Todos unidos contra AMLO
ALMA GRANDE
Por Ángel Álvaro Peña
Las
encuestas de intención del voto llegan en algunos casos al 50 por ciento en
favor del candidato de Morena, es por ello que una parte de los funcionarios
públicos y los candidatos a la Presidencia de la República de otros partidos
tratan de descalificarlo a como dé lugar, de tal manera que, en lugar de mermar
su simpatía, la fortalecen.
Lo
han calificado de todo, casi siempre sin pruebas, pero la mayor parte de las
veces las agresiones contra Morena y AMLO son parte de una guerra sucia que
cumple más de 12 años y que ha vacunado a la opinión pública contra el
contagio.
Se
diga lo que se diga ahora contra Andrés Manuel o Morena, la gente sabe que
puede ser producto de la guerra sucia y simplemente lo considera como una forma
estéril de bajarlo del primer lugar.
De
hecho, quien se monta en las críticas contra el candidato de Morena, es
descalificado de inmediato por mucha agente, antes de que esa gente compruebe
si lo que se dice es verdad o mentira.
Se
han publicado tantas mentiras y aclarado en su momento, que los
cuestionamientos contra el puntero en las encuestas de intención del voto son
estériles.
Se
habla, incluso de que el pleito entre PAN y PRI es fingido y en unos meses
romperán lanzas para hacer un frente común o bien que uno decline en favor del
otro. Sin embargo, las críticas y las descalificaciones no impiden que los
actuales funcionarios públicos se pongan nerviosos ante el avance de un
movimiento que parece incontenible y relega a tercer lugar al PRI y si
Margarita se apura, puede llegar al cuarto lugar.
De
ahí que no desperdician un espacio en los medios para advertir sobre los
peligros de que echen para abajo sus cambios y reformas, dejando muy en claro
que ellos no serán los triunfadores del 1 de julio.
Resulta
por demás sintomático el hecho de que algunos, varios, funcionarios públicos de
la actual administración consideren que el triunfo no será del PRI en las
próximas elecciones.
Desde
el presidente de la República hasta el secretario de Educación, pasando por el
propio candidato del tricolor, José Antonio Meade, tratan de corregirle la
plana al candidato de Morena para que haga o deje de concretar acciones cuando
llegue a la Presidencia.
Los
priistas no esconden el hecho de que saben que no ganarán.
Claro,
no ganar no significa perder la Presidencia de la República, para eso está el
fraude electoral que solo es posible cuando hay poca diferencia entre el
ganador y el segundo lugar. Pero el primer lugar en intención del voto está muy
lejos del segundo, que no es precisamente el PRI.
Ante
esta realidad el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, ha dicho que
cancelar las reformas estructurales significaría para México un grave
retroceso. Es decir, advierte ante la opinión pública y el mundo entero que no
debe deshacerse algo que él y su gabinete realizaron, pero las consecuencias y
resultados de lo que hace un supuesto peligro para el país no son exactos que
él quisiera.
El
líder nacional del PRI advirtió desde el año pasado que, de ganar las
elecciones Morena, el peso se devaluaría un 10 por ciento. Esto sería un muy
buen augurio, porque lo devaluaría menos de lo que lo devaluó Peña Nieto.
Cuando
inició el actual sexenio el peso estaba en 13 pesos, ahora está en un promedio
de 18, lo cual significa una devaluación mayor al 32 por ciento, situación que
hace de la economía un desastre, a causa de que el gobierno federal amarró el
precio de los energéticos al dólar y en lugar de reducirse el precio de las
gasolinas, como era la promesa de las reformas estructurales, la gasolina subió
desproporcionadamente.
De
tal suerte que los priistas ahora se dedican a advertirle al que va en primer
lugar sobre los peligros de hacer cambios sobre lo que ellos construyeron con
toda facilidad comprando a los líderes de la oposición, y haciéndolos firmar un
pacto que no se ha cumplido.
El
secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, de dudosa
trayectoria y oscura práctica administrativa ha dicho que, de cancelarse el
proyecto del aeropuerto de la ciudad de México, que considera obra propia, se
hablaría en el mundo muy mal de México, como si él y sus amigotes fueran
México.
Debió
decir que se hablaría mal de los actuales funcionarios públicos del país que
realizaron una obra por capricho y negocio, pero nadie hablará mal del país
sino de sus funcionarios públicos.
Así,
uno a uno, los representantes del actual gobierno parecen conocer los
resultados de las urnas desde meses antes y el secretario de Educación Pública,
el salinista, Otto Granados Roldán, señaló que “Es necesario discutir cada vez
más abiertamente la posibilidad de que con el próximo gobierno se pueda “caer”
la reforma educativa.
Añadió:
“Si al siguiente gobierno no le gusta, no le interesa, y de pronto manda
iniciativas de alcance constitucional o legal, y de pronto se las aprueban,
esta reforma pasará a formar parte de la historia”, la verdad es que ni
siquiera será parte de la historia del país, aparecerá como parte de la
improvisación de un gobierno que trató de aprender sobre la marcha y no lo
logró.
Lo
que llama la atención es la manera en que habla del próximo gobierno, con la
certeza total de que no será priista y que echará para abajo una reforma educativa
prendida de alfileres.
Los
priistas frente a los micrófonos y reflectores de los medios dan cuenta de que
no serán ellos quienes triunfen en las urnas. De ahí que por un lado atacan al
posible vencedor y por otro recomiendan que no vayan a deshacer lo que ellos
hicieron. Su preocupación acusa corrupción. PEGA
Y CORRE. – Para las campañas a punto de comenzar habrá muchas
sorpresas, habrá una serie de renuncias en el PRI que golpearán mediáticamente
al tricolor, más aún que una guerra sucia. Habrá desfile de traidores hacia
Morena y lo que quede de los partidos abandonados arremeterán juntos contra
Morena.… Esta columna
se publica los lunes, miércoles y viernes.
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