Desde el Café
Bendita justicia; justicia divina
Bernardo Gutiérrez Parra
Javier Duarte de Ochoa ¿lo recuerdan? Es el sujeto
que hace dos años salió huyendo del estado y del país acusado de haberse robado
él solito, más de 20 mil millones de pesos del erario. Para lograrlo dejó sin
apoyo a los campesinos, sin medicinas a los enfermos, sin alimentos a los más
necesitados, sin becas a los estudiantes, sin dinero a la Universidad
Veracruzana y en la vil inopia a los pensionados.
Durante su periodo como gobernador hubo cientos de
ejecutados en Veracruz (entre ellos 20 periodistas). Además, decenas de madres
y viudas lo acusan de desaparición forzada.
Meses después de su fuga fue capturado en Guatemala
y extraditado a México en medio de un escándalo mediático, para ser internado
en el Reclusorio Norte.
Los aciertos de sus abogados combinados con las
pifias de la PGR, hicieron que un juez lo condenara a nueve años de prisión y a
pagar una multa de 58 mil 890 pesos, debido a que sólo lo juzgaron por lavado
de dinero y asociación delictuosa.
Duarte pertenece a esa “nueva generación de
políticos priistas” (según presumió Enrique Peña), entre los que destacan
Roberto Borge, César Duarte, Tomás Yarrington y Jorge Torres, que se dedicaron
a saquear a sus respectivos estados. Con la diferencia de que Javier se los
lleva de calle a todos por el monto de lo robado.
A pesar de las evidencias el ex gobernador
veracruzano jura que es inocente; niega ser dueño de las mansiones que dicen
que posee; ni por equivocación tomó un peso del erario y si su esposa es vecina
de la reina Isabel de Inglaterra, es gracias a la generosa ayuda de sus amigos.
Por lo anterior, está solicitando a un juez que le
reduzca la sentencia de nueve años y se la catafixie por una de cuatro y medio
a fin de obtener su libertad bajo caución.
Como es de todos sabido, Duarte aceptó un juicio
abreviado con lo que obtuvo una pena ridícula. Luego se inconformó y apeló a la
sentencia; más tarde se volvió a inconformar y dijo que lo había pensado mejor
y dejaba las cosas de ese tamaño, es decir, cumpliría con los nueve años. Pero
esta semana amaneció con ganas de largarse del Reclusorio y por ello está
apelando nuevamente a la sentencia condenatoria.
¿Qué sigue ahora?
Si el juez admite su reclamación la turnará a un
Tribunal Unitario de la Ciudad de México. En esa instancia un magistrado
estaría en posibilidad de reponer, revocar, modificar o confirmar su castigo.
Pero si se da este último caso, es decir, si le confirman la pena, a Duarte le
quedaría una carta bajo la manga: el amparo directo ante un Tribunal Colegiado.
¿Qué va a pasar?
Que el gordo saldrá inexorablemente del bote ya sea
en unos meses, si lo complacen dándole cuatro años y medio, o en tres años si
le confirman su permanencia de nueve años.
¿Y los veracruzanos a los que esquilmó con miles de
millones de pesos? Que se frieguen, quién les manda a nacer jodidos. ¿Y los
familiares de los desaparecidos? Que busquen a otro tarugo a quien cargarle a
sus muertos. La PGR “olvidó” agregar la acusación de desaparición forzada en la
petición de extradición y es casi imposible que lo juzguen por ese delito.
Pero a ver, le decomisaron 40 inmuebles ¿esos sí se
devolverán a los veracruzanos? Negativo. Dicen sus abogados que ese decomiso
fue ilegal porque ninguno de los bienes está a nombre del acusado. Muy
probablemente les sean devueltos a sus dueños; los prestanombres de Javier.
En eso terminará el sainete surgido alrededor de un
sujeto que, se llegó a pensar, pasaría el resto de su vida en prisión.
No sé tu lector, pero como que ya comienzo a
escuchar las carcajadas de burla que está soltando ese bandido.
Bendita justicia y justicia divina para aquellos
que tienen un dineral para comprarla.
bernardogup@hotmail.com
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