Vital, Sanear Aduanas
ALMA GRANDE
Por Ángel Álvaro Peña
Uno de los puntos neurálgicos de la economía son las aduanas y por
ello, son uno de los grandes centros de corrupción en el país. Lo cierto es que
parece que a pesar de que todos coincidimos con esta simple regla, el puesto de
director de Aduanas sólo ha servido de trampolín para los tres funcionarios que
han estado al frente de tan alta responsabilidad.
La renuncia del expanista Germán Martínez, del IMSS, movió muchas
piezas, debiendo ser un movimiento con menos consecuencias e implicaciones, en
los altos niveles de la política mexicana, porque en su lugar debió llegar Zoé
Robledo y dejó libre el puesto de Subsecretario de Gobernación, dando un
espacio a Ricardo Peralta, quien estaba al frente de Aduanas. Es cuando llega
de emergente el senador que nació en Hidalgo, pero se disfraza de veracruzano,
Ricardo Ahued. Éste tuvo roces permanentes con su jefa, Raquel Buenrostro, sólo
estuvo unos meses y dijo que se quería regresar a su tranquila chamba como
senador. Este movimiento hizo temblar a más de uno en Xalapa, porque los que no
decían que iba por el puesto de Eric Cisneros, secretario de Gobierno, decían
que iba a ocupar una gubernatura interina en el lugar del propio Cuitláhuac
García, quien ha demostrado que no hay gobierno en Veracruz.
Ahora, llega de emergente Horacio Duarte, expresidente municipal
de Texcoco, y con una trayectoria sólida dentro de la izquierda mexicana, pero
que no tiene experiencia ni en la administración, ni en el comercio
internacional y menos aún en cuestiones de investigaciones de inteligencia
Con la salida de Ahued, el presidente de la República hizo
evidente que no hubo entendimiento, o lo que es lo mismo hubo falta de
coordinación. No se hizo nada en su gestión.
Debe mencionarse que quienes conocen las aduanas saben exactamente
los puntos críticos del peligro, de la corrupción y de los malos manejos. Pero
al parecer ni un buen diagnóstico fue capaz de llevar a cabo Ahued.
Para nadie es un secreto que la corrupción en las aduanas favorece
el tráfico de armas, drogas, precursores químicos, efectivo y otro tipo de
mercancías prohibidas, pero de esto nunca se habló oficialmente. Ni sospechosos
hubo luego de la gestión de Ahued, quien al parecer sólo fue de vacaciones a
Aduanas.
La decisión fue contundente para poner un alto a tanta corrupción:
colocar a miembros del personal retirado de la Sedena en 44 aduanas de alto
riesgo. Ante los resultados nulos de Ahued, la titular del Órgano Interno de
Control del SAT, Albina Francisca Morales Rojas, inició una serie de
indagatorias, responsabilidad que recayó en la oficina de Norma Osorio Albarrán.
Las aduanas nunca han sido aduanas en México, son más bien casetas
de peaje, donde las cuotas que se pagan son de acuerdo con la mercancía que
pasa clandestinamente por cada una de ellas.
En las Aduanas apenas se recauda la mitad de lo que debiera, eso
sin pensar en que pasa lo que no debiera. La pérdida por corrupción en las
aduanas es de más de medio billón de pesos al año, dinero que en este momento
le vendría muy bien al gobierno, situación que parece no tomaron en cuenta los
dos administradores anteriores a quienes, en el mejor de los casos, no les dio
tiempo de trabajar.
La corrupción en las aduanas viene, en la mayoría de los casos,
desde el origen, porque sin ser profesionales en su desempeño el puesto se lo
dan a recomendados o lo venden en algunos casos, de tal suerte que los colocan
donde hay. Esta falta de profesionalización se hace evidente en cada puesto
clave del paso de mercancía que no debiera pasar por México y, menos aún
quedarse en nuestro territorio.
El trabajo en las aduanas no se realiza con la conciencia ni el
profesionalismo que debiera porque no sólo consiste en estirar la mano y
dejar pasar, sino en evaluar cada mercancía, su volumen, dirección, etc.
Este personal debe determinar las categorías arancelarias y
cuánto debe pagarse de impuestos, pero son una red de personajes que cuentan
con patente para operar como agentes aduanales. Desde luego que hay intereses
muy fuertes en cada paso aduanal, que estuvieron ligados a intereses de
funcionarios públicos, quienes prefirieron hacerse sus cómplices antes de
combatir esas mafias.
Las patentes aduanales son vitalicias y hasta hace poco se podían
heredar. Muy similar al derecho que otorga a algunos abogados las notarías
públicas. Además, no son susceptibles de una supervisión seria ni del SAT ni de
la Administración General de Aduanas.
No se necesita más que imaginación para saber que en aduanas como
la de Nuevo Laredo, Tamaulipas, existe un sinnúmero de anomalías que lejos de
corregirse crecen. Sólo basta conocer medianamente la geografía del delito para
ver lo que ahí sucede, pero en materia de aplicar la ley nada sucede.
El negocio de las aduanas es más redituable que el del
huachicoleo; sin embargo, no es fácil ni rápido erradicar. Habrá que acelerar
el paso.
El dinero que deja de recaudarse en las aduanas es vital en este
momento para la recuperación económica del país y ya no se puede colocar en
esos sitios a improvisados, amigos o recomendados, porque simplemente el tiempo
de los palos de ciego terminaron. PEGA
Y CORRE. – Ahora resulta que quienes convirtieron la educación
en mercancía, siendo un derecho de los mexicanos, se enojan porque
en Puebla se limitan los amplios poderes de los colegios particulares. La
movilización la encabeza nada menos que la Confederación Patronal de la
República Mexicana, quien anunció a través de su vocero, Gustavo de Hoyos, que
combatirán “hasta donde tope” la nueva Ley de Educación de Puebla que permite
al gobierno del estado mayor intervención sobre las escuelas privadas. Ellos
quieren el monopolio de todo, y al Estado le corresponde el control de todas
las actividades vitales como la educación, la energía eléctrica, la seguridad,
etc… Esta columna se
publica los lunes, miércoles y viernes.
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