Columna
sin nombre: QUE NO TE HAGA BOBO JACOBO
Pablo Jair Ortega www.columnasinnombre.com
pablojairortegadiaz@gmail.com 5 de DICIEMBRE de 2013
Publicado:
Jueves, 05 de Diciembre de 2013
Por: Pablo Jair Ortega
Cortesía
de: EnlaceVeracruz212.com
Xalapa, Ver. La historia de
México pareciera que fluye al revés, en retroceso. De pasar del Porfiriato
conservador dictatorial pasamos a los 72 años de poder conservador dictatorial
en forma de partido. Hoy, hasta la bandera anti-reeleccionista se fue al carajo.
Esos 72 años del priato colmaron a un México hambriento, en
crisis, con una marcada división entre la clase que se había trepado al carro
de la Revolución y los jodidos que seguían igual o peor. El magnicidio de
Colosio, la devaluación del peso, los tecnócratas ocupando el paso de los
populistas: todo derivaba en que era necesario un cambio para avanzar y salir
de los tiempos del Televisa como soldado del PRI, según su dueño entonces,
Emilio Azcárraga Milmo.
A todo lo anterior, se suma la figura de Jacobo Zabludovsky.
El periodista que acaba de ser homenajeado por el Gobierno de la República por
una gran trayectoria de 70 años que pocos prácticamente han vivido en este
oficio.
Jacobo entonces, en los tiempos del priato, era quien
dictaba la línea editorial diaria de la historia de México. Sin duda es un caso
único para el periodismo mexicano, pues si bien se le recuerdan momentos
legendarios como entrevistas a personajes únicos tipo Dalí, también decía las
verdades convenientes al momento, al sistema.
Molotov, la irreverente banda de rock, le dedicó
precisamente en su primer disco "¿Dónde jugarán las niñas?" una
canción llamada “Que no te haga bobo, Jacobo” en referencia a la liberación de
los noticieros de Televisa, que hicieron que despegaran por un momento los de
TvAzteca como única opción de competencia a nivel nacional.
Era el grito desesperado de toda una generación contra la
censura oficialista y la búsqueda de la verdad histórica. Eran tiempos donde se
avecinaba el año 2000 como plazo urgente para definir un cambio de rumbo en
este país.
Y sucedió en el 2000, aunque lejos de lo que muchos
esperábamos de los entonces protagonistas del cambio y pareciera que México en
realidad añoraba los tiempos del Porfirismo: ganaba la ultraderecha conservadora
en la persona de Vicente Fox, derrotando a Francisco Labastida como el
candidato del PRI, y desplazando a Cuauhtémoc Cárdenas, en lo que sería su
última oportunidad para competir por la Presidencia de la República. La
izquierda progresista anhelada se fue al carajo por un México apático y
temeroso, más acomodado en la historia conocida que por conocer.
Para entonces Jacobo ya no era el puntal de las noticias en
México. Se abría una nueva era de información digital, donde Vicente Fox (en
aras de seguir enterrando al nefasto PRI) permitió toda clase de burlas hacia
la Presidencia y a su persona, que incluso llevó a la lamentable declaración de
que gracias a él ya no había persecución a periodistas.
Para entonces, Jacobo dejaba de ser el impoluto comentarista
de las noticias, el que dictaba la historia que debía ser y no la realidad. Se
convirtió en villano y luego en personaje olvidado. Incluso la rola de Molotov
llegó un poco tarde, pues cuando dio a conocer el disco “¿Dónde jugarán las
niñas?”, Zabludovksy ya no era el titular del noticiario estelar de Televisa ni
tampoco había la figura del regente de la Ciudad de México, como lo mencionan
en la rola “Gimme The Power”.
En ese entonces, parte de los cambios progresistas se veían
en el Distrito Federal, donde Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (antes de lanzarse
por última vez a la Presidencia) fue el primer Jefe de Gobierno electo y quien
tomara posesión precisamente un 5 de diciembre de 1997. Todavía Jacobo, en sus
últimos años en Televisa, dio la frase lapidaria “Alguien tiene qué renunciar”
en referencia a Cárdenas por el asesinato del conductor de televisión Paco
Stanley.
Pero aún así regresábamos al pasado: del PRI represor,
corrupto y rata, pasamos al PAN conservador, oscuro, igual de corrupto e igual de
rata. Volvíamos a la era de Porfirio Díaz pero en tiempos actuales, “reloaded”.
Televisa se modernizaba para ganar la credibilidad perdida
durante tantos años por su cercanía al PRI y en parte por la herencia de Jacobo
Zabludovsky. Se acercó a los jóvenes que hoy votaron por Peña Nieto a través de
nueva programación, más fresca, más juvenil. Permitió la irreverencia y hasta
incluyó a Molotov en sus horarios familiares. Brozo, El Payaso Tenebroso,
también fue a parar a donde menos lo imaginábamos: a las filas de la televisora
de Azcárraga, donde hoy le dejan decir leperadas y hasta burlarse del
presidente “Henry Monster” Peña Nieto
Pero nuevamente México se fue al carajo por apático y
temeroso, más acomodado en la historia conocida que por conocer. López Obrador,
el nuevo Cárdenas, pierde las elecciones del 2006 también en medio de un fraude
como el que le hicieron al michoacano y de paso le repiten la derrota en el
2012 cuando los mexicanos decidieron votar por Enrique Peña Nieto como
presidente de este trinche país.
Hoy, hasta infarto tiene el famoso Peje de Macuspana.
Por su parte, Jacobo no ha muerto: se le ve harto vigoroso.
A sus noventa y tantos años sigue dando ejemplo de lo que debe hacer un
periodista: pasión por lo que hace, constancia para hacerlo. Es increíble verlo
y escucharlo como si fuese un ente por donde no ha pasado el tiempo. También se
ha modernizado, critica, se burla, y ha cambiado esa imagen del periodista al
servicio de la patria priísta.
Se le admira por su constancia, su gusto por el tango y
porque a final de cuentas, junto a José Ramón Fernández, son pilares del
periodismo en México. Han vivido cantidad de historias y se han adaptado a la
propia.
Hoy Jacobo ya no nos hace bobos. El que quiere permanecer
así, es por puro gusto. Y si alguien como Zabludovsky pudo reinventarse en el
siglo XXI, extraña que México permanezca en la pasividad y comodidad de la
posición supina ante el poder.
Pero igual: cada quien hace de sus nalgas un papalote.
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