Desde el Café
La peregrina idea de Andrés Manuel
Bernardo Gutiérrez Parra
El 10 de abril del 2016 el candidato a la
gubernatura Miguel Ángel Yunes Linares dijo al portal de noticias Al Calor
Político que si el voto popular lo llevaba al Palacio de Gobierno, en seis
meses Veracruz estaría seguro y la gente viviría tranquila.
-¿No es aventurado hablar de un tiempo tan corto?-
lo cuestionaron.
“No; me tocó manejar los penales federales en época
de crisis… y en seis meses resolvimos el problema”, contestó sobradito y
petulante.
Pero bien pronto se dio cuenta que una cosa es
ponerse al tu por tu con delincuentes que están encerrados, y otra bien
diferente enfrentarlos en libertad y armados hasta los dientes.
Yunes fracasó ignominiosamente y se fue dejando la
entidad más violenta de lo que la dejaron Fidel y Duarte juntos.
A partir del 1 de diciembre cobra un sueldo como
gobernador de Veracruz Cuitláhuac García Jiménez, sin la mínima idea de lo que
es gobernar la recámara donde duerme, pero que fue ungido mandatario estatal
por más de un millón 600 mil votantes hartos de Fidel, Duarte y el propio Yunes
Linares.
Bisoño, inexperto, ineficaz y rodeado de ineptos
que le empotraron en el gabinete, Cuitláhuac no ha podido tomar las riendas del
gobierno. Y así como están las cosas quién sabe si pueda tomarlas algún día.
En menos de cinco meses Veracruz se ha convertido
en un campo de batalla donde los delincuentes se pelean las plazas sin que
ninguna autoridad les pare el alto. Y en ese lapso la entidad se ha convertido
en algo muy parecido al infierno.
¿Qué hacer? Pues seguir prometiendo; total eso no
empobrece.
Esta vez no fue Cuitláhuac quien puso un plazo para
acabar con la violencia sino el Presidente Andrés Manuel López Obrador ayer en
Veracruz.
¿Cuál es el plazo? Seis meses… el mismo que
prometió Yunes Linares.
Nomás que a diferencia de éste, López Obrador tiene
la peregrina idea de que la violencia se acabará cuando operen los programas
sociales, la Guardia Nacional esté en su punto y se acabe la corrupción en los
gobiernos estatales y municipales. Todo eso en medio año.
No es la primera vez que AMLO quiere acabar con la
corrupción por decreto, lo que raya en la inocencia. Horas después de terciarse
la banda presidencial dijo que por ese sólo hecho la corrupción había llegado a
su fin en el país. Su comentario causó tanta hilaridad que varios políticos
deshonestos se orinaron de la risa.
Corruptos hay en todo el mundo incluyendo El
Vaticano y en México los habrá hasta el fin de los tiempos. Los programas
sociales no son una panacea contra la violencia, y la Guardia Nacional hará lo
que pueda.
La solución contra la inseguridad va más allá de
las buenas intenciones y de los discursos para la grada. Tiene que ver con un
esquema jurídico, social y político del que carece el gobierno de López
Obrador.
Pero como no queda de otra más que seguir
aguantando, démosle el beneficio de la duda. Si para octubre las ejecuciones
bajan en Veracruz y el país, será un acierto que nadie podrá escamotearle.
Pero si el
infierno continúa, será su responsabilidad porque ya no tendrá argumentos para
cargarle a los gobiernos anteriores los muertos de este sexenio.
Tampoco tendrá cara para decir que recibió un
cochinero cuando habrá hecho el suyo propio.
bernardogup@hotmail.com
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