COLUMNA

ALMA GRANDE
Representantes ricos, representados pobres
Fecha: Diciembre 23 de 2016
Por Ángel Álvaro Peña

Cuando la democracia representativa como la que vivimos tiene vicios de origen poco puede hablarse de democracia porque los responsables de crear el equilibrio, sólo acentúan las desigualdades.

La aprobación del bono secreto de los legisladores que ellos mismos se adjudicaron argumentando que habían sido los mexicanos quienes se lo otorgaban, es una ofensa al resto de la población, incluyendo a la administración pública y la clase política del país.

En medio de una crisis económica sin precedente, cuyas causas se originan en el desvío de la verdadera política y la falta de eficiencia en el Poder Legislativo y a pesar de ser culpables de la crisis económica que vive la mayoría de los mexicanos, ellos amplían la diferencia entre los mexicanos y ellos mismos se separan cada día más de la población a la que dicen representar.

Porque con este tipo de auto-premios lo único que hacen es desmotivar a la población a votar. El abstencionismo es una expresión social que crece sin detenerse en las últimas elecciones, con este tipo de decisiones de legisladores como los mexicanos, provocan una mayor pasividad electoral entre los empadronados.

Y un representante popular que es producto de una elección con poca participación es un político sin legitimidad. Porque la mayoría que le da el triunfo, en realidad es una minoría de mexicanos.

El bono secreto dividió hasta a los propios legisladores. Hubo quienes no permitieron que cayera en sus cuentas, quienes no lo aceptaron, pero no lo regresaron; quienes lo aceptaron pero dijeron que lo donaría a una causa justa, pero también hubo los no sabían en qué gastarlo.

Por ejemplo, los 207 diputados del PRI, aseguraron tener absoluta libertad de decidir el destino que darán a los recursos que, por acuerdo de la Secretaría General, se pusieron a su disposición a través del Comité de Administración para el apoyo parlamentario y la gestión social.

La Secretaría General de la Cámara de Diputados, encargada de la administración de esta instancia legislativa, en coordinación con el Comité de Administración determinaron, como cada año, destinar una suma, por igual para los 500 diputados federales, a fin de atender necesidades de gestión social, para hacer frente a los aguinaldos de sus colaboradores que no están en la nómina oficial y para los gastos que el desempeño de su labor de representación popular implican.

Es decir, que los amigos, familiares y aviadores que dicen ser asesores de los diputados sirvieron de pretexto para que este bono naciera como una burla a todos los mexicanos pobres y ricos.

Porque los diputados tienen ayudantes para todo, desde chofer hasta el que le enciende el cigarrillo. Esos son sus asesores, los familiares, los amigos y los amigos de los amigos.

La Cámara de Diputados tiene destinado, dentro de su cuenta corriente, una cantidad de dinero para los asesores de los diputados, pero son tantos auxiliares y secretarias que a pesar de que nunca justifican su presencia en ese recinto, sus salarios deben ser cubiertos por los propios legisladores quienes pagan el precio de sentirse señores feudales, que mantienen una sorda competencia para ver quién tiene más ayudantes que nada aportan a la vida legislativa del país, pero sí la afectan al servir de pretexto para que le sean otorgados este tipo de bonos que indignan a los mexicanos.

Aquí algunos ejemplos de quienes hicieron público el destino de su bono. El coordinador de la fracción tricolor, César Camacho, lo donará a las familias de reos que se encuentran recluidos en cárceles del Estado de México; la diputada Azul Etcheverry lo donó a una clínica de autismo en Guanajuato; mientras que Ivonne Ortega decidió declinar su recepción.

Siete diputados integrantes de la bancada priista de Hidalgo declinaron al apoyo de gestión social, que le corresponde a cada uno. Pedro Luis Noble, Alfredo Bejos, Jorge Márquez, Gloria Hernández Madrid, Erika Rodríguez Hernández, Rosa Guadalupe Chávez Acosta  y su coordinador Fernando Moctezuma, anunciaron su decisión el pasado 15 de diciembre, también hicieron el anuncio en el mismo sentido Adriana Ortiz Lanz, de Campeche y Manuel Vallejo Barragán, de Morelos.

La diputada mexiquense Carolina Monroy decidió donarlo a un albergue, en el Estado de México, que atiende a mujeres víctimas de violencia; los diputados coahuilenses Jericó Abramo Masso y Jorge Enrique Dávila Flores, donaron dichos recursos a la Cruz Roja de la entidad y a una Casa Hogar de Saltillo, respectivamente.

El vice coordinador parlamentario, Jorge Carlos Ramírez Marín dijo que lo utilizará para pagar a los colaboradores que no están adscritos a la Cámara de Diputados, como parte de las prestaciones de ley a la que tienen derecho, además para gastos inherentes con la comunidad.

Además, se informó que 36 legisladores de Morena rechazaron el bono, 23 de Movimiento Ciudadano, un independiente (Manuel Clouthier), dos del PRD (Waldo Fernández y Agustín Basave), uno del PVEM y uno del PAN, Javier Bolaños.

Para variar los diputados veracruzanos dieron la nota al no decir “esta boca es mía” a la hora de dar a conocer el destino de ese bono que nunca pudo ser secreto como querían los diputados. Seguramente fue a parar a su bolsillo.

Es decir, los diputados intentaron actuar a espaldas de los ciudadanos, quienes nunca fueron consultados para darles ese premio en efectivo, a quienes nunca representan sus intereses, ni dan a conocer en el Congreso sus inquietudes ni sus necesidades.

Como vemos, no hay necesidad económica en los legisladores que representan a los sufridos mexicanos, que son quienes enfrentan la crisis económica.

En la clase política no hay crisis, porque cuando requieren más lujos se sacan de la manga bonos como este que les permite estar lo suficientemente alejados de sus representados como para no confundirse con ellos.

Las repercusiones políticas y sociales de este bono, en tiempos en los que los propios legisladores obligan a los ciudadanos a apretarse el cinturón, son muchas y se expresan desde diferentes segmentos de la población, lo cierto es que su aprobación ha conmocionado a la sociedad mexicana y esa indignación tendrá repercusiones que después los legisladores no podrán controlar y utilizarán la forma más fácil y eficaz para terminar con el descontento social: la represión.

Es decir, los diputados son responsables de buena parte de la actual situación que vive México, pero ellos no comparten los sacrificios ni la crisis con sus representados, quienes deben librar la pobreza, que se convierte en miseria… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

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