Apocalipsis
veracruzano
16 enero 2017
Por Ángel Álvaro Peña
Felipe Amadeo
Flores Espinoza, líder del PRI en Veracruz fue el blanco de los ataques
del grupo cercano a Javier Duarte desde mucho antes de la selección de
candidatos a los puestos de elección popular en las elecciones, la
intención de los cuatro jinetes del apocalipsis veracruzano era y lo
lograron, influir en la designación de candidatos.
Erick Lagos
Hernández, Jorge Carvallo, Alberto Silva Ramos y Adolfo Mota Hernández,
buscaron en la selección de abanderados, puentes para la impunidad, así el
enemigo a vencer, a doblegar, a presionar, era el líder estatal del PRI
que se negaba a hacer de esa selección triquiñuelas que sólo beneficiaban
a los candidatos y perjudicaban seriamente al partido.
Las
consecuencias fueron mostradas hasta el hartazgo en los
resultados electorales, pero para algunos príistas, sobre todo los que
pertenecen a la banda de Duarte de Ochoa, es más importante la impunidad
que la victoria electoral. Desde la llegada de Amadeo al frente del PRI
estatal intentó inútilmente erradicar la deshonestidad y la corrupción. Su
llegada al partido en el poder tenía dos características importantes, pero
que, como nunca antes había sucedido, una excluye la otra.
La primera fue
el hecho de que el PRI contaba con un gran apoyo social, Javier Duarte
había llegado a la gubernatura con una amplia ventaja, el PRI parecía
inamovible de Veracruz, considerado su segundo bastión en importancia,
luego del Estado de México.
La segunda,
que excluye a la primera, era el progresivo deterioro del PRI, que todavía
no termina, a partir de las circunstancias de una política
errada, prepotente, represiva, autoritaria y corrupta, encabezada por
Javier Duarte, el alfil que Fidel Herrera colocó, para que le cuidara las
espaldas y no se procediera contra el cónsul en Barcelona penalmente,
luego de haber deteriorado no sólo las finanzas de la entidad sino
dividido a la clase política de Veracruz.
Fidel Herrera
tiene ahora un gran interés en influir en la designación del nuevo líder
del PRI en el estado, debido a que el partido apéndice del PRI, el
Partido Verde, podría postular a su hijo Javier Herrera Borunda, como
candidato a la gubernatura para las elecciones del próximo año y continuar
con la impunidad y con la dinastía que hundió en la pobreza la
administración pública del estado más rico de la República.
No pasó mucho
tiempo sin que Javier Duarte superara a su maestro. Los ojos de los medios
de información de Veracruz, primero, del país, después, y del mundo más
tarde, dieron cuenta de la conducta corrupta del gobernador y sus cercanos
colaboradores.
El peligro era
advertido por Amadeo Flores Espinoza, quien sabía que en esos desmanes iba
de por medio la cabeza del partido y la suya propia; por otra parte, como
veracruzano hablaba sobre el peligro de una quiebra financiera por la
voracidad de Javier y sus cuatro jinetes del apocalipsis.
El más
enriquecido de todos es Erick Lagos, diputado federal, y ex presidente del
PRI veracruzano, quien fortaleció su economía de manera tan
inexplicable como desproporcionada; el propio Jorge Carvallo Delfín, ahora
diputado federal, y ex presidente del partido en la entidad, amasó una
gran fortuna y ahora se avergüenza de él hasta su propio padre.
Otro, que vio
crecer la fortuna que había creado ilícitamente cuando fue presidente
municipal de Tuxpan, es el amigo íntimo del ex gobernador prófugo, Alberto
Silva Ramos, prestanombres de su jefe, quien también fue presidente del
tricolor, y hasta la fecha le hace el trabajo sucio a Javier Duarte y
maneja a los medios a su antojo para desgastar a sus enemigos políticos
y personales, como es el caso del gobernador, al que quieren apabullar
con críticas, pagando rumores y dando a conocer especulaciones como
ciertas.
Silva Ramos
todavía sigue golpeando al gobernador Miguel Ángel Yunes y a su familia,
desde la capital del país para desgastar su figura y crear un vacío
de poder en Veracruz, donde el beneficiario sea sólo él y sus compinches.
Robaron tanto
dinero que consideran una buena inversión desgastar en los medios a Yunes
Linares con el producto de los latrocinios, que no son pocos y están
impunes.
Por su parte,
Miguel Ángel Yunes, responsabiliza a Alberto Silva, junto con la ex vocera
del gobierno de Duarte, María Georgina Domínguez, de crear una serie de
empresas fantasma que sirvieron de puente para hacer como que concursaban,
como que licitaban, hacían como que competían, hacían como que invertían
en obra, hacía como que trabajaban.
Adolfo Mota,
diputado federal, el cuarto jinete del apocalipsis veracruzano, también
líder estatal del PRI, ideólogo de la campaña de Duarte e incondicional de
Fidel Herrera, se adueñó durante el reinado de Duarte de la Universidad
Veracruzana, donde tenía a una decena de familiares ganado salarios
superiores a los 33 mil pesos.
Todos ellos
multiplicaron su fortuna, de por sí mal habida y fue señalada por el líder
estatal del tricolor, como actos de deshonestidad, pero ni en el
PRI nacional, ni en el gobierno federal pudieron o quisieron poner un
alto.
Los cuatro
encabezaron al PRI en Veracruz, ahora los cuatro son diputados federales,
y dadas las condiciones del partido, dedicado a proteger a sus militantes
delincuentes a capa y espada, seguramente tendrán una larga carrera política
a pesar de que el ánimo de los veracruzanos los repudia y la mala fama los
precede.
Lagos,
Carvallo, Silva y Mota utilizaron a su conveniencia al partido,
lo tuvieron como caja chica, además de centro de operaciones de fechorías
y transas, y querían que Amadeo hiciera lo mismo.
El caminar
solitario de Amadeo no sólo se identificaba por los embates de
los priistas, por las críticas en el interior de su partido, sino que era
señalado como el principal solapador de las inmundicias de sus
correligionarios sin ética partidista.
Aguantó la
selección de los candidatos, las elecciones, la derrota y hasta después le
fue aceptada la renuncia. Como si se tratara de colocarlo en la línea de
fuego. Los cuatro jinetes, su jefe, y los demás cómplices trataron de terminar
con la carrera política y el liderazgo de Amadeo, no pudieron.
Ahora los
culpables son señalados por los veracruzanos como delincuentes con fuero,
pero delincuentes al fin y al cabo. Y Amadeo, a pesar de los esfuerzos de
los deshonestos por manchar su imagen, sigue adelante con una actitud que
está más allá de las transas y latrocinios de Javier Duarte y
sus cómplices.
El PRI ha
quedado más solo que nunca en Veracruz. Esa soledad puede contagiar a
otras entidades donde las elecciones se aproximan y será cuestión de menos
de seis meses para advertir una posible debacle que seguramente cimbrará
las estructuras de un partido que deberá transformarse si
quiere sobrevivir. Transformarse radicalmente o morir… Esta columna se
publica los lunes, miércoles y viernes.
Dudas y
comentarios, escríbenos a:
angelalvarop@hotmail.com
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@politicosad
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