Contaminación
Marítima, Un Viejo Desafío Olvidado
Por
Ángel Álvaro Peña
El peligro de atentar contra la naturaleza tiene las consecuencias
que estamos padeciendo con el coronavirus. Esto nadie puede negarlo; sin
embargo, en materia de agresiones contra la tierra parecemos salvajes.
Hace todavía algunos años, los gobernantes mexicanos ofrecían a
los inversionistas extranjeros la facilidad de contaminar todo lo que quisieran
nuestro suelo a cambio de capitales que dieran empleos a los mexicanos. Hay
cadenas hoteleras transnacionales que muestran este abuso y siguen operando en
destinos de playa, a donde van a dar los desechos de dichos negocios.
Pero también los barcos hacen lo propio y en tiempos en los que
todo lo que se acerque a nuestros litorales es un peligro, deben redoblarse las
precauciones, pero, sobre todo, corregir los abusos del pasado que no son
pocos.
Se habla de la contaminación del ambiente, del ruido, de los ríos,
pero no se habla del daño que hacen los barcos, hasta el momento no sabemos qué
medidas se toman con los marineros que vienen en barcos de países como Italia,
España, China, etc. Sobre todo, si vemos que salieron cuando la epidemia estaba
más fuerte en sus respectivos países y que llegan al continente americano,
específicamente a México, en un promedio de 14 días tiempo que dura el
coronavirus en manifestarse y contagiar.
Si a esto agregamos que otras enfermedades, incluso desconocidas,
pueden estar contenidas en los desechos del personal que trabaja en los barcos,
que pudieran tener consecuencias similares a las del coronavirus, México se
quedaría indefenso ante este tipo de enfermedades.
Los puertos son parte de un pilar económico que sostiene a México,
en ellos se desarrolla el turismo, la pesca, la extracción de petróleo, el
comercio, así como creación de empleos y hasta el bienestar social, pero este
esplendoroso progreso es empañado por la contaminación marítima. Nadie hace
nada y el daño parece acrecentar.
Recordemos que, de las 32 entidades de la República Mexicana, 17
cuentan con litorales, es decir, una extensión total de 11,500 kilómetros de
territorio nacional que nos conectan con más de 145 países, este mérito nos
ubica en el puesto número quince en el mundo al tener una mayor extensión de
costas.
Sumemos los 102 puertos y 15 terminales fuera de puerto que se
encuentran distribuidos en el territorio, los cuales pueden recibir hasta más
de 500 millones de toneladas.
Sin embargo, la contaminación marítima es una constante activa, ya
que los complejos industriales portuarios son causantes de esta actividad en
agua, aire y ecosistema. Esta polución conlleva a que gran parte de las
ciudades costeras en donde existe algún puerto tengan una mala calidad del
aire, debido a las emisiones de gases contaminantes de los grandes barcos y
buques mercantes, así como por la actividad portuaria realizada a diario.
En un estudio realizado por la Oficina Nacional de
Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) admitieron
que la navegación marítima comercial, emite cerca de la mitad de las emisiones
contaminantes que la que despiden los automóviles, alcanzando las 900 mil
toneladas métricas de partículas contaminantes al año. Esto quiere que decir
que cerca de 60 mil muertes al año se han producido por los gases tóxicos
emitidos por el tráfico marítimo.
Cabe resaltar que la NOAA es responsable de describir y predecir
los cambios en el medio ambiente mediante la investigación de los océanos, la
atmósfera, el espacio y el sol.
Ahora bien, las mayores cantidades de contaminantes se emiten de
los barcos, esto debido a su dimensión, a más grandes mayor será la polución,
esto se calcula debido al tamaño de sus motores, los barcos de mayor tamaño pueden
usar tanto combustible como el que usaría una central termoeléctrica pequeña,
asimismo cuenta la baja calidad de los combustibles que utilizan, esto se
traduce en contaminación mayor y peligrosa para nuestras aguas.
Aunque se observa como un desafío en gran escala el socorrer a las
aguas mexicanas sería el tratamiento de aguas marinas, no existe un
proyecto que puedan considerar para contratar, a pesar de que la oferta es
amplia y poco costosa, sobre todo si lo comparamos con los daños irreversibles
contra la naturaleza, que responde herida como lo hizo con el coronavirus con
los seres humanos.
Debe haber alternativas para sanar los efectos de la
contaminación. El gobierno debe hacer esfuerzos para que se note ese cambio, un
cambio que parece no llegar.
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