Reclusorios, futuro de gobernadores
ALMA GRANDE
Por Ángel Álvaro Peña
Las
cárceles en México están saturadas. Hay una sobrepoblación sin precedente, y
las condiciones de vida son infrahumanas.
Así,
en el 88 por ciento de los penales estatales y el 45 de los federales no se
separa a sentenciados de procesados. En 2014 se registraron, por ejemplo, mil
471 riñas.
A
fines de 2014 había 223 mil 656 presos en 269 edificaciones diseñadas para dar
cabida a 173 mil 400 camas. En 23 entidades el número de internos rebasaba la
capacidad instalada (Nayarit en 177 por ciento; Estado de México en 126;
Hidalgo en 100; Jalisco en 82 y Durango en 58).
El
costo de manutención para cada reo fue de 52 mil pesos en promedio al año. En
ese lapso, al cruzar los datos de la población carcelaria en el país y los
presupuestos estatales, se aprecia que en los dos extremos del espectro están
Guanajuato y San Luis Potosí, pues el primero destinó 135 mil pesos por sujeto
y el segundo apenas siete mil.
En
fin, la tareas prioritarias de los gobernadores en las diferentes entidades del
país, rara vez se ubican en la infraestructura carcelaria, cuando es uno de los
rubros que más debería interesarles, sin embargo, el discurso oficialista de
más de un mandatario estatal se centra en diferentes aspectos del desarrollo
estatal, tal es el caso de las carreteras, los puentes que han dejado grandes
cantidades de dinero no sólo a las empresas constructoras sino a los
funcionarios públicos encargados de estas tareas.
La
realidad de los reclusorios obliga a los reos a salir cuanto antes para dejar
atrás una condición infrahumana de deterioro progresivo y humillaciones
como las mostradas en un video en Apodaca, o bien las fugas recientes, la
primera en el penal de Aguaruto, Sinaloa, donde se fugó el hijo de Juan José
Esparragoza, El Azul, Juan José Esparragoza Monzón, alias “El Negro” o “El
Azulito”.
Este
jueves, la fuga de 29 reos del Centro de Ejecución de Sanciones en Ciudad
Victoria, se realizó a través de un túnel que mide cinco metros de profundidad
por cuarenta de largo, método similar al utilizado por “El Chapo” Guzmán, en
sus fugas.
La
fuga pudo estar planeada sólo por algunos de los reos fugados, pero la mayoría
aprovecharon la oportunidad, prueba de ello fue el hecho de que a pocas horas
de la fuga localizaron a 12 de ellos.
Las
condiciones infrahumanas, el sobrecupo, el maltrato, en los diferentes
reclusorios a lo largo y ancho del país, obligan a los internos buscar una
salida inmediata, mientras que irresponsablemente los mandatarios estatales no
voltean la mirada hacia este tipo de infraestructura que debería interesarles
más y no sólo porque se trate de una de las muchas tareas que un gobernador
debe realizar sino porque ellos mismos pudieran estar involucrados en el
problema, y lo que es más grave, la posibilidad de que sean víctimas del
descuido no es remota.
Los
gobernadores deben hacer un alto en sus actividades diarias y empezar a pensar
no sólo en la manera de cometer delitos de cuello blanco, sino en la
posibilidad que alguno o algunos de ellos puedan estar dentro de alguno de
estos penales que ahora descuidan hasta lo inhumano.
Personajes
de oscuro historial, tales como Javier Duarte, César Duarte, Roberto Borge
Angulo, y los ex mandatarios estatales, Tomás Yarrington, Eugenio Hernández
Flores, Rodrigo Medina, quien estuvo sólo unas horas en el penal de Topo Chico
en meses pasados, y el propio Guillermo Padrés Elías, quien se entregó
prácticamente a la justicia sin reestructurar las condiciones de los
reclusorios en su entidad, donde la gobernadora Claudia Pavlovich anunció que
en junio entrará en funcionamiento el centro Puerta a la Libertad, que atenderá
a 200 internos listos para reincorporarse a la sociedad.
Claudia
Pavlovich abatió el 42 por ciento de sobrepoblación que se tenía de 11 mil reos
en los 13 centros de reinserción social; actualmente hay 7 mil 800 internos.
Nadie sabe para quién trabaja.
Los
gobernadores deberían entender que construir escuelas, remodelar universidades,
crear instancias educativas no les sirve a ellos en lo personal, porque es bien
sabido que ningún funcionario público regresará a estudiar a las aulas.
En
lugar de dar confort a los centros educativos, a donde nunca van a volver los
funcionarios públicos, deben darle comodidades mínimas a las celdas de los
centros penitenciarios que tienen en el olvido a lo largo y ancho del
territorio nacional, a donde sí podrían ingresar más de un gobernador y varios
funcionarios públicos.
Los
arriba mencionados y otros en funciones, sobre todo el caso de evidente
impunidad del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, debieron poner atención
a sus cárceles, porque cada día están más cerca ellas y los funcionarios
públicos de formar parte de los reclusos.
La
impunidad que ha caracterizado a gobernadores y ex gobernadores, a pesar de sus
excesos, debe tener fin. Incluso para fines electorales, los diferentes
partidos políticos deben coadyuvar a que sus militantes que logran obtener
cargos públicos, deban ser sancionados y no encubrirlos como ha sucedido en
varias ocasiones en los diferentes partidos.
Porque
los delincuentes dentro y fuera de los reclusorios, parecieran tener la
vanguardia al lograr escapar sin ser capturados en su mayoría.
Un
ejemplo de ello se ubica en la infraestructura de los túneles, construcciones
en la que parecieran ser expertos. En Veracruz, por ejemplo, se construye un
túnel sumergido en Coatzacoalcos, fue inaugurado en agosto del año pasado, pero
no ha sido puesto en funcionamiento.
Lo
que debieron hacer los últimos gobernadores veracruzanos fue solicitar ayuda a
los ingenieros de personajes como El Chapo, quien sin licitación de por medio,
supo escoger al mejor para realizar su fuga. Lo mismo sucedió con los reos
fugados en Tamaulipas, porque si bien capturaron a casi la mitad de los que se
escaparon, el túnel siguió firme y sin una sola cuarteadura.
Si
vemos la calidad de los túneles que construyen los reclusos de los diferentes
centros penitenciarios, como es el caso del que sirvió para que se fugaran los
29 reos en Tamaulipas, podemos advertir que las autoridades carcelarias y las
encargadas de crear infraestructura en el país, están rebasadas.
De
ahí que sea necesario que los gobernadores piensen a futuro, y no porque hagan
historia al renovar la estructura de sus centros penitenciarios, sino porque
puede haber un penal en el futuro de más de un gobernador.
La
impunidad para ellos debe terminar antes de que inicien las campañas de
proselitismo de 2018. De ahí que los mandatarios estatales deban pensar en su
futuro… Esta columna se
publica los lunes, miércoles y viernes.
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