos originadas por su posible error. Al final, insistió en que se
dará de baja, y que sea lo que Dios quiera.
Un médico al que le hice una visita de cortesía brincó de susto cuando le
expliqué que sólo serían deducibles sus recibos si los expedía de manera
electrónica, y si eran pagados con tarjeta de débito, crédito o cheque. Me
dijo que de ninguna manera va a poner una maquinita de esas para recibir
tarjetas de crédito porque los bancos de México ya de por sí hacen el gran
negocio con los mexicanos sin que el gobierno nos proteja, y él no les va a
engorda más la cartera. Y no va a recibir cheques porque muchos de sus clientes
son desconocidos y no sabe si serán buenos o no esos cheques. Cuando le
expliqué que ya no hay comprobantes simplificados y que por lo tanto, no
tenía que entregar nada a quien no le pidiera recibo de honorarios
electrónico, me comentó que simplemente no iba a declarar nada, y que ante
la autoridad solo va a vivir de su sueldo del seguro. Que si de por sí la
gente no pide recibo, ahora con esta regla menos. Que hay que celebrar al
gobierno por la modificación que le trae felicidad a los doctores. Y enseguida
y con voz queda me comentó que así como él, muchos médicos estaban hartos
de las obligaciones fiscales, y que simplemente se darían de baja,
jubilándose anticipadamente, y quien quiera consultarlos tendría que
llamarlos a consulta privada, totalmente fuera de cualquier acto de
fiscalización. Si le conviene al paciente que bueno y si no, pues no le
damos consulta y asunto arreglado. Además, -me comenta-, ¨en el IMSS hay
crisis. Antes valía la pena ser médico del IMSS porque tenías una buena
jubilación. Hoy ya no hay nada de eso, así que ya no hay médicos que
quieran trabajar en el IMSS, ya no se aprende allí y ya no hay ni siquiera
medicinas. La gente tiene que consultar de manera privada o correr el
riesgo de no curarse¨.
Cuando escucho a empresarios, industriales, comerciantes, profesionistas,
pequeños comerciantes y cualquier tipo de contribuyente, veo que hay mucha
desesperación, pues las reformas fiscales no han sido suficientemente
claras, no han simplificado procedimientos, al contrario los han
complicado, y la percepción sigue siendo la de que mientras unos cuantos
pagamos impuestos, otros literalmente se roban esos recursos, mientras que
los servicios públicos como seguridad, justicia, salud, servicios
municipales, pavimento, etc., cada día están peor. Y desde ese punto de
vista, no vale la pena pagarle impuestos a gobiernos municipales, estatales
y federales que no cumplen adecuadamente con su función de gobernar y usar
los recursos públicos en beneficio de sus gobernados. Desgraciadamente, aunque
en lo personal creo que la reforma fiscal es positiva –aunque incompleta-,
veo que no ha sido bien recibida y tampoco va a dar los resultados que se
esperan en cuanto a recaudación. Con lo cual sus beneficios se nulifican. Y
tal parece que se estimula la economía informal ante la complicación que se
genera a los contribuyentes, aunado a lo que ya se percibe como el negocio
del siglo, pues unas cuantas empresas venden todas las facturas que se
expidan en el país, y todos los recibos de nómina que se expidan en el
país. Millonario negocio para unos cuantos, con cobros muy elevados, por
dichos documentos… Pronto se sabrá que funcionarios del actual y del
anterior régimen han sido los beneficiados.
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