PAN sin lastres
10 de enero
de 2018
ALMA GRANDE
Por Ángel
Álvaro Peña
A ningún partido político le sirve un cuadro como Javier Lozano.
Ahora forma parte de un proceso involuntario del PAN, partido que seguramente
despegará más ágil para la coalición con el PRD en busca de cientos de puestos
de elección popular.
Pese a lo que todos pensaban la renuncia de Margarita Zavala no
perjudicó al partido, al contrario, fortaleció a Ricardo Anaya, a quien
consideraban un inexperto líder y un tibio militante panista. Ricardo Anaya
enfrentó a un grupo identificado con uno de los más duros presidentes de la
República, cuyo significado es de represión y sangre. Su esposa intentó
manipular la estructura del Pan y Ricardo Anaya no lo permitió, Calderón quiso
desestabilizar su liderazgo y se vio frustrado.
Ahora el senador Lozano, quiere hacer pensar que con su salida del
PAN habrá una estampida, no es así. Al contrario, más de un panista estará
alzando los brazos al cielo por esa renuncia. Ya se fue Luisa María hermana de
Calderón, ahora sólo falta Ernesto Cordero para que en el PAN siga habiendo
panistas.
El PAN debe tener conciencia de que su líder no es un novato,
desde luego, compite con profesionales del discurso político y contra una
estructura de gobierno que no será fácil vencer; sin embargo, lo que queda
claro es que el país exige una derecha sólida, que sirva de puente entre
extremos dentro y fuera de su organización.
Ahora nadie cree que sea un líder amateur. Es momento de despegar
y los lastres para elevarse van cayendo solos.
El PAN tiene entre sus militantes en el poder otro grave problema,
su radical comportamiento. Por un lado, Javier Corral enfrenta directamente al
poder e intenta luchar contra la corrupción y la impunidad, y, por otro, lucha
contra la decepción que produjo su gobernador en Veracruz, donde no sólo se la
pasó cruzado de brazos, sino que ahora quiere imponer a su hijo como candidato
del Frente a la gubernatura por esa entidad, como si se tratara de una
dinastía, a la vieja usanza de los emperadores chinos.
La simple intención de querer imponer a su hijo como candidato del
Frente creó divisiones en el interior del PAN, la más absurda de las propuestas
viene del poder estatal que carece de credibilidad ante su imposibilidad de
cumplir las promesas de campaña que aseguraron que en seis meses estarían en la
cárcel los que saquearon las arcas del estado. Sólo hay uno en el reclusorio y
va librando uno a uno, los cargos que se le impusieron desde su llegada de
Guatemala.
No ha mostrado ser un ejemplo de gobernador como para llevarle
votos a su hijo para que continúe una obra que se antoja inexistente.
El PAN tiene en Veracruz un problema similar al que tiene el PRD
en Morelos, donde el gobernador quiere imponer a su hijo como candidato a la
gubernatura como si estuviera predicando con el ejemplo.
Lo mismo puede suceder en Veracruz, donde el Frente corre el
riesgo de dividirse a grado tal que puede afectar la estructura de la coalición
en todo el país. Sobre todo si pensamos en que su solidez sólo depende de la
manera en que Anaya lleve la campaña y su sucesor al frente del partido,
unifique criterios dentro de la estructura, lo cual parece difícil, dada la
inexperiencia de Damián Zepeda, pero lo mismo se decía de Anaya, y repuntó.
Ricardo Anaya tiene la ventaja de que los lastres abandonaron por
sí solos el partido, pero tiene otros que lejos de saberse nocivos se
consideran indispensables.
Pero Ricardo Anaya dejó de ser líder del PAN y se convirtió, por
voluntad propia, en candidato del Frente a la Presidencia de la República. No
es mal candidato, pero le anteceden problemas que debió dejar resueltos a su
salida de la cúpula del partido y esto puede costarle no sólo la derrota sino
una división irreversible dentro del frente y al interior del propio PAN.
Mucho ayuda al PAN y al propio Ricardo Anaya la salida de
Margarita, Lozano, Ana Luisa y probablemente Ernesto Cordero y Felipe Calderón,
pero la gran diferencia es que Margarita y ellos no son nada sin el PAN y el
PAN sin ellos se dignifica.
Unos se van con Margarita, otros se van al PRI, y los que quedan
estarán militando en el limbo partidista, pero garantizando seguir viviendo del
presupuesto como lo han hecho siempre.
Mañosamente más de uno de los autodenominados senadores rebeldes
se amparan en que los estatutos del partido aclaran que pueden ser expulsados
de su organización quienes apoyen a candidatos de otras fuerzas políticas y, en
el caso de Margarita no es candidata sino precandidata, y por ese simple
vocablo no han sido expulsados; seguramente una vez que reúna las tan ansiadas
firmas podrían salir los puntos negros del PAN y conocer, en realidad, el
potencial de un PAN nuevo.
El PAN con o sin Frente es un buen partido de oposición, cuando
fue poder nunca se notó la diferencia entre uno y otro partido en el poder.
Tal vez por eso el discurso
de Anaya está más cerca de las propuestas de Andrés Manuel que de las de Meade,
es cosa de que vayan definiéndose las posturas y haciéndose sólidos los
liderazgos y las candidaturas.
Ricardo Anaya quiere jugar en las ligas mayores, va bien, pero
nada le garantiza que siga creciendo. La guerra sucia es un factor que el PAN
nunca ha enfrentado y que ya empezó a lanzar misiles a raíz de que Anaya
llevó a su hijo a la escuela, sólo para demostrar que es alumno regular en una
primaria privada de México y no de Atlanta. Todo indica que el éxito de Anaya
llegó hasta donde pudo y tiene dos alternativas: se mantiene o se desinfla,
pero no crece. PEGA Y
CORRE: – Los magistrados veracruzanos que serán retirados por
jubilación de sus cargos en unos días, seguramente respiraron aliviados por no
mantenerse en ese cargo un minuto más de lo que deben, en una administración
que siempre intentó poner al ejecutivo sobre los otros dos poderes sin saber
que son independientes, autónomos y libres de tomar sus propias
decisiones… Esta
columna se publica los lunes, miércoles y viernes
Dudas
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