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Luis
Velázquez/ Escenarios
Veracruz. 08 de octubre de 2016.-1 A partir del primero de diciembre, la elite priista de Veracruz vivirá la peor soledad política. Luego de 87 años en el trono imperial y faraónico dejarán el palacio principal de gobierno de Xalapa y por vez primera serán oposición. Y habrán de aprender a serlo. La alianza del PAN y PRD, partido de derecha, partido de izquierda, los descarriló. La primera batalla la enfrentarán luego enseguida con la elección de los 212 presidentes municipales y los más de 3 mil síndicos y regidores. Y como la llave de la secretaría de Finanzas y Planeación, SEFIPLAN, estará cerrada durante 24 meses, los caciques regionales serán mano. Ellos se convertirán, por sus dineros, en los grandes electores…así tengan al mejor en la presidencia del CDE del PRI. Ningún grupo empresarial, ningún grupo delincuencial, apostará por ellos. Perdieron la gubernatura. Y perdieron la mayoría en el Congreso local. Incluso, y hasta para revisar las Cuentas Públicas de los años 2015 y 2016 de Javier Duarte… parirán chayotes. Necesitarán, a fuerza, una alianza, que se mira inverosímil. Ricardo García Guzmán en Pánuco, lo que resta de Alberto Silva en Tuxpan y de Alfredo Gándara y Pablo Anaya en Poza Rica, por ejemplo, “los señores de horca y cuchilla” serán los factótums en quienes el PRI descansará para ver si pueden resucitar, si se considera que en política “no hay hombre muerto” ni tampoco partido político. Mario Zepahua Valencia en Zongolica, Jorge Uscanga Escobar en Catemaco, Nemesio Domínguez en Santiago Tuxtla, Jorge Carvallo en San Andrés Tuxtla, Érick Lagos en Isla, las hermanas Fabiola y Regina Vázquez Saut en Acayucan y Marcelo Montiel Montiel en Coatzacoalcos, figuras caciquiles, serán los mecenas de su partido y los electores de sus candidatos. Y quien gane la elección se quedará con el Ayuntamiento, digamos, como su caja chica.
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Ya desde ahora hay una rebatinga por el CDE del PRI. Que Javier Duarte quiere imponer otra vez a Érick Lagos y/o a Jorge Carvallo. Que Héctor Yunes Landa, al suyo. Incluso él mismo para tener más juego de cara a la posible nominación de la candidatura a gobernador. Que Felipe Amadeo Flores Espinoza, pian pianito, con bajo perfil, juega de manera zorruna para quedarse, perfilando hasta una alianza con Miguel Ángel Yunes Linares, pues la amistad entre ellos data desde Rafael Hernández Ochoa, y oh paradoja, nunca ha tenido altibajos. El caso es que la recomposición de fuerzas políticas está revolcada y turbia, y más ahora cuando la guillotina de la Procuraduría General de la República, PGR, está sobre Javier Duarte, JD, y Vicente Benítez, acusados de enriquecimiento ilícito y peculado, además de sobre otras 34 personas. Y como dice el politólogo Carlos Ronzón Verónica, cada día que JD permanezca en el poder de aquí al fin del sexenio (dentro de 54 días), el tricolor terminar hundiéndose más en el abismo. Más hundido quedará si JD termina el periodo constitucional, y de igual manera que Rodrigo Medina en Nuevo León y Guillermo Padrés en Chihuahua (con todo y sus 40 amparos federales), se va en la impunidad, luego de tantas y tantas y tantas acusaciones de desvíos del erario. El góber tuitero y los suyos “ordeñaron la vaca” como gustaba de exclamar Gerardo Buganza Salmerón en su tiempo de gloria y esplendor como secretario General de Gobierno. Pero además, empobreció a Veracruz y lo entregó a manos de los carteles y cartelitos. Lo peor, digamos, lo imperdonable para la familia priista: provocó el lanzamiento de su partido del palacio y del Congreso local.
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El único consuelo que los priistas abrigarían es que el 5 de junio fueron derrotados en seis entidades federativas más, en que perdieron la gubernatura. Y si JD está en la mira de la PGR, el otro consuelo es que también otros mandatarios que lo han dejado de ser. César Duarte en Chihuahua y Roberto Borge Angulo en Quintana Roo, por ejemplo. “Encarcelaré a mi antecesor” aseguró Javier Corral en el discurso de toma de posesión en Chihuahua. Además, si el PRI en Veracruz quedó hecho añicos, sin un pastor partidista predominante a quien seguir, igual se encuentran en otras entidades federativas, como Guerrero, Michoacán, Guanajuato, Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua, Quintana Roo y Morelos. Serán los signos de los tiempos. Pero ya desde ahora en Veracruz hay muchos Pris, tantos como líderes municipales y regionales de largo alcance. Y por añadidura, nada para nadie. Cada quien habrá de concentrarse en su capilla. Y más, porque si el Yunes azul encarcela, como juró y perjuró en la campaña electoral, a Javier Duarte y uno que otro duartista, entonces, se irá a las alturas y para el año entrante el PAN y PRD en alianza, más Morena aparte, ganarían de todas todas, y ni se diga en el año 2018, con la elección de los diputados locales y federales, y senadores, y gobernador y presidente de la república. Es más, en el pasillo político la bolita de cristal refiere que Yunes Linares entregará la estafeta a uno de sus hijos, con todo y que lo pudieran criticar de nepotismo. Finalmente, el filósofo José López Portillo se pavoneaba con “el orgullo de mi nepotismo” que era su hijo José Ramón. Además, en el relato bíblico todos los reyes heredaban el poder a sus hijos, incluso, hasta por 40 y 50 años, sin que nadie chistara. Lo más canijo, hubo jerarcas que heredaron el trono a los 10 años de edad, rodeados, claro, de un consejo de ancianos, los leales al padre. Yunes Linares descuartizará al PRI, por otra razón: en el Chirinos, presidente del CDE del PRI, las tribus y hordas tricolores se juntaron provocando su derrota en 107 municipios. Y la venganza, dice la biblia, tiene el sabor de la paciencia. Les llegó la hora. Yunes, desquitándose de aquella afrenta milenaria. Ramón Ferrari Pardiño, Gustavo Arróniz Zamudio y Mario Zepahua Valencia, entre otros, estarán más que aterrorizados… |
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