Línea Caliente
¿A dónde irán los 300
mil votos de los partidos morralla?
Por Edgar Hernández*
Hoy
que Morena se encuentra a la baja tras el fiasco de sus gobernantes, la feria de votos de los partidos minoritarios que
históricamente –hasta el fenómeno Peje- decidían las elecciones, de nueva
cuenta se convierte en factor determinante.
Bien
se dice que las elecciones intermedias marcarán el tono del nuevo rumbo que
habrá de tomar México en el 2024 y que el posicionamiento interpartidista en el
2021, con la renovación del Poder Legislativo y los municipios, será
definitorio.
Para
Veracruz, tercera reserva electoral nacional, lo que suceda en julio del año
próximo en los 212 municipios y el Congreso local, marcarán una tendencia que
eventualmente podría ser favorable para las coaliciones con un toquecito
adicional, los partidos satélite.
Se
ha dicho que si para el año próximo hubiera una coalición PAN/PRI la lucha
sería por un número de votos mayor al que históricamente estamos acostumbrados.
Es
decir, si en el 2018, el Peje se llevó 2 millones de votos de Veracruz y le
dejó a Cuitláhuac 1.6 millones, la oposición debe ser consecuente,
considerando, desde luego, que el caudal de sufragios en las intermedias
históricamente es variable.
Si
hay unidad y trabajan a parte proporcionales los azules y los tricolores
podrían llevar a las urnas, de nuevo, casi dos millones de votos… más el plus
que representarían los partidos pequeños ansiosos de una rebanada del pastel.
Ello
es posible en condiciones óptimas. Sin embargo, la política es de conveniencias
e intereses y generalmente las divisiones nos ganan.
Quiméricamente
si no hubiera apetitos personales y se trabajara en unidad para tumbar a Morena
–como lo hizo el Peje, que tiró a la basura al PRD y sus tribus para fundar
Morena- y regresar a la normalidad democrática, tendrían que cubrirse varios
requisitos.
Que
el viejo priismo ya no siga jugando con Morena y que Marlon volteara a una
coalición con el PAN; que Joaquín Guzmán, dirigente del PAN, deje sus apetitos
personales con los de la Cuarta Transformación y aproveche la herencia
electoral que le dejó Miguel Angel Yunes, en favor del cambio.
Que
Fidel Herrera saque las manos del Verde y lo deje regresar al PRI; que Dante
Delgado se vaya a cuidar a sus bisnietos, deje de jugar con Movimiento
Ciudadano, ponga fin a sus juegos escenográficos de que viene al rescate de
Veracruz y deje sus tenebras con el “Bola 8” y permita a su partido la
participación abierta.
Que
Beatriz Paredes le deje de jugar al ensarapado disfrazada de priista, pero
trabajando para Morena; que no se permita que ORFIS apriete a los alcaldes para
empujar la elección en favor de los morenos y, lo fundamental, que la gente
salga a votar.
¿Sueño
imposible?
Tal
vez sí, tal vez no.
El
humor ciudadano en Veracruz está crispado y así como salió en masa a votar por
el Peje y a la vaca que pusiera, según sus propias palabras, de nueva cuenta
puede acudir en conciencia a poner fin al experimento chairo.
Hay
condiciones para que la alternancia ante el hartazgo, la impericia del
gobernante, las mentiras y el más de lo mismo.
El
juego escenográfico ya tiene hasta la madre al pueblo, al igual que las cajas
chinas. Eso de echarle la culpa de manera repetida a los gobernantes de atrás
dejó de funcionar.
El
caldo de cultivo está muy favorable para el cambio ante la división interna que
registra Morena por la ausencia de liderazgos reales y porque la condición
política de las viejas tribus de izquierda es la de de fagocitarse entre ellos.
Es
pues, el momento de la reflexión.
La
ciudadanía que es la más importante afectada por los malos gobernantes tiene la
palabra. El cambio es posible con la sola participación de quienes somos más.
Tiempo
al tiempo.
*Premio
Nacional de Periodismo
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