COLUMNA



5 de febrero de 2018

Los periodistas, entre el chayote y la represión

Línea Caliente

Por Edgar Hernández¨*

¡Una nueva relación prensa-estado ofrece Pepe Yunes!

Jamás imaginó el efímero gobierno de transición que encabeza Miguel Ángel Yunes Linares –a diez meses de concluir- que luego de cerrar las puertas de todo diálogo con la prensa veracruzana, se iba a encontrar con un periodismo libre e independiente que ha sabido sobrevivir por encima de la mordaza y el asesinato.

La creyó fácil.

Pensó que amarrando a dos que tres aldeanos con magros “chayotes”, dar obra pública a una radiodifusora, Avanradio, para cubrir la cuota, atascar de billetes a dos que tres medios nacionales y entregar el grueso de la publicidad a las redes sociales, estaba hecho.

Se equivocó.

Olvidó que la prensa de opinión, la que informa y modera, no admite el abuso de poder y menos un pretendido perpetuamiento del poder.

No previó que la prensa, la que rinde cuentas en el día a día con valor y con verdad del quehacer público, no se pondría en su contra, simplemente informaría a los veracruzanos de las promesas incumplidas, del desempleo y la inseguridad pública que nos tiene de rodillas y en manos del crimen organizado.

En sus efluvios de poder no midió que la escalada de crímenes contra los periodistas, los que cayeron acribillados en las calles por decir la verdad y que malamente fueron criminalizados, se le revertiría.

Por una ausencia de formación democrática y respeto a los valores esenciales de toda sociedad organizada, como lo son la libertad de pensamiento y expresión, al señor Yunes Linares en reflexión lineal simplemente rechaza la crítica y su mejor respuesta al juicio periodístico es el repudio a los medios y sus representantes.

De hecho, esa siempre ha sido la constante a su paso por la vida política.

Cómo olvidar en la época de los noventa, aquellos lances represivos y persecutorios contra los diarios del Istmo y Política, las golpizas a los periodistas en la era del chirinato y el cierre de la llave publicitaria a todo aquel que hablara mal del gobierno en el cual operaba.


José Robles Martínez, director del Diario del Istmo tuvo que huir de Coatzacoalcos acosado por la represión y en parecido predicamento estuvo Ángel Leodegario Gutiérrez, del diario Política, perseguido, acosado y despojado en esa infausta época.

Al repetir la fórmula, ya como gobernador, Yunes Linares jamás consideró que al cambio generacional y con una prensa libre y combativa, se iban a multiplicar los señalamientos en su contra.

En estos tiempos, al posesionarse la verdadera comunicación social de las redes sociales y sobrevivir en una desigual lucha en donde ha ganado la verdad por encima del chayote, el juicio al gobierno yunista es severo, reprobatorio.

Y es que en la historia del periodismo veracruzano no hay registro de cómo la prensa, prácticamente en aplastante mayoría y sin ponerse de acuerdo, coincide en que este gobierno de efímera vigencia, es abusivo, atrabiliario y represor.

La prensa en Veracruz es hoy si es centinela del poder.

No da tregua.

Resiste y deja muy en claro la confusión intencionada gestada por el gobierno del Estado a través de su oficina de comunicación social – ¿Cómo se llama ese omiso jefecillo de prensa? – que un medio de comunicación podrá vender un espacio publicitario, pero jamás su conciencia.

Regresa al presente que las más importantes luchas libertarias que ha librado la humanidad a lo largo de su historia han sido precisamente por la democracia manifiesta en la libertad de expresión.

La libertad de prensa nunca ha sido una concesión gratuita de los gobiernos establecidos y cuando se ve amordazada es que estamos en el autoritarismo, en la autocracia que en Veracruz, una entidad liberal y cuna independentista, jamás permitirá.

La prensa y sus representantes son algo más que un embute, chayote o dádiva, son la expresión de un pueblo. Es la caja de resonancia de la sociedad civil. Es el juez del mal gobierno.

Afortunadamente no hay mal que dure más de dos años.

Nuevos tiempos y propuestas asoman en el horizonte. Habrá de regresar a Veracruz la normalidad democrática en donde más allá de un convenio o acuerdo publicitario habrá respeto a la crítica, al disenso y a la admonición y juicio de los generadores de opinión.

Y al tiempo habrá de recordarse la lucha que hoy libra la verdadera prensa veracruzana que hoy vive y sobrevive con dignidad de cara a un régimen que nunca entendió que la libertad de prensa es el derecho que tienen los medios de comunicación para investigar e informar sin ningún tipo de limitaciones o coacciones, como la censura previa, el acoso o el hostigamiento.

En este sentido, la libertad de prensa regresará a Veracruz como lo que siempre ha sido, una garantía constitucional, fundamentada en la libertad de expresión, propia de sociedades con sistemas políticos democráticos de libertades plenas.

En Veracruz no se pretende, al menos ese es el sentir de las mayorías, vivir una monarquía.

Tiempo al tiempo.


*Premio Nacional de Periodismo

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