SANTO el Enmascarado de Plata a 100 Años de su Nacimiento
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Hombre
que con quistó no sólo al público en los cuadriláteros, también con sus
películas y sus comics
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La
revista “Santo el Enmascarado de Plata”, tuvo un tiraje semanal de un millón de
ejemplares, algo increíble en su época
Por
Francisco Vargas Perales
Un
personaje mítico que logró llamar la atención a los mexicanos durante cuatro
décadas fue Rodolfo Guzmán Huerta, luchador que ya enfundado su rostro con una
máscara brillosa y plateada y su inconfundible capa, se hacía llamar “Santo, el
Enmascarado de Plata”. Su presencia durante los años cuarenta al ochenta del
siglo pasado, era coreada por multitudes que abarrotaban las arenas de todo
México y el extranjero, el México posrevolucionario necesitaba un ídolo a quién venerar y así
nació para los mexicanos “Santo, el Enmascarado de Plata”.
Su
nombre era Rodolfo Guzmán Huerta, nació en la ciudad de Tulancingo, Hidalgo, el
23 de septiembre de 1917, hace ya cien años. Ocupó el lugar número cinco de
todos sus hermanos. Rodolfo Guzmán en su natal Tulancingo practicó diferentes
deportes, béisbol, futbol americano, lucha Grecorromana y Jliu-Jitsu. Ayudado
por Miguel su hermano mayor que gustaba de la lucha libre, es como Rodolfo
Guzmán se inicia en este deporte. Miguel
se hacía llamar “Black” Guzmán. En la
década de los veinte, la familia Guzmán buscando mejores horizontes, decide
emigrar a lo que empezaba ser la gran ciudad de México y en esta se instalan en
el barrio bravo de Tepito, en donde Rodolfo empieza a visitar los gimnasios de
la capital y a practicar la lucha libre profesional ya con el nombre de “Rudy”
Guzmán. En sus inicios allá por 1934,
Rodolfo Guzmán usó profesionalmente varios nombres como, “El Hombre Rojo”, “El
demonio Negro”, “El Incógnito”, “El Enmascarado” y otros.
Pero
su leyenda se empezó a forjar cuando su entrenador le sugiere que use una
máscara más llamativa y otro nombre, Rodolfo Guzmán fue con el sastre que
diseñaba máscaras y vestuario para los luchadores y le transmite su inquietud,
y el artesano le dice, que precisamente estaba esperando a la persona indicada
para venderle una máscara a la que le tenía bastante confianza y sabía que
quién la portara iba a triunfar y de ahí salió Rodolfo Guzmán Huerta ya con el
nombre de “Santo el Enmascarado de Plata”, que con la máscara plateada y su
capa que siempre portó salió bajo los mejores augurios a cosechar triunfos y a
conquistar multitudes.
En
1952 empezaba a llegar la televisión a los hogares, y el empresario Emilio
Azcárraga Vidaurreta necesitaba programas más atractivos que llamaran la
atención a los incipientes televidentes y fue necesario que cámaras y
micrófonos salieran de los estudios para buscar algo más atrayente y así es
como llegan las cámaras a la Arena México de la misma capital de la república;
empiezan a transmitirse las peleas de box los días sábados por la noche y los
encuentros de lucha libre los días miércoles.
Es así como tele sistema mexicano (ahora televisa), encuentra un filón
de oro y “Santo el Enmascarado de Plata”, encuentra mayor proyección, personaje
carismático que arrancaba los aplausos de los espectadores y televidentes en
cada una de sus llaves que lo hacían vencer a sus oponentes arriba del ring.
En
esa misma década de los cincuenta y debido a que el “Enmascarado de Plata”
triunfaba en todas las plazas de la república ganando fama y popularidad, el
editor José Guadalupe Cruz, le propone protagonizar una revista en donde el
héroe sería el “Santo”, que lucharía por la justicia, por el bien y por los
desvalidos y así nace la revista (comic), que fue por esos años una de las
revistas más vendidas en México, con un tiraje de un millón de ejemplares
vendidos semanariamente, sería la revista “Santo el Enmascarado de Plata”, una
de las tres revistas con más tiraje que se editaban en aquella época.
La
fama de “El Enmascarado de Plata”, con la revista y la televisión se
acrecentaba y por lo mismo los productores cinematográficos quisieron ser parte
de las ganancias que producía “El Santo”
y le propusieron ser el héroe de películas mexicanas, el héroe que la industria
del celuloide estaba esperando y el 14 de enero de 1952, Rodolfo Guzmán Huerta,
interpretando a “Santo el Enmascarado de Plata” filma su primera cinta
cinematográfica ambientada en los cuadriláteros, pero cuyo héroe se daba tiempo
para pelear contra los malos y contra los monstruos que ya empezaban a aparecer
en las películas nacionales.
Como
dato curioso se cuenta que el “Santo” estaba terminando de filmar una película
en la Habana, Cuba, cuando Fidel Castro hacia su entrada en la capital cubana
como vencedor de la revolución. Fueron
innumerables las películas que filmó el ”Santo” en diferentes épocas, su paso
por el cine mexicano atrajo a productores que trataron de igualar su
trayectoria haciendo películas con
diferentes luchadores enmascarados como “El Médico Asesino”, “Blue Demon”, “Mil Máscaras” y otros, pero no lograron igualar el triunfo de “El
Enmascarado de Plata”, perdiéndose en el tiempo y el espacio.
Rodolfo
Guzmán Huerta el legendario “Santo”, murió el cinco de febrero de 1984 en la
ciudad de México, D. F. ya cuando estaba retirado de los encordados; su última
actuación la tuvo en el teatro Blanquita, en donde protagonizaba actos de
escapista. La lucha libre, el deporte
que le había dado fama y fortuna lo había abandonado meses antes debido a una
dolencia en el corazón, misma que le
llevó a la muerte, pero “Santo el Enmascarado de Plata”, sigue viviendo en el
corazón de los mexicanos.
Este
23 de septiembre se cumplirán cien años de que naciera un gran ídolo del pueblo
mexicano, que con sus batallas en los encordados, con sus aventuras en la
revista y sus cintas cinematográficas, logró la distracción de niños y adultos,
un personaje de los que hacen falta en la actualidad, para que el pueblo salga
del marasmo donde lo ha arrinconado la crisis económica que se vive en el país,
que a pesar de la alta tecnología que se ocupa como el internet, el pueblo no
logra olvidar sus problemas y vicisitudes. Hacen falta héroes como “Santo el
Enmascarado de Plata.”
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