Veracruz en la línea de fuego
ALMA GRANDE
Por Ángel Álvaro Peña
Veracruz,
es sólo una abstracción cuando se trata del nombre solo. Separado de su
población, de su historia, de su futuro.
La
palabra Veracruz puede remitir a muchos hechos históricos que protagonizó su
pueblo, pero Veracruz, por sí mismo, es sólo una palabra.
Esto
deben entenderlo quienes arremeten contra la entidad como si se tratara del
infierno del país. Es en Veracruz donde sucede todo lo malo que en el
presente puede afectar a un mexicano.
En
este escenario la proximidad de las elecciones tiene una gran influencia en la
calificación que desde los medios colocan, a veces de manera muy forzada,
contra la entidad.
Hay
quienes por denostar al gobernador o al gobierno, afectan a los más de 8
millones de veracruzanos que radican en su territorio. Ya ellos, sin excepción,
han padecido los estragos de actos de corrupción sin castigo.
Los
afectados de la buena o mala fama que puedan imponerse a un estado de la
República repercuten en la vida cotidiana de los veracruzanos, en su productividad,
en su esfuerzo diario, todo por decir que el partido que gobierna no es digno
de recibir un voto más de la población, el 4 de junio cuando se renueven los
212 municipios.
Se
habla de osamentas, de cementerios clandestinos, de desapariciones, como si
fuera el único estado de la república donde estos crímenes sucedieran. Nunca se
habla de la continuidad que siguen las investigaciones, los culpables no
existen, o simplemente se ocultan. Todo esto en nombre de un voto más o un voto
menos.
Resulta
por demás sintomático que a la hora en que se renovarán la totalidad de los
municipios de la entidad, se enumeren precisamente los nombres de localidades
tales como Pueblo Viejo, Veracruz, Oluta, Ixmatlahuacan, Perote, Misantla,
Teocelo, Coatepec, Emiliano Zapata, Tuxpan, Papantla, Acayucan, Jáltipan,
Nanchital, Chinameca, Cosoleacaque, Minatitlán, Coatzacoalcos, Agua Dulce,
Lerdo de Tejada, Rodríguez Clara, Isla, Alto Lucero, Alvarado, Chontla,
Moloacán, Oteapan, Tres Valles, Carlos A. Carrillo, Tihuatlán, Las Choapas,
Soconusco, Mecayapan, Chicalpextle, Cosamaloapan, Chacaltianguis, Castillo de
Teayo, Tampico Alto, Texistepec, Tlacotalpan, Ixtaczoquitlán, Córdoba y San
Rafael.
Ese
es el epicentro de las acciones delictivas, cuyos ejecutores se desconocen, porque
las investigaciones sólo arrojan aproximaciones, o en el peor de los casos,
especulaciones.
Hemos
afirmado en este espacio que la impunidad impera en Veracruz, pero es un
síntoma de toda la aplicación de la justicia en el país. La gran mayoría de los
delitos ocurridos en territorio veracruzano, corresponden al ámbito federal.
Es
decir, si la PGR no ha encontrado culpables, en Veracruz, tampoco ha definido
causas ni congruencia en las averiguaciones; sin embargo, pareciera que todo lo
malo que pasa en el país sucede en esa entidad.
En
Veracruz el problema se acentúa por la falta de recursos, ante el saqueo en
todas las áreas de gobierno, así, la infraestructura en los Servicios Médicos
Forenses y en la Dirección de Servicios Periciales son deficientes por la falta
de recursos económicos.
“Hay
falta de tecnología adecuada; falta de insumos indispensables, como reactivos
para perfiles genéticos; falta de personal suficiente adscrito a los Servicios
Periciales. Tenemos el apoyo de la Policía Científica de la Comisión Nacional
de Seguridad, de la Secretaría de Gobernación y de la Procuraduría General de
la República, pero debe reconocerse que el estado actual de los servicios
periciales de la Fiscalía resultan insuficientes para atender la problemática”,
expresa Jorge Winckler Ortiz, titular de la Fiscalía General del Estado.
Los
medios coinciden en números que en otros tiempos pudieran sonar a simples
aproximaciones o cálculos mal intencionados, como si se tratara de un
boletín enviado a los medios disfrazado de periodismo de investigación.
Ante
esta panorámica, se dice que en 43 ciudades de la entidad se detectaron fosas
clandestinas. Es decir, que el 20.28 por ciento de los municipios de Veracruz
está contaminado por la violencia. Porcentaje con el que piensa quedarse más de
un partido político de tres que en realidad van a competir en la entidad que
son Morena, PAN y PRI, en estricto orden alfabético. Pero no son tiempos de
equilibrios ante un descontento social generalizado y una falta de
infraestructura total.
El
voto de castigo tiene una inercia todavía no explicada satisfactoriamente por
los especialistas, que favorece a un partido más que otros y en la intención
del voto no pueden separarse el hartazgo por el partido que se rechaza y
simpatía por el que se favorece.
Es
decir, si lo que se pelea es una reacción favorable para beneficiar con el voto
a un partido político en específico, quienes insultan la inteligencia de los
veracruzanos tendrán un resultado adverso, o por lo menos no el esperado con
estas campañas de desprestigio donde los principales afectados son los
pobladores y no el gobierno en turno.
Es
más, podría decirse que nunca antes en la historia de Veracruz un gobierno
había reunido tantas razones para no cumplir con sus responsabilidades, porque
lejos de que haya intención o no de gobernar, está el gran obstáculo de la
falta de recursos que todavía no se sabe de donde podrán salir para resarcir el
daño impuesto a los veracruzanos desde el poder.
Incluso
en el mismo ámbito de la justicia, el propio fiscal de la entidad señala: “La
administración anterior fue negligente y desordenada en el ámbito de hallazgos
de restos no identificados. Al no ser procesados correctamente, sin obtener los
perfiles genéticos tanto de los restos como de familiares de personas
desaparecidas, cientos de cuerpos fueron enviados a fosa común sin ser
identificados. Además, el proceso de inhumación en fosas comunes tampoco era
ordenado, lo que genera incertidumbre sobre el número real de cuerpos enviados
a éstas”.
Es
decir, las causas de las críticas de quienes quieren descalificar el actual
gobierno veracruzano tienen, como nunca, una gran justificación: la carencia de
recursos para trabajar. El dinero para resarcir el daño llega a la entidad a
cuentagotas, de tal suerte que todavía no se sabe si la actual administración
pública es eficiente o no lo es, porque cualquier evaluación está fuera de
lugar mientras no se reponga el dinero que fue a parar a los bolsillos de
Javier Duarte y sus cómplices.
Pero
la prisa por descalificar al gobierno llevándose entre las patas a los
veracruzanos, la marcan los comicios del 4 de junio, donde más de un partido
político ve la urgente necesidad de descalificar lo que todavía no puede
calificarse.
No
es justificación sino sentido común, los tiempos electorales rebasaron los
tiempos de la razón y pareciera que es la hora de seguir perjudicando a los
veracruzanos en lugar de apoyar a los damnificados de este fenómeno llamado
corrupción, las críticas al estado se vuelven una acusación ligera e intrascendente… Esta columna se publica los lunes,
miércoles y viernes.
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