VERDAD
DIFUSA Y CONFUSA
México, D. F., a 5 de febrero de 2013
La verdad de
Estado es que no fue atentado. Pero la explosión del pasado jueves fue tan
difusa como difusa y confusa la explicación ofrecida la noche del lunes 4 de
febrero por el procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, quien
no sólo dejó muchas dudas en el aire, sino que en un intento por desacreditar
una nota incómoda del diario La Jornada, es decir, al pretender echar por
tierra cualquier posibilidad de un atentado —presuntamente habrían sido
encontrados explosivos en una maleta—, realizó un mal chiste de un evento en el
que perdieron la vida 37 personas a la fecha y un centenar resultaron
lesionadas.
Si Murillo Karam carece de tino para dar información creíble y detallada, ojalá
lo tenga para disculparse con los deudos de las víctimas y lesionados, por el
mal chiste. Ya no digo a las mujeres por ese chiste sexista, que también
debería.
El Procurador no entiende que han sido tantas las mentiras y simulaciones con
las que los gobernantes han violentado la confianza de los mexicanos, que poco
se les cree. Pero, sobre todo, parece no entender que la muerte de 37 personas
es cosa seria, que un “estadista” o político con tablas como él —así le
llamaron algunos lisonjeros gratuitos en días anteriores— tiene la
responsabilidad de dar certezas a los ciudadanos, sin dejar cabos sueltos.
Finalmente es el “abogado del pueblo”.
En cambio, parece que la explicación a los mexicanos sobre la explosión en las
oficinas de Pemex, la tomó de la misma forma como respondió la pregunta sobre
la maleta, a la ligera.
La verdad del Gobierno, entonces, creó sospechas. Se convirtió en la verdad
sospechosa.
Debieron darnos, entre otras, las siguientes explicaciones: ¿Qué cantidad de
gas metano debe acumularse para generar una explosión con la magnitud de la del
jueves? ¿Cómo y dónde pudo haberse acumulado? Pregunta Xóchitl Gálvez, que de
edificios inteligentes sabe lo suyo, sobre qué pasó, porque “se supone que el
gas metano contiene mercaptano (aromatizante), justo para detectar alguna
fuga”.
¿Por qué tardaron cuatro días para darnos esa explicación que siguió el mismo
rumbo que la ofrecida la noche del mismo jueves 31 de enero por el presidente
Enrique Peña Nieto?
Pero quizá una de las más importantes respuestas no fue dada: ¿Por qué la
empresa que maneja riesgos todos los días en los pozos petroleros, las
plataformas de extracción, las refinerías, los oleoductos y gasoductos, etc.,
tuvo tan escaso cuidado en las instalaciones donde se encuentran sus oficinas
centrales, es decir, las oficinas donde labora la gente que dirige a la empresa
más importante del país?
Ya tenemos una verdad de Estado, difusa y confusa, pero la tenemos. Lo que no
hubo fueron certezas.
E-mail: renatoconsuegra@yahoo.com.mx
Twitter: @renatoconsuegra
Facebook: renatoconsuegra
(*) Renato
Consuegra es periodista, Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí y
director de Difunet y Campus México. Esta columna es publicada en el sitio http://www.ricardoaleman.com.mx/index.php/plumas-invitadas/renato-consuegra
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