COLUMNA


NEXOS CON LA VERDAD

Los “Chulimonios”

Edgar A. Mendoza Alafita
Xalapa-Equez., Ver.; Mayo 21 de 2013

Hace unos días, los pomposamente llamados “lésbico-gays” –inches palabritas, se quebraron la cabeza, si esos ya tienen su denominación- estuvieron de manteles largos, festejando no se qué. Pero yo quisiera hacer una reflexión.

Dos leonas no hacen pareja. Dos gatos tampoco. No pueden aparearse. Para ello tendrían que ser de distinto sexo y de la misma especie. Son cosas de la zoología. No es producto de la cultura hitita, fenicia, maya, cristiana o musulmana. Por supuesto no es un invento de la Iglesia. Muchos siglos antes de que Jesús naciera en Belén, el Derecho Romano reconocía el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. Después ellos se divertían con Efebos, que para eso estaban, para el disfrute. La esposa era para tener hijos. La palabra matrimonio procede de dos palabras romanas: "matris" y "munio". La primera significa "madre", la segunda "defensa". El matrimonio es la defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre, el mayor y más sublime oficio humano. Cada palabra tiene su significado propio. Una compraventa gratuita no es una compraventa, sino una donación. Y un caballo no es lo mismo que un burro o una mula, aunque los tres pertenezcan a la especie de los equinos. Llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo me parece como poco serio. Jurídicamente, un disparate. De carcajada. Que le llamen "homomonio", "chulimonio", "seximonio" o “cochimonio”, lo que quieran, todo menos matrimonio, que ya está inventado hace tiempo. Nadie llama pastel de manzana al que está hecho de peras. Lo curioso es que cuando dices cosas como estas, algunos te miran como extrañados de que no reconozcas la libertad de las personas. Y por más que les dices que sí, que respetas la libertad de todos, que cada uno puede vivir con quien quiera, incluso con su perro, pero que eso no es un matrimonio, vienen y me llaman intolerante.

No sé en lo que piensan los Legisladores a la hora de votar. Son políticos, no juristas. Votarán por razones políticas, electorales, de intereses, según les convenga, no según el Derecho. Las consecuencias son graves. Si un varón tiene derecho a casarse con otro varón y una mujer a hacerlo con otra mujer, ¿le van a negar el derecho a un hermano a casarse con su propia hermana? ¿O a un padre a hacerlo con su hija? ¿No tienen el mismo derecho?

Y lo peor, ahora quieren hasta adoptar menores de edad. ¿Qué culpa tienen los niños y niñas que por circunstancias de la vida carecen de las figuras paternas y maternas? Imagínense, como van a desarrollarse esas creaturas viviendo todos los días algo contrario a lo natural, algo contrario al libre cause de la naturaleza.

Jurídica y moralmente hablando, la familia es la célula de la sociedad, ¿o no? Pero hoy en día la sociedad se quiebra. Esas creaturas vivirán toda su vida lo torcido.

Después no se sorprendan que haya sicarios de 11, 12 o 13 años de edad.

Esto huele a podrido, huele a mierda.





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