Escándalo En La UV
De víctima a verdugo
Lo que comenzó como una agresión de Javier Duarte a la comunidad
estudiantil termina siendo un desvío de fondos interno que no tiene fondo
Publicado en Políticos al Desnudo
La ola de latrocinios que provocó el exgobernador Javier Duarte de
Ochoa no dejó al margen a la Universidad Veracruzana, cuyos recursos no solo
fueron detenidos por el entonces gobernador, sino que se los embolsó.
Así como dejó a los jubilados sin su pensión, a los restauranteros
y hoteleros sin sus estímulos, a los maestros sin salarios, a los burócratas
sin aguinaldo, también dejó a los estudiantes de la universidad más importante
del estado y una de las más consistentes del país, sin recursos. Cerró el
presupuesto de la noche a la mañana del dinero para la institución, muy
probablemente para ahorcarla y con ello terminar con el pensamiento crítico en
la entidad.
Lo cierto es que Duarte de Ochoa tomó dinero de donde pudo y toda
esta secuela de delitos que todavía no se resuelven, sigue sin castigarse.
Vamos, ni siquiera han sido mencionados a la hora de juzgar al exgobernador.
La rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Deifilia Ladrón de
Guevara González, antropóloga especializada en arqueología e iconografía
de la Costa del Golfo, señaló que los
recursos que el gobierno del estado ha entregado a la Universidad, no pueden
ser consideradas como las ministraciones que el exgobernador, Javier Duarte de
Ochoa, no entregó a la institución.
Es decir, de lo mucho que se debe el gobernador dice que ya no hay
para pagar. Para llegar a esta condición tirante hubo un antecedente entre Sara
y Miguel Ángel, que desata una serie de delitos y especulaciones sobre un
dinero que solo corresponde a la comunidad universitaria, no es de la rectora
ni del gobernador.
Sin embargo, desde los días en que escamoteaba el entonces
gobernador Javier Duarte, Sara necesitaba apoyos y se colgó de Yunes Linares,
entonces candidato a la gubernatura, quien le pidió apoyo y prometió resolver
su problemática en cuanto llegara a la gubernatura. Así lo hicieron.
Cuando llega a la gubernatura Yunes Linares, desde entonces con
dos objetivos primordiales: el primero que hijo Fernando fuera el presidente
municipal de la ciudad de Veracruz, el segundo que su hijo Miguel Ángel, fuera
por lo menos, candidato a gobernador y, de ser posible su sucesor. En esos
momentos, empezaron los pagos a la Universidad para resarcir, poco a poco la
deuda que en realidad es incalculable si se toman en cuenta toda una serie de
consecuencias secundarias de este criminal recorte.
Sabía Yunes que de la periodicidad de los pagos dependería el
apoyo de Sara Ladrón de Guevara a las candidaturas de sus hijos. Dicen quienes
están cerca de estos manejos financieros que del monto estipulado en documentos
había un porcentaje que el gobernador no entregaba y que iba a dar a la campaña
de sus hijos. Ya la rectora se haría bolas para justificar ese faltante.
Se calcula que Javier Duarte dejó de dar, conservadoramente, 2 mil
millones de pesos a la Universidad Veracruzana, pero a principios de mayo Yunes Linares, egresado de esa
universidad, aceptó que su Gobierno quiere pagar la deuda, pero con bienes
inmuebles a la institución educativa.
A mediados de 2015, el entonces gobernador afirmaba convencido que
el apoyo a la Universidad Veracruzana no era obligación y dependía de la
disponibilidad financiera del gobierno de Veracruz. Y como se hallaba en
virtual estado de quiebra, los recursos no fluirán.
Según Javier Duarte, no era un asunto de obligatoriedad sino de
generosidad, sin compromiso.
El decreto 319 que contiene el Presupuesto de Egresos del gobierno
de Veracruz le da carácter de obligatorio al subsidio que se aporta a la
Universidad Veracruzana, quizá desconocido su contenido para el entonces
gobernador.
“En 2015, el presupuesto destinado a la Universidad Veracruzana es
de 4 mil 583 millones 300 mil pesos. Así lo establece el Decreto 319, emitido
por el gobernador Javier Duarte, el cual será cubierto mediante aportaciones
convenidas entre el gobierno federal y el estatal, las cuales están sujetas a
las transferencias que para tales efectos realice el gobierno federal. La
Federación destinará 2 mil 117 millones 834 mil 280 pesos, el gobierno estatal
2 mil 465 millones 465 mil 720 pesos”.
Una vez que Yunes llega al poder le hereda un elemento clave en la
operación financiera: Clementina Guerrero, quien salió de la Secretaría de
Finanzas del gobierno de Yunes Linares por no llevar adecuadamente las cuentas.
En ese mismo año, 2015, a pesar de las necesidades apremiantes de
la universidad hubo recursos suficientes para que sus altos mandos de la
institución estrenaran camionetas Toyota, último modelo.
Un millón 789 mil pesos gastaron la universidad por tres Toyotas
de lujo que estrenaron la rectora Sara Ladrón de Guevara y dos de sus cercanas
colaboradoras.
Es entonces cuando el gobernador quiere mayor porcentaje de los
abonos que entrega a la universidad para las campañas de sus hijos y al no
cederlos de buena gana la rectora Sara Ladrón de Guevara, Yunes Linares exhibe
documentos del Registro Público de la Propiedad de Veracruz, donde aparece la
compra de una casa por 12 millones de pesos.
El salario neto de la rectora es de 195 mil pesos mensuales, por
lo que para reunir la mitad del precio de la casa debió trabajar más de 30
meses, tomando en cuenta que la mitad de la casa la pagó su esposo, Guillermo
Heitler Aroeste, ex funcionario de la Segob.
La comunidad universitaria y la opinión pública no confían en la
rectora, más aún que con el pretexto de recaudar fondos para recuperar los
excesos de Javier Duarte sus incondicionales se exceden con los alumnos en el
cobro de cuotas y otros “servicios”, como es el caso del Dr. José Luis
Alanís Méndez, Vicerrector de la región Poza Rica-Tuxpan de la UV, quien
realiza cobros por semestre superiores a los 6,300.00 con el pretexto de que
hay que realizar mejoras al plantel, sin que haya una sola obra en sus
instalaciones.
Por si fuera poco, el Dr. Alanís obliga a los estudiantes, para
poder inscribirse, a comprar boletos para una rifa de dinero en efectivo. Cada
alumno debió comprar por lo menos tres boletos, de 250 pesos cada uno. Sin
embargo, a pesar de eso, el equipo necesario para que los alumnos lleven a cabo
sus prácticas no funciona, y por si fuera poco los baños de sus instalaciones
están en condiciones deplorables y no hay nada que señale que puedan ser
reparados.
La Universidad Veracruzana se convierte en un botín de quienes
primero se sintieron afectados por la codicia y ambición de un gobernador sin
escrúpulos. Ahora, la ambición y la ilegalidad a caracteriza a sus autoridades.
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