Mecanismo De Muerte
ALMA GRANDE
Por Ángel Álvaro Peña
Algo está fallando en la protección a los periodistas. Algo que
puede y debe solucionarse. El Mecanismo de Protección de Personas
Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas debe servir para
evitar la muerte de los comunicadores no para consolar a los familiares de las
víctimas.
Francisco Romero Díaz era oportuno en la noticia, transmitía desde
el lugar de los hechos, primero que nadie.
El periodista había despedido a su escolta, que apenas tenía 15
días con él, a las cuatro de la mañana, temprano se levantó para encontrarse
con su asesino.
Romero dejó una viuda y un hijo de seis años. Fue el creador de un
novedoso y exitoso proyecto periodístico, plasmado en la página de
Facebook Ocurrió Aquí,
que con sólo ocho colaboradores había llegado a tener 70 mil “me gusta”, en
nueve meses.
Empezó en el periodismo hace cuatro años. Es el cuarto periodista
que está protegido por el mecanismo que muere asesinado. Esto cuestiona severamente
el método de un concepto que debe modificarse, pero sobre todo, tiene que estar
atento a las necesidades de los comunicadores, quienes con o sin el mecanismo
corren el mismo riesgo y prueba de ello son estos cuatro periodistas que han
muerto a pesar de ese blindaje que al parecer de nada sirve.
Una vez que junto con otro periodista asesinado de la región,
Rubén Pat, crearon en 2016 el semanario Playa News, que llegó a tener 150 mil
seguidores, el número creciente de seguidores lo colocó en la línea de fuego.
Empezaron las amenazas.
Rubén Pat murió el 24 de julio de 2018, afuera de un bar, un
supuesto vendedor de rosas le disparó.
Algo debe investigarse en Quintana Roo que pareciera encierra
mucha impunidad.
La respuesta de un Mecanismo que conserva los vicios del pasado, a
pesar de la necesidad de renovarse y actualizar a fondo una serie de medidas,
pareciera es nula. Su utilidad se convierte en un conflicto político desde el
momento en que depende de la Secretaría de Gobernación y esto deben tomarlo muy
en cuenta sus responsables porque es precisamente la política interna del país
la que pone a funcionar este mecanismo sin éxito.
Desde el momento que un comunicador o defensor de los derechos
humanos es amenazado la intensificación de su protección debe ser constante,
también debe evaluarse el nivel de peligro que cada comunicador padece, porque
en esto también puede ir de por medio la vida de muchos que no son protegidos
porque los parámetros del sexenio anterior no dan cobertura.
El mecanismo no es un seguro de vida, es la manera oficial de
brindar protección a quienes tienen como enemigos a los infractores, de otra
manera no se verían tan afectados por la verdad.
Pero en México pareciera que atentar contra la verdad garantiza la
impunidad. Porque los comunicadores que proliferan rumores, los que desatan
especulaciones, los de las declaraciones ambiguas, esos no corren ningún
riesgo, por lo menos no se sabe que alguno de ellos haya sido amenazado de
muerte.
Mientras todo esto sucede en las calles del país, la junta de
gobierno del Mecanismo sigue siendo la misma, con los mismos lineamientos, con
la inercia de quienes están acostumbrados a hacer nada por nadie. Seguramente
el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, quien es bien intencionado
en este rubro, está mal informado, precisamente por quienes esconden la verdad.
Sólo así se justifica que un mecanismo que debió ser ejemplo para el mundo, se
vea vulnerado y sea la burla de propios y extraños.
Si el blindaje de un chaleco antibalas es vulnerado, se adquiere
otro de fábrica diferente y se cancela todo trato con quienes proveen de ese
producto al gobierno; pero aquí el blindaje ha mostrado su ineficacia y debe
cambiarse de mandos y de métodos, no pueden esperar a que haya un periodista
más bajo su protección, asesinado.
Nadie puede creer ahora que el mecanismo pueda evitar ni las
amenazas de muerte ni el asesinato. La manera en que actúa el mecanismo no
implica que los custodios no sepan hacer su trabajo, lo conocen perfectamente,
se trata de un problema de estructura, donde el mecanismo otorga un botón de
pánico, pero a cuyo llamado acuden tardíamente, tienen en la protección a los
guardias que no son relevados oportunamente y que por lo regular están cansados
ante una jornada extenuante de todo periodista profesional.
El problema no sólo radica en ver con ojos del pasado el presente
de los comunicadores sino la manera tan tradicional de ver las actividades de
los comunicadores que no es similar a la de la mayoría de los oficios y profesiones.
A partir de esta percepción convencional, la eficacia hacia la
protección de burócratas que desconocen todo lo que está afuera de su oficina,
se viene abajo. Aquí el problema radica en que los errores implican una vida
humana, que significa una familia con una tragedia y un país sin
derechos… PEGA Y
CORRE. – La moda de algunos medios es atacar a los jóvenes
dentro de la administración pública. Los que tienen por tradición criticar por
criticar, al estilo de Denise Dresser que confunde a un actor con Gerardo Ruiz
Esparza, parecen haberse cansado de criticar a los hombres y mujeres mayores
que están en la administración pública. Ahora van contra los jóvenes, el
objetivo es desgastar, y no se dan cuenta de que sólo se dañan a sí mismos,
porque pareciera que ellos nunca fueron jóvenes, y a los jóvenes no sólo hay
que darles la oportunidad de que se equivoquen, también hay que impulsarlos a
que triunfen. En el gobierno del estado de Veracruz, hay muchos jóvenes, que
sin su ayuda no hubiera sido posible el triunfo electoral contundente del
actual gobernador; sin embargo, hay para quienes todo está mal y anuncian que
estará peor. Hay jóvenes muy brillantes que no por ser jóvenes están
equivocados, ni los mayores por serlo pueden estar más cercanos al error. No
hay mayor equivocación que menospreciar al enemigo y esos mercenarios ven en
cada cargo público un enemigo a vencer, incluso a desaparecer. Nunca antes
habían mostrado esas dotes adivinatorias a pesar de haberse comportado como
fieles siervos de personajes de oscura historia como Javier Duarte o Miguel
Ángel Yunes. Ahora tienen en los jóvenes una campaña de desprestigio que sólo
muestra rencor, venganza, resentimiento. Quieren recuperar lo que nunca les
perteneció, y que sólo los mostró en la historia como un grupo parasitario que
vivía para halagar. Ahora quieren criticar a los jóvenes, pero como sus plumas
sólo habían servido para la lisonja y las odas a los corruptos, cuando critican
asoman las entrañas que no ocultan su desencanto por retirarles una dádiva que
creyeron eterna. No creer en los jóvenes es cancelarse a sí mismos el futuro. Esta columna se publica los lunes,
miércoles y viernes.
Dudas y comentarios:
angelalvarop@hotmail.com
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