COLUMNA


Desde la esquina

Cambios en la SEV

Defraudadores de la educación

POR RAYMUNDO LEÓN

Ante la proximidad de la contienda electoral, se da como un hecho la salida de Adolfo Mota Hernández de la titularidad de la Secretaría de Educación de Veracruz. Irá, se afirma, como candidato del Partido Revolucionario Institucional por la diputación por el Distrito de Coatepec. Aseguran que el todavía secretario de Educación es el mejor prospecto para ese distrito y que el triunfo para el partido tricolor está garantizado dada la experiencia y tacto político del ex legislador federal así como por el buen trabajo realizado al frente de la SEV.

Para ocupar el lugar que deje vacante Adolfo Mota Hernández se mencionaban hasta el inicio de la semana pasada tres nombres: Xóchitl Adela Osorio Martínez, subsecretaria de Educación Básica; Nemesio Domínguez Domínguez, subsecretario de Desarrollo Educativo; y Edgar Spinoso Carrera, Oficial Mayor. A esos nombres, se sumó hacia el final de la semana el de otra funcionaria de la SEV: Denise Uscanga Méndez, subsecretaria de Educación Media Superior y Superior.

Los cuatro funcionarios tienen una amplia experiencia en el sector educativo y cualquiera de ellos daría continuidad al trabajo emprendido por el secretario de Educación, Adolfo Mota. El cambio se dará en los próximos días y la duda acerca de quién tomará el timón en esa importante dependencia no tardará tampoco mucho tiempo en ser despejada.

En la ola de cambios en la Secretaria de Educación de Veracruz, el lunes pasado Daniel Lugo Carrasco tomó posesión como director de Educación Superior. A Lugo Carrasco se le recuerda como titular de la Dirección General de Bachillerato lugar en donde algunos trabajadores lo quisieron hacer responsable directo de que no se les pagaran sus salarios. A un año de distancia, y bajo la dirección de Rafael Ferrer Deschamps, esos trabajadores de la DGB siguen exigiendo el pago de lo que ellos dicen que se les debe sin atreverse a dar la cara, a dar sus nombres y a tomar al toro por los cuernos. A Lugo Carrasco, le quedó a la perfección aquella sentencia famosa que Manuel Martínez de Leo, titular de la Sedarpa, le dedicó a productores: “Aunque yo me vaya, el que llegue después de mí tampoco les va a pagar”.

Durante la semana pasada, Diana Santiago Huesca también tomó posesión como coordinadora de asesores del secretario de Educación. A ella se le recuerda como parte del comité ejecutivo del Sindicato de Trabajadores de la Educación Normal de Veracruz, como presidenta de la Asociación Estatal de Padres de Familia (que no hay que confundir con la APAFEV de Rita Guerra Nogueira), como titular del Consejo Estatal de Participación Social en la Educación y finalmente como presidenta del PRI municipal. No hay razón para dudar de que su experiencia dará buenos frutos en los días por venir.

*** En muchos casos, los padres de familia defienden a sus maestros. Lo hacen cuando éstos hacen lo que deben hacer y aún más: poner el ejemplo con buenas acciones, pero sobre todo brindar educación de calidad bajo cualquier circunstancia.

No sucede eso en la escuela primaria “Miguel Hidalgo y Costilla”, situada sobre la carretera a Ojo de Agua, en Emiliano Zapata. Ahí, desde el inicio del ciclo escolar los profesores (3 hombres y cerca de 15 mujeres) hacen todo menos dar buen ejemplo a los niños y educación de calidad.

En el mencionado plantel educativo, los mal llamados docentes no llegan a la hora establecida por la Secretaría de Educación de Veracruz. Lo hacen media hora o más tarde. Dice la directora de la institución, de la cual nadie sabe su nombre, que ella ha insistido mucho en los “profesores” para que lleguen puntales, pero éstos siguen en las mismas. Lo que hace suponer o que la jerarquía les vale o que hay una posible complicidad entre “profesores”, directora y supervisión, además de que a pesar de las quejas de los paterfamilias no se han tomado cartas en el asunto.

Aún cuando saben que llegan tarde al plantel educativo, los profesores terminan sus “clases” antes de las 12 del día. En total, los “docentes” dan en promedio menos de cuatro horas de “clases” al día, pero cobran jornada laboral completa.

Hay más: ya en las aulas de la escuela primaria “Miguel Hidalgo y Costilla”, las profesoras se dedican a estar hablando por sus teléfonos celulares, a desayunar, a maquillarse y a plancharse el cabello frente a sus alumnos sin vergüenza alguna. Se dedican también a andar de aula en aula intercambiando las “noticias” del día, y cuando los padres han reclamado su proceder. Los mal llamados profesores contestan como malos profesores que son: que si no les parece que se lleven a sus hijos a otra escuela, que también tienen actividades sindicales con las cuales deben cumplir y que el sindicato (que se presume es la Sección 56 del SNTE) les permite hacer lo que les venga en gana. Para evitar los reclamos cada vez más crecientes de los padres de familia, la directora construyó una puerta alterna por donde entra con todo y vehículo y por la cual está prohibido que ingresen los niños.

La escuela en mención es un polvorín. Los padres de familia han solicitado, han exigido a la dirección de la escuela y a la supervisión escolar que se ponga orden, pero hasta ahora los han ignorado. Por ello, a nadie debe sorprender que en los próximos días, cansados de esperar una respuesta positiva, los papás tomen la escuela y exijan la presencia de las autoridades de la Secretaría de Educación de Veracruz para que les expliquen por qué hay tanta complacencia para este grupo de defraudadores de la educación, de vividores, de mercenarios que nada tienen que hacer frente a los niños y padres de familia, quienes sólo desean buen ejemplo de sus maestros y calidad educativa.

Hay profesores que cuestionan por qué los padres de familia y la sociedad en general no los apoyan en su lucha contra una reforma educativa que, dicen ellos, lesionan sus derechos laborales. Con ejemplos como el planteado se les da la respuesta. Nadie quiere seguir solapando a gente a la que no le interesa el servicio educativo, a la que no le interesa brindar educación de calidad.

Los padres de familia esperan que las autoridades educativas tomen cartas en el asunto antes de que decidan tomar la escuela y arreglar las cosas a su modo.

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