Desde el Café
Miradas Que Matan
Bernardo Gutiérrez Parra
Últimamente, más que fijarme en lo que dice Andrés
Manuel López Obrador en sus conferencias mañaneras, me fijo en las imágenes de
Morelos, Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas a las que siempre da la espalda,
pero que lo miran impasibles.
Y no sé, puede que sea un efecto óptico (o a lo
mejor es la edad) pero a Morelos lo veo huraño y a Hidalgo contrariado. Los
ojos de Juárez son filosos y penetrantes; Madero lo observa con recelo y
Cárdenas con fastidio.
Si vivieran, ¿qué pensarían de la forma de gobernar
del tabasqueño?
Como ninguno está entre nosotros sólo queda
especular y pienso que José María Morelos le reprocharía su falta de humildad y
su soberbia. “La soberbia es debilidad mientras que la humildad es fuerza y tu
estás trastocando los términos”. Seguro que así le diría.
Miguel Hidalgo lo amonestaría por vivir en un
Palacio como un virrey, y con más lujos que sus antecesores que vivieron en Los
Pinos.
Francisco I Madero le expresaría su decepción por
no manifestarse abiertamente contra el golpe a la democracia que acaba de
acomodarle Jaime Bonilla a Baja California. Y por no hacer nada por evitarlo.
Lázaro Cárdenas le estaría reprochando la
construcción de una refinería en un lugar impropio como Dos Bocas; una
refinería que (para acabarla de fregar) está condenada a no refinar ni un litro
de aceite.
Este domingo desde Palenque López Obrador dijo:
“Creo que vamos bien, ese es mi balance, no hay nada que temer. Vamos muy bien
porque estamos cumpliéndole al pueblo y el pueblo nos está apoyando; nos está
respaldando.
“Ya vamos a la capital de la República, al sitio
donde vivo en Palacio Nacional, a ese lugar de tragedias y de grandezas. Desde
ahí se han llevado a cabo transformaciones muy importantes para la vida pública
de México. Por eso es un timbre de orgullo vivir en Palacio Nacional donde
vivió el mejor presidente de México, Benito Juárez García”.
Pero sería Juárez, su ídolo, guía y maestro quien
más lo fustigaría si pudiera refutarlo en sus conferencias. “Dijiste que
tendrías un gabinete como el mío y ninguno de los pelafustanes improvisados de
tu primer equipo tiene la grandeza de Guillermo Prieto o Lerdo de Tejada. Te
dices liberal pero eres un retrógrada conservador; más mucho más que aquellos a
los que tachas de conservadores. Para colmo eres intolerante y sectario; yo
escuchaba a mis opositores y les tenía respeto. Tu los descalificas y humillas
sin darles derecho de réplica”. Y por ahí se iría el benemérito.
Si Madero y Juárez mintieron, nunca lo hicieron con
el descaro de Andrés Manuel que dijo sin tapujos “creo que vamos bien” cuando
no se puede ir bien con una economía que en once meses creció 0.0 por ciento,
es decir, que no creció un ápice. No podemos ir bien cuando la delincuencia se
ha apoderado de más de la mitad del país; ni cuando el desempleo crece; ni
cuando por inseguridad o falta de liquidez se cierran cientos de fuentes de
empleo; ni cuando bajan las exportaciones; ni cuando nos damos cuenta que la
educación se entregó a unos pelafustanes disfrazados de líderes magisteriales;
ni cuando soldados, marinos y policías tienen impedido repeler ataques de los
criminales.
Cuando hay todo eso no podemos ir bien.
AMLO vive en Palacio Nacional porque de ese
edificio emana la fuente del poder y él es un ambicioso del poder. También vive
ahí porque en efecto ahí vivió Juárez a quien desea igualar en grandeza; pero
para su mala fortuna ésta no se trasmite por ósmosis.
Por eso se me figura que los héroes que atestiguan
sus conferencias mañaneras lo miran con enojo y lamentan que los tenga de
ejemplos.
Para fortuna de Andrés Manuel no están entre sus
personajes favoritos ni Francisco Villa ni Emiliano Zapata que sin duda lo
mirarían muy encabronados y con mal disimuladas ansias de pasarlo por las
armas. Y es que cuando se trataba de castigar a gobernantes totalitarios,
ninguno de estos dos revolucionarios se andaba con remilgos ni con madres.
bernardogup@hotmail.com
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