Periodismo, Morir en
el Golfo
ALMA GRANDE
Por Ángel Álvaro Peña
Para ser periodista en México se requiere vocación de suicida. No
hay nadie ni nada que detenga los asesinatos de los comunicadores en México. A
lo largo y ancho del territorio nacional los periodistas caen muertos, y no hay
autoridad que pueda explicar esta aberración.
Otra vez un periodista muerto. Otra vez en Veracruz. A Jorge Ruiz
Vázquez, reportero del periódico El Gráfico de Xalapa, lo mataron
en La Bocanita, municipio de Actopan, en la zona centro del
estado de Veracruz.
Es precisamente en Veracruz donde el mayor número de periodistas
ha muerto. En esta administración que acaba de cumplir ocho meses, no había
habido una sola declaración sobre los casos de los periodistas asesinados.
Ahora el gobernador, con una respuesta que no es propia de un servidor público,
señaló que no se le puede poner un policía a cada periodista. El desprecio de
esta administración estatal hacia el oficio de la información no tiene
precedente y ha excedido todo tipo de expectativas.
La Secretaría de Seguridad Pública de la entidad, recibió un
reporte, en el lugar identificaron a Jorge Celestino Ruiz Vázquez, de inmediato
se supo que se trataba del periodista.
La dependencia aseguró, casi al momento de saber que se trataba de
Jorge Ruiz Vázquez, que brindó vigilancia tanto al periodista como a sus
familiares desde el 24 de octubre de 2018, y el 24 de abril de 2019 se renovó
la vigilancia por 6 meses más debido a un oficio emitido por el Fiscal
especializado.
Esto hace inexplicable el asesinato. Porque desde la perspectiva
del Mecanismo, que preside Aarón Mastache Mondragón, eso es un hecho inusitado,
cuando en realidad ese organismo, dependiente de la Secretaría de Gobernación,
poco ha hecho por evitar los asesinatos de los comunicadores.
El Mecanismo debe ser un agente preventivo; sin embargo, sólo
actúa como consuelo a las familias de los periodistas asesinados, dándole el
pésame. Esta es la única actividad real que desarrolla el Mecanismo de
Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.
Porque todo indica que el problema surge en que debajo de
Mastache, es decir, en el área operativa, están los mismos del sexenio
anterior. Esto puede interpretarse de muchas maneras y resulta que puede
ubicarse en ese punto el sabotaje al Mecanismo, donde ha colocado mucho de su
trabajo el subsecretario Alejandro Encinas, y, por lo tanto, debería ser una
verdadera esperanza para el gremio.
El Mecanismo que protege a los periodistas se ha vuelto cada vez
más lento e insensible. Incluso se sabe que algunos comunicadores se han
amparado ante el retiro de la protección y, a pesar de eso, no han reintegrado
el servicio a periodistas que son amenazados. Esto debe investigarse para que
no haya una sola muerte más de un compañero.
Ruiz Vázquez ya había recibido amenazas contra su seguridad por su
trabajo como reportero. El año pasado, su vehículo fue baleado mientras
se encontraba en su domicilio.
El gobernador del estado de Veracruz, Cuitláhuac García, condenó
el asesinato del periodista e informó: “Daremos con los responsables; su
asesinato no quedará impune”.
Sin embargo, se trata de un anuncio fuera de tiempo, de una
participación tardía, de una promesa ya incumplida desde antes de que este fin
de semana lo expresara públicamente.
Uno de los problemas que impiden las investigaciones en el Estado
de Veracruz es el pleito personal que protagonizan el fiscal Jorge Winckler y
el gobernador Cuitláhuac García, quienes se desmienten en todo momento e
impiden que la justicia termine con la violencia que impera en la entidad.
Para el gobernador el simple hecho de escuchar el nombre de Jorge
Winckler le angustia, a pesar de que el suyo es un cargo de elección popular y
el del fiscal un dedazo de los legisladores.
Hay quienes aseguran que el pleito fue orquestado por el líder del
Congreso local, y ahora no sabe el problema en el que metió al gobernador. Como
si se tratara de una pelea de gallos, pero con muertos de por medio y esto es
imperdonable.
La administración del gobierno del estado ha roto no sólo la
congruencia entre la promesa y la acción, sino que acabó con la esperanza de
miles de veracruzanos que creyeron en un cambio que pareciera que con estos
personajes nunca llegará.
Lo único cierto es que ya no puede haber un periodista más
asesinado. Su muerte no sólo es responsabilidad de quienes disparan sino de
quienes ordenan el asesinato y de quienes permiten que estos delitos queden
impunes. PEGA Y CORRE. – La locura agresiva del presidente de
Estados Unidos llegó a los hechos y su política tiene en siete mexicanos a
víctimas de ese derroche de agresividad al morir en una balacera que bien pudo
evitarse si se restringiera el acceso a las armas en ese país. Las
autoridades mexicanas cuentan ya con los datos de los mexicanos que fueron
asesinados el sábado durante un tiroteo en El Paso, Texas… Esta
columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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