Desde el Café
No señor, no es justo...
Bernardo Gutiérrez Parra
La primera información fue muy escueta. Apenas un
mensaje de ocho palabras que circuló en redes antes de las cuatro de la tarde
del jueves, pero que encendió las alertas. “Hay una balacera en Tuzamapan en este
momento”.
Minutos después la refriega se confirmó. “Una
balacera en Tuzamapan en el interior de la cantina El Rufles deja dos muertos y
ocho heridos”. Ah caray.
Luego llegaron datos más fidedignos. “La agresión
fue contra unos comerciantes de limón que descargaban su mercancía en un local
cercano a la cantina El Rufles, que está a la entrada de la comunidad”.
El ataque lo perpetraron alrededor de 12 sujetos
que viajaban en una camioneta Liberty azul y en una Tacoma color vino. En un
principio se habló de cincuenta disparos, pero los triángulos amarillos con que
los ministeriales señalaron los casquillos percutidos corroboraron que fueron
115 los balazos.
Si primero se habló de dos muertos y ocho heridos, la
cifra se cerró en cinco muertos y cinco heridos con lo que aquello se convirtió
en una masacre; no de las proporciones de Minatitlán, pero fue una masacre.
Dos son las hipótesis policiacas: la primera dice
que hace unos días una de las víctimas hirió al hijo de un delincuente y éste
amenazó con vengarse y la segunda tiene que ver con el cobro de piso.
Motivos aparte lo alarmante es la cotidianidad, el
desparpajo y la facilidad con la que se asesina en Veracruz. Si antes los
sicarios buscaban la protección de la noche, ahora acribillan a pleno día y con
armas de alto poder, sabedores de que las autoridades les pelarán los dientes.
Cualquiera que haya sido la razón, el mensaje es más que claro: en Veracruz
manda la violencia y háganle como quieran.
¿Y el gobernador?
Este jueves Cuitláhuac García estuvo en el puerto
de Veracruz donde inauguró la Expo Feria Ylang Ylang departiendo sonrisas y
comentarios absurdos.
Disfrazado de vaquero (sombrero texano, camisa a
cuadros, pantalón de mezclilla, etcétera, etcétera) y con un tubo de Vitacilina
en las manos, dijo a los reporteros que esa medicina sirve para el ardor. Y se
la recomendó a Yunes Linares para que se le quite el ardor que le provocó ver
perder a su hijo la gubernatura.
Nadie, ni sus más cercanos, festejaron su patética
gracejada. Pero en las redes se lo acabaron y lo hicieron pomada. Igual que la
Vitacilina de su chistorete.
Ya había coronado a la reina de la Expo y ya había
dicho su tarugada, cuando se enteró de la masacre de Tuzamapan y se pasmó. Y se
pasmó el Secretario de Gobierno y el titular de Seguridad Pública. Y los
veracruzanos se pasmaron ante el pasmo de sus gobernantes.
Y mientras Cuitláhuac seguía pasmado, familiares y
amigos velaban a sus cinco muertos, todos jóvenes, cuatro de ellos
veinteañeros. Y en medio de la tragedia, el dolor inenarrable de un hombre cuyo
hijo era uno de esos veinteañeros. “Mi hijo sólo iba a comprar limones y la
balacera le cayó encima”, dijo a la reportera Verónica Huerta.
Y en medio de la tragedia la suegra de otro de los
asesinados (Oscar Alberto Suárez Martínez de 25 años que deja en la orfandad a
dos pequeños) dijo a Verónica: “Tenemos mucho miedo, mucho miedo y no se vale
vivir así. Si las autoridades no fallaran no estaríamos así.
No es justo, quisiéramos que hicieran el trabajo
que les toca hacer”.
Y en efecto no es justo. Entre otras cosas porque
el gobernador siguió pasmado hasta el día siguiente en que dijo unas palabras
de compromiso.
No es justo que en 14 años y cinco meses Veracruz
haya padecido un gobernador bandido y ladrón, y otro ladrón y bandido. No es
justo que soportara a uno soberbio y corrupto y ahora padezca a uno inoperante
e incapaz.
No es justo que la entidad sea un mapa tinto en
sangre en sus cuatro puntos cardinales por tantas ejecuciones y el cementerio
más grande del país por tantas fosas clandestinas.
No, nada de eso es justo, como tampoco lo es que
Veracruz viva la más brutal y espantosa violencia en la casi total indefensión.
No señor, no es justo.
bernardogup@hotmail.com
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