Guerra sucia contra
el cambio
ALMA GRANDE
Por Ángel Álvaro Peña
Como no había sucedido nunca en la historia de México, los medios
de información tienen un espacio reservado para quienes elaboran los
historiales de los miembros del gabinete de Andrés Manuel López Obrador.
Quienes nunca se preocuparon por las decisiones de los presidentes
de la República a la hora de nombrar colaboradores, ahora se convierten en
investigadores improvisados y se ponen a buscar en los árboles genealógicos de
cada uno de los designados a los puestos de la próxima administración.
Ahora, como nunca, algunos rincones de la oscura información
política muestran una gran prisa por saber si se va a cumplir lo que se
prometió en campaña, cuando nunca antes lo hicieron.
Ahora que no ejercen el poder el tiempo les sobra y las canonizas
se extravían. Deben protestar de alguna manera y como todavía no cabe ningún
reclamo ante un ejercicio político que no ha entrado en funciones, pues tienen
en la mira a los colaboradores, a quienes señalan como los peores mexicanos
todos los tiempos, dejando atrás a Javier y César Duarte, cuya presentación
como candidatos nunca fue cuestionada por nadie.
Los presidentes entrantes tenían, hasta ahora, la libertad de
escoger a los hombres y mujeres que mejor consideraban para desempeñar su
trabajo. En ese momento, los medios y los comunicadores, que ahora disparan
contra los nombrados, lanzaban los anzuelos para solicitar canonjías,
publicidad, empleo para los familiares, chayotes.
Esto ha cambiado y ellos lo notan y lo confirman.
Tampoco dijeron nada acerca de Roberto Borge, a pesar de tener
antecedentes oscuros. Ni de Rodrigo Medina, a pesar de saber todos que nada
sabía de política. Con ellos se esperó a que dieran malos resultados para
cuestionarlos, pero esperaron a que su actuación se reflejara en los hechos.
Ahora es diferente, los amargados, disfrazados de expertos que ven diluirse sus
privilegios, critican por el apellido, por el origen, por la escuela en la que
estudiaron, por sus familiares y maestros a los integrantes del próximo
gabinete.
Esa repentina preocupación por saber quiénes son los que operarán
en la administración pública no obedece a un interés por la actividad política,
sino como parte de una guerra sucia que no quiere la paz.
Una guerra sucia enquistada en el arsenal de la amargura y el
rencor, pero que exige venganza. Cualidades de una clase política que no usó
para defender como hombres lo que ahora lloran como infantes.
La proliferación de versiones sobre los integrantes del gabinete,
sobre los posibles fracasos del nuevo régimen, acerca de la posibilidad de
error son tantas y se basan en datos tan diferentes que lo único que hacen es
desinformar más a una población que fue domesticada a través de esos mismos
medios convertidos ahora en trinchera de la guerra sucia.
La transformación deberá empezar por contar la historia de los
privilegios que pelean quienes ahora se rasgan las vestiduras por la victoria
de Morena en la Presidencia de la República. Partido al que cuestionan su
poderío al ver cómo el Congreso está prácticamente en sus manos. Pero esa
concentración de poder nunca fue siquiera comentada por esos medios ni por esos
comunicadores que deberían aprovechar sus dotes investigadoras en sugerir temas
y propuestas y se pongan a trabajar de una vez por todas en favor de la
población.
Los comunicadores ahora deben ser el puente para que la población
corrija los errores de la administración pública presente y pasada. Pero en
lugar de construir los medios para lograrlo se escudan en la profesión periodística
para hacer del oficio una trinchera por consigna.
Una de las muestras que tendrán los mexicanos para convencerse de
que su decisión no estuvo equivocada será el gran museo en el que se convertirá
la que es todavía la Residencia Oficial de Los Pinos, donde podrá mostrarse
cómo vivieron los presidentes que en nombre de los pobres se enriquecían.
En cuanto llegue de vacaciones Enrique Peña Nieto deberá acelerar
su mudanza y dejar ese espacio para que el museo de la ignominia sea abierto
cuanto antes. Ahí podrá explicarse mucho de lo que ahora parece no tener
explicación. La pérdida de los privilegios de una clase social que se apropiaba
de las decisiones de los mexicanos y de sus posesiones tradicionales para
seguir sumando pesos y dólares a su fortuna.
Las obras de arte que nunca entendieron, los muebles que nunca
reconocieron como valiosos, los espacios que no aprovecharon, los lujos que
exhibieron, la ropa que usaron, las joyas que ostentaron frente a un pueblo que
vive en la miseria. El museo mostrará que no se equivocaron los mexicanos en
las urnas.
Los críticos de realidad presente cuestionan e intentan analizar
este tiempo con ojos del pasado. No pueden romper los esquemas de la rutina que
es el único vehículo que lo llevaba a la realidad.
Desconocen los cambios, no entienden la transformación. No pueden
creer que nada va a ser igual.
La guerra contra lo que sucede o lo que no suceda seguirá
disparando desinformación. Las batallas hasta ahora han sido ganadas por la
población que hizo caso omiso de la guerra de rumores y especulaciones durante
la campaña. Ahora se vive el momento de la transición hacia el nuevo gobierno,
donde la guerra sigue con los mimos soldados y las mismas trincheras. Saben que
perdieron las batallas, de otra manera no se hubieran volcado más de 30
millones de mexicanos en favor del objetivo principal de la guerra sucia. Lo
elevaron a un gran poderío a pesar de la intensidad de los disparos.
Los medios de información tradicionales han extraviado su objetivo
y con ello abaratado su trabajo, lo mismo que sus tarifas. Ahora ya no tienen
el mismo público.
Las críticas fundadas o infundadas provenientes de ciertos medios
ya están esterilizadas en su veneno por la lógica de la población, la
conciencia de la gente y la inteligencia de quienes conocen, a través de sus
propios ojos, la realidad de México. No necesitan de lentes que distorsionen
realidades que no existen, ni medios que se conviertan en fines en sí mismos. PEGA Y CORRE. – Las
diputadas y diputados de la LXIV Legislatura del Estado de Veracruz siguen
realizando nombramientos a modo. Se sabe que toda acción que realizan los
diputados locales tiene consigna y ésta viene de la casa de gobierno de Xalapa.
Esta vez los diputados locales avalaron las ternas para la designación de los
titulares de los Órganos Internos de Control del Poder Legislativo de Veracruz,
del Organismo Público Local Electoral y de los Organismos Autónomos de la
entidad. Decisiones que muestran poca armonía y comprueban que la guerra
sigue en Veracruz, a pesar de las heridas de la población; sin embargo, sigue
habiendo quien pondera el interés personal al de la sociedad, en cargos que
deben ser los medios para ayudar a la población… Esta columna se publica los lunes,
miércoles y viernes.
Dudas y comentarios:
angelalvarop@hotmail.com
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