Anaya, ¿delito o guerra sucia?
ALMA GRANDE
Por: Ángel
Álvaro Peña
El problema de la guerra sucia es que el primer golpe es el que
vale. La aclaración o el desmentido carece de validez hasta que es repetido
cientos de veces en diferentes medios y con distintas pruebas.
La frase que acompaña los comentarios sobre la guerra sucia entre
candidatos es: Si el río suena es porque agua lleva. Y entonces el río se
vuelve cascada informativa, y la mentira que la guerra sucia produjo con toda
mala intención, se vuelve realidad.
Si se desmiente, aunque sea con pruebas, se dice que si fuera
inocente no se defendería, que la verdad cae por su propio peso; pero si no se
defiende también es malo porque se comenta que si fuera mentira rechazaría la
versión que difunde la guerra sucia.
Lo cierto es que una guerra sucia tiene en México una gran
trascendencia e influye en el voto de los mexicanos por dos factores
fundamentales, ambos tienen que ver con medios porque mantienen un nivel
estándar de desinformación muy cercano a la mentira, la omisión se convierte en
la verdadera noticia de ocho columnas y nadie sabe en realidad lo que sucede en
el extraño y muy lejano mundo de la política.
La otra vertiente que sirve de trinchera a la guerra sucia son los
medios. Este proyecto que debe regularse no tiene remitente, pero sí medios
para difundirse y se inventan mil pruebas y se alteran miles de fotos, se dan a
conocer documentos apócrifos y se comprueban gastos o se dejan sin comprobar
otros.
El caso es que la guerra sucia existe sin lugar a dudas y esta vez
está dirigida contra el candidato del Frente a la Presidencia de la República,
Ricardo Anaya.
La guerra sucia, como enfermedad mortal sirvió para que las protestas
contra el fraude electoral hacia Andrés Manuel López Obrador fueran reducidas a
cenizas. Ante la duda de si era un peligro, se prefirió el silencio gracias a
una guerra sucia donde muy pocos medios se negaron a participar.
La guerra sucia influyó para que no se votara en favor de Andrés
Manuel López Obrador en 2006 y en 2012; sin embargo, sirvió también para que la
gente que lo apoyaba no peleara su triunfo electoral basado en un gran fraude
cibernético.
Es decir, la guerra sucia ha probado su efectividad y no hay poder
humano que la detenga.
Aniquila como sucede en toda guerra.
En el caso de Andrés Manuel López Obrador pareciera que el tiempo
hizo inmune su figura y como una especie de vacuna contra el rumor y la
especulación, se diga lo que se diga contra su persona, sus simpatizantes no se
la creen, al contrario, puede tener efectos benéficos para el candidato de
Morena, como sucedió con una supuesta acusación de su relación con Rusia, donde
se llegó a decir, antes de la campaña que la campaña era sostenida
económicamente por ese país. Cuando en realidad su reporte al INE de gastos de
precampaña fue el más bajo comparado con sus contrincantes y el que más eventos
sostuvo con la militancia.
Pero para la guerra sucia ese “poco” dinero que gastó en
precampaña se lo mandó Rusia. Este rumor que trató de repetirse varias veces le
sirvió a Andrés Manuel para levantar aún más sus simpatías ante los electores y
su porcentaje de intención del voto aumentó.
Ahora la guerra sucia tiene otro objetivo: Ricardo Anaya. Esto
deja al descubierto que buena parte de la guerra sucia se hace en cuarteles
priistas, porque si alguien le incomoda al tricolor para avanzar es Anaya.
El PRI no quiere competir contra el primer lugar, junto al cual
sabe que nada puede hacer, quiere acercarse al segundo lugar para descalificar
al primero con artimañas y un gran fraude el día de las elecciones.
Es decir, si Ricardo Anaya se va al tercer lugar, y el PRI se
queda en segundo, puede arrebatar el triunfo a través de sus habituales
violaciones a la ley electoral que comienza con la compra del voto y termina
por convencer al INE de que introduzca algoritmos extraños que alteren el
resultado.
Mucho de la guerra sucia contra Andrés Manuel provino de la
oficina del hermano de Margarita Zavala, Juan Ignacio, quien, por iniciativa
propia dedicó buen tiempo para lacerar la imagen del líder nacional de Morena.
La responsabilidad sobre la guerra sucia, una de las
especialidades de Juan Ignacio, puede llegar incluso contra el candidato del Frente
a la Presidencia de la República, Ricardo Anaya.
El ex líder nacional del PAN señaló que entregó un documento
ante la Oficialía de Partes de la Subprocuraduría Especializada en
Investigación de Delincuencia Organizada, mismo que fue sellado de recibido.
Por su parte, la PGR informó que Ricardo Anaya, se presentó en las
instalaciones de la Subprocuraduría en cuestión, donde se le invitó
públicamente, en repetidas ocasiones, a rendir declaración ministerial para lo
que a derecho convenga, lo cual fue rechazado por el candidato.
La PGR indicó que actúa conforme a la ley, lleva a cabo
investigaciones en el marco de obligaciones constitucionales sobre la posible
comisión de delitos y es ajena a los procesos electorales o actividades
partidistas.
Por lo que, de ser el caso, citará a las personas que sean
necesarias en función del debido esclarecimiento de hechos posiblemente
constitutivos de delitos, indicó la dependencia en un comunicado.
El periódico británico Financial
Times comentó que “El candidato del PAN, PRD y MC a la presidencia,
Ricardo Anaya, vio desplomarse su campaña, ante
acusaciones relacionadas con lavado de dinero y ridiculización en redes
sociales al tratar de poner en marcha un vehículo”.
Luego de que el candidato presidencial de la coalición Por México al Frente,
rechazó declarar, el panista calificó de “penosa y deleznable” la actuación de
Alberto Elías Beltrán, encargado de la dependencia, al permitir que ésta sea
utilizada como instrumento de golpeteo político en pleno proceso electoral.
Verdad o mentira de Ricardo Anaya sobre su inocencia, o efectos
contundentes de la guerra sucia en estas elecciones. Nadie puede negar que el
candidato del Frente está bajo sospecha, pero tampoco nadie puede negar la
existencia de una guerra sucia electoral que nunca se ha investigado ni
sancionado. Hasta ahora la guerra sucia sigue favoreciendo al poder
establecido. PEGA Y
CORRE. – No cabe duda de que el discurso violento de las
autoridades genera violencia física y lleva a sus últimas consecuencias la agresividad
de un lenguaje prepotente y autoritario como el que se pronuncia en Veracruz
desde las más altas esferas de su política, de ahí que esa entidad sea uno de
los estados del país donde se registran más casos por violencia escolar o
bullying…Esta columna se
publica los lunes, miércoles y viernes.
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