Priistas de carne y hueso
27 de
octubre de 2017
ALMA GRANDE
Por Ángel
Álvaro Peña
El partido en el poder, de cualquier país, debe ser una
organización sólida, transparente y honesta. Incluso, puede convertirse en la
conciencia crítica del propio gobierno y en caja de resonancia de los logros de
sus militantes, dentro y fuera de la administración pública. En México no es
así.
La esperanza del PRI y de un estado sólido es dejar atrás al grupo
que desde Atlacomulco gobierna. Seres individualistas, sin vocación política,
carentes de identidad, la única bandera que enarbolan es la de sus
universidades privadas dentro y fuera de nuestras fronteras.
El tiempo de los exquisitos debe terminar no sólo al frente del
gobierno sino en el propio partido tricolor, al que han deteriorado enormemente
por la falta de militancia y conocimientos políticos. Los administradores de
los ricos -que bien puede llamárseles así a los últimos gobernantes- practican
un pragmatismo que sólo logra aumentar la miseria en México, los números
oficiales lo demuestran y basta con ver, con ojos imparciales, la calle de
cualquier ciudad del país para comprobarlo. No se diga en las zonas rurales.
Si el gobierno mexicano sostiene un egresado más de alguna escuela
privada extranjera, desaparecerá la solidez del poder. La dimensión de México
ante el mundo se devalúa más que el peso. El intelectual del grupo en el poder
es Luis Videgaray, un hombre sin más ideología que la de su universidad, sin
más identidad que el dinero y carente totalmente de vocación política. Ahora
quiere imponer a su amigo de la infancia, José Antonio Meade, llamado desde
ahora “el gerente de los ricos”, porque flaco favor le hizo Claudio X. González, ex presidente del Consejo Mexicano de Negocios y consejero de
Carlos Salinas de Gortari, al destaparlo como candidato del PRI a la Presidencia
de la República, acentuando su raigambre de personaje más cercano a la élite
del dinero que al pueblo, que ha sido olvidado por los últimos presidentes del
país por esa misma causa.
Los mexicanos advierten este tipo de raíces y saben que pesan mucho
a la hora de tomar decisiones, influyen de manera notable en los programas de
gobierno y no pueden esconderse a la hora de tomar
posiciones trascendentes como es el caso de reformas que en realidad son
contrarreformas.
Así, el PRI debe pensar no sólo en ganar las elecciones a como dé
lugar sino en rescatar a su propio partido cuya frase esencial es la justicia social, de la que
se han olvidado desde los ochenta para dar lugar a la justicia individual de
personajes como Fidel Herrera, Javier y César Duarte, Rodrigo Medina, Eruviel
Ávila, Roberto Borge, Humberto y Rubén Moreira, Andrés Garnier Melo, etc.
Si el PRI lleva a cabo su selección de candidato de manera más o
menos transparente como aseguran, y se toma en cuenta la voluntad de la
militancia, tenemos que desde hace cinco años encabeza las encuestas, dentro y
fuera del PRI, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, es por
ello que los tecnócratas le acumularon en sus oficinas responsabilidades
relacionadas con la inseguridad, calificado como el principal problema de
México.
Dentro del grupo en el poder, y del propio PRI, el ex gobernador
de Hidalgo, resulta ser el político más sólido dentro de esta administración.
El hombre que puede darle solidez al partido y seriedad a su política. Los
demás son una especie de chamacos imberbes jugando a las chambas.
El único funcionario que no mostró una vida frívola en este
sexenio fue Osorio Chong, dedicado a trabajar. Convencido de una vocación que
otros tienen extraviada.
La posible designación de cualquiera de la camarilla de Videgaray
significaría, para usar sus propias palabras, un peligro para México en el
remoto caso de que pueda ganar el PRI la Presidencia de la República.
La primera condición para que el PRI vuelva a tener credibilidad
entre los mexicanos es que el actual presidente de la República no vuelva a
designar a su sucesor. Pero lo que se advierte desde ahora es que el jefe del
ejecutivo seguirá decidiendo, de manera unilateral, sin tomar en cuenta a su
partido, a su sucesor.
Si Enrique Peña Nieto, o su hombre detrás del trono, Luis
Videgaray, deciden al candidato de su partido, tendrán muchas posibilidades de
perder las elecciones.
Los electores se han cansado de estereotipos que más parecen
maniquíes que seres humanos, ahí está Alfredo del Mazo, Rodrigo Medina, Enrique
de la Madrid y el propio presidente de la República. Hace falta que gobierne
México un ser humano, de carne y hueso, que por lo menos conozca la geografía
del país que gobierna.
El PRI se ha dedicado a denostar a quien considera su único
enemigo a vencer. Cada discurso del líder nacional del tricolor es aprovechado
para descalificar la figura de Andrés Manuel López Obrador, fraseología que
suele también adoptar el propio presidente de la República. Las campañas de
proselitismo han degenerado en la descalificación del contrario, esto sirve
para disimular la carencia de programas y proyectos de nación. De ahí la
improvisación de los mandatos recientes.
Desde que el PRI no ha presentado en campaña una propuesta organizada,
sistemática y metodológica de su proyecto de Nación, su discurso en busca del
voto se ha nutrido primero de promesas y luego de insultos para el
contrincante.
Ahora que el tricolor tiene contendientes serios y con
posibilidades de ganar la Presidencia de la República, la campaña en busca de
este puesto debe transformarse en todos los partidos, pero sobre todo en el
PRI, que es al que más le urge solidez, desde el momento en que detenta el
poder.
Un partido en el poder, débil, acusado de encubrir la corrupción,
sin liderazgo serio, con discursos estridentes, sin programas aplicables,
condicionando el voto, restringiendo candidatos con raíces sociales, etc., no
puede seguir teniendo el poder.
El 4 de junio el PRI se mostró como una pandilla de delincuentes
electorales en el Estado de México, a plena luz del día y a la vista de todos
violó la ley que da fundamento a la democracia del país; sin embargo, sigue en
el poder. Deben cambiarse las estructuras del partido para ser el garante de un
candidato sólido y con posibilidades reales de triunfar en las urnas
legalmente. PEGA Y
CORRE. – Las transas de Duarte traspasan las fronteras de
Veracruz y ahora los notarios públicos de Campeche, Nelia del Pilar y
Jorge Luis Pérez Curmina, podrían perder su cargo, a causa de su presunta
implicación en las operaciones para lavar el dinero del ex gobernador… Esta columna se publica los lunes,
miércoles y viernes.
Dudas
y comentarios, escríbenos a: