El debate cansa
ALMA GRANDE
Por Ángel Álvaro Peña
Todo lo que debieron dar los candidatos a la presidencia de la
República, José Antonio Meade Kuribreña, del PRI, y partidos satélites; Ricardo
Anaya Cortés, del frente híbrido sin ideología y Andrés Manuel López Obrador,
con un par de partidos que si no se unen a uno de los grandes perderían el
registro.
En realidad, el cuarto candidato ni siquiera debería presentarse
por dignidad, pero hace su papel de bufón y de carne de cañón para desgastar a
otros candidatos, principalmente al candidato de Morena.
La ley no obliga a los candidatos a presentarse a un tercer
debate. La obligación es llegar a dos de tres debates. Así que cualquiera puede
dar la sorpresa de no presentarse. Sobre todo, en un clima de discursos
violentos y de violencia electoral sin precedente en el país.
Los debates han servido para denigrar las figuras de quienes
pueden dirigir los destinos del país. Han derivado en un choque de insultos en
lugar de ser una confrontación de ideas. No se toma en cuenta la inteligencia
sino la audacia para responder rápido la descalificación del contrario.
Aunque estén todos los que son, no habrá sorpresas. La única
novedad es el video donde se exhibe a Ricardo Anaya como un lavador de dinero.
Esto es solo una aparente evidencia, pero no significa que lo sea; sin embargo,
Meade ha arremetido furiosamente contra el panista diciéndole “vulgar ladrón”.
Se comprende que Meade esté desesperado por estar en lo que llaman
el peor momento de su campaña, pero no puede hacer acusaciones de manera tan
ligera. No son propias de alguien que busca ganar el puesto político más
importante del país. No es digna esa acusación en labios de alguien que nos va
a representar dentro y fuera de nuestras fronteras.
Lo que es evidente en vísperas de este tercer debate es la
necesidad de un evento espectacular que haga pensar a la población que Meade
crece, que sube por lo menos 10 puntos. Ya el líder nacional del PRI lo intentó
al decir primero en Celaya, luego en Tijuana, después en Quintana Roo, que
Meade estaba en segundo lugar. Eso no lo creyó ni Meade porque el equipo del ex
secretario de Hacienda no le permitió repetir tal disparate.
Después René Juárez Cisneros fue más mesurado y el sábado pasado
se atrevió a decir que el PRI, su partido, estaba dispuesto a reconocer el
triunfo del ganador en las urnas como signo de rendición.
Sin embargo, hay otra parte del PRI que quiere pugnar por hacer
aparecer al priista adoptado como el candidato que alcanza y gana.
No podría hacerlo de quedarse todo como está. Porque además si se
duda de las encuestas es porque hay variaciones cuando hay resultados contrarios
a sus cálculos, pero la encuesta de los candidatos a la Presidencia de la
República está igual desde principios de septiembre que inició el año electoral
y esto habla de una solidez de pronóstico.
Sin duda el debate de este martes en Mérida, Yucatán, será más
agresivo. Más violento y seguramente será un encuentro entre Meade contra
Anaya. El segundo lugar esta vez es más codiciado que el primero.
A los debates se les ha querido colgar un muy amplio sentido de la
confrontación de ideas y los críticos como no pueden cuestionar al candidato
que deben proteger, les ha dado por cuestionar a los debates en sí. Y esto no
es más que una anécdota en medio de una disputa electoral de gran
trascendencia.
Otros, que no deben criticar los debates, porque son defendidos o
transmitidos por las empresas a las que pertenecen, cuestionan de manera
aparentemente diferente y entonces arremeten contra los tres con una
ligereza que lleva a pensar que esos columnistas y articulistas son un
verdadero peligro para México, porque aseguran que a los candidatos no les
interesan los jóvenes, cuando en los debates el tema todavía no mencionaba
dicho segmento de la población. O, bien, otros más tradicionales, señalaban que
los candidatos no quieren hablar de religión, cuando los problemas del país son
de este mundo y no de otro.
Así los debates apenas sobreviven en la preferencia de los
televidentes y en muchos casos, se convierten en el mejor camino para
divertirse, pero en el peor método para conocer las propuestas de cada uno de
los candidatos.
Los debates han sido desvirtuados por sus propios difusores, como
no pueden colocar publicidad durante su proyección, inventan lo que llaman el
análisis del debate, donde cobran los tiempos de televisión al triple de lo
acostumbrado, condición que les es muy productiva también a los anunciantes. Es
decir, detrás de cada debate está el negocio, la mercadotecnia de la política.
La comercialización de las ideas y la mercantilización del voto.
Durante estos análisis del debate es donde se lleva a cabo una
serie de golpeteo entre los diferentes partidos que muchas veces el debate
entre candidatos queda de tamaño menor o simplemente se diluye entre tantos
comentarios que terminan por no decir nada.
El debate carece ya de importancia, pero es muy importante para
los que difunden este evento que seguramente reactiva la economía del país,
pero solo en la parte alta de la comercialización.
Si el elector escoge el debate para saber por quién va a votar
termina confundido. Afortunadamente el ciudadano sabe perfectamente a favor de
quién marcará la boleta este 1 de julio.
Los que hasta el momento no tienen decisión son los pocos
informados o los indiferentes, que prefieren no votar a sentirse culpables de
haberse equivocado, porque no hay confianza en los políticos. Los errores están
en no participar en la política después de las urnas, porque debe defenderse el
voto y su conteo más de lo que muchos defienden el triunfo de su equipo de
futbol.
Pero la participación política de los mexicanos no debe terminar
con la emisión del voto el día de las elecciones, debe cuidarse no solo el
voto, sino que el electo cumpla con lo que prometió. Esa es la verdadera
participación ciudadana. El derecho al sufragio es la mínima expresión de un
ciudadano comprometido y responsable. Ejercerlo no significa un compromiso que
debe ser obligado. PEGA Y CORRE. – Ante la proximidad del día de
las elecciones y la marcada desventaja que presenta el candidato oficial a la
gubernatura del estado de Veracruz, el gobernador ha dejado de lado el asunto
de Karime Macías para dedicarse a ver la forma de que su hijo gane, por las
buenas o por las malas…Esta columna se publica los lunes, miércoles y
viernes.
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