Desde el Café
Que siempre si hay que usar el trapito, dice López-Gatell
Bernardo Gutiérrez Parra
El lunes 27 de abril cuando se declaró en nuestro
país la Fase 3 de contingencia por Covid-19 y en varios estados se hizo
obligatorio el uso del cubrebocas, Hugo López-Gatell, en ese entonces rock star
de la 4T, dijo una de sus primeras mentiras: “No hay evidencia científica que
demuestre que el uso del cubrebocas comunitario sea útil para hacerle frente a
la epidemia causada por el Sars-Cov2”.
Y si existe evidencia científica, tan existe que la
misma Organización Mundial de la Salud recomendó, promovió y casi casi ordenó
su uso. “Lo que las mascarillas hacen es que previenen que una persona que
probablemente tenga la enfermedad la transmita a alguien más” dijo Tedros
Adhanom, presidente de dicha Organización.
Luego se vino a saber que López-Gatell soltó esa
barrabasada porque así se lo ordenó su jefe López Obrador debido a que México
se quedó sin cubrebocas. El stock que tenía se lo vendió a China (donde nació
la pandemia) para después recomprarlo treinta veces más caro.
De ahí que todo mundo comenzara a hacerse sus
cubrebocas con lo que fuera, mientras López-Gatell ha sido muy dubitativo con
el uso del trapito y ya se hizo bolas. Este martes dio dos versiones
diferentes.
En la conferencia mañanera dijo: “El cubrebocas no
es lo suficientemente eficaz para impedir que una persona que no se quiera
contagiar, se contagie, excepto que sea el cubrebocas indicado. Para que el
cubrebocas pudiera evitar (el contagio), tendría que ser de tres capas. Aun así
a través de los ojos se puede ingresar el virus Sars-Cov2. Las gafas
convencionales no son un mecanismo de protección”.
Y agregó como queriéndose lavar las manos: “No hay
ninguna resistencia al cubrebocas, es muy importante que no se confunda como si
hubiera dos bandos, los favorecedores del cubrebocas y los enemigos del
cubrebocas. Pensarlo así es una distracción, una confusión”.
(Que se sepa, los únicos dos enemigos del
cubrebocas que tiene el país son López Obrador y el propio López-Gatell. Y esto
lo digo para que no haya una distracción o confusión).
Ya por la noche, otra vez en Palacio Nacional y con
7 mil 208 contagios en 24 horas, 44 mil 876 fallecidos y 402 mil 697 contagios
acumulados dijo: “Se ha recomendado usar el cubrebocas. Usen su cubrebocas,
usen su cubrebocas, es una medida auxiliar que complementa el lavado de manos y
la sana distancia”.
Tuvieron que contagiarse más de 400 mil mexicanos y
morirse más de 44 mil para que López-Gatell aceptara al fin el uso del trapito.
¿Será obligatorio? Ni lo mande Dios, aquí no
estamos en Italia o España. Interrogado hace tres meses sobre el tema López
Obrador atajó: “Nosotros no somos como los de antes, no somos represores. A
nadie se le va a obligar a nada” y por esa tarugada hay tanto contagio y
muerte.
Aunque las cifras oficiales pueden estar bien lejos
de una realidad más dramática.
De acuerdo con un estudio de Raúl Rojas, matemático
de la Universidad Libre de Berlín, para determinar el número real de muertos
por el Covid-19, se debe multiplicar por 3.8 la cifra que a diario reporta la
Secretaría de Salud.
Según sus datos publicados en El Universal, el
número “oficial” de decesos reportados hasta el sábado 25 de julio fue de 43
mil 374, pero considerando en factor 3.8 puede afirmar que al 25 de julio había
ya cerca de 165 mil fallecidos por Covid en todo el país.
El matemático agrega que aunque en junio pasado se
decía que “México está dando un ejemplo al mundo” en el combate a la pandemia.
Ahora resulta que el gran culpable del desastre de la política de contención de
la epidemia es “pueblo enfermo”.
Y sí, hasta el epidemiólogo Andrés Manuel López
Obrador ha dicho que no habría tantas muertes por coronavirus, si los mexicanos
no fueran obesos, hipertensos y diabéticos debido a que consumen comida
chatarra y refrescos embotellados.
Algo que está comprobado científica, económica y
socialmente, es que si López Obrador no hubiera reducido el año anterior en un
18 por ciento el presupuesto de la Secretaría de Salud y en un 35 por ciento
este año, no habría tanta saturación en los hospitales, ni carencia de medicamentos
ni de insumos para los médicos. Y sobre todo, no habría la mortandad ni el
número de contagios que hay hasta ahora.
Andrés Manuel siempre fue desdeñoso con la
enfermedad y en lugar de aumentar los recursos apostó a las estampitas
milagrosas. Y López-Gatell mandó al diablo su prestigio como médico por un
dudoso futuro político. A ambos el Covid-19 los rebasó y veremos cómo les va
cuando pase la pandemia y la raza de bronce los llame a cuentas.
bernardogup@hotmail.com
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