NEXOS CON LA VERDAD
GALLOS Y GALLINETES
Dedicado a todos los comesantos-cagademonios.
Por: E. Daniel Mendoza F. y Edgar A. Mendoza A.
Xalapa-Equz., Ver.; Marzo 29 de 2013
El gallo de pelea siempre ha sido víctima de la desinformación. La gran distorsión y el desconocimiento que impera sobre ésta valiente y noble ave y todo lo que concierne a ella, es demasiada. Existe un grave desconocimiento de sus orígenes, su naturaleza, su manejo y sobre todo, el vínculo que tiene con el hombre, pues hay una gran dependencia entre ambos.
E sido testigo de la manera equivocada, ignorante y hasta mal intencionada tanto de algunas “asociaciones protectoras de animales” de doble moral, como de algunas autoridades, que con tal de obtener dividendos políticos, “sociales” o electorales –y tal vez hasta económicos-, no escatiman nada en afectar gravemente la cultura, la tradición, el deporte y la economía de millones de mexicanos que estamos involucrados con el gallo fino de pelea. Escucho como compañeros galleros luchan incesantemente ante la amenaza a nuestras libertades.
¿Es más aceptable que una pareja de personas del mismo sexo adopten y críen a un niño o niña para que éste menor se desarrolle con la idea de que ese “núcleo familiar” es el normal, cuando todos sabemos que es antinatural?, que va contra toda regla social, moral, psicológica, biológica y religiosa?. ¿Es más aceptable ver a niños trabajando en la calle o pidiendo limosnas? Lo podemos ver normal?.
Ah, no!, lo que importa son las poses, los protagonismos o las cortinas de humo…
A los “defensores de los animales” quiero decirles porqué el gallo de pelea y el hombre dependen mutuamente desde hace cientos de años:
En la historia del mundo existen personajes que han sido asiduos aficionados al gallo de combate. En la época de La Colonia, en la Nueva España eran muy frecuentes las fiestas civiles y religiosas, las noches se iluminaban con fuegos artificiales, comedias, mascaradas, galanteos, juegos de naipes, corridas de toros y peleas de gallos. A las corridas de toros y a las peleas de gallos concurrían el Virrey, el Arzobispo y el Cabildo Eclesiástico.
Antonio López de Santa Anna fue un amante de los gallos de combate, y en su Hacienda de El Lencero tenía una gallera. El Presidente de los Estados Unidos de Norte América, Abraham Lincoln también lo fue.
El “Benemérito de las Américas”, Licenciado Don Benito Pablo Juárez García, era asiduo asistente a las peleas de gallos; en los inicios de La Guerra de Reforma, el primer choque armado entre Liberales y Conservadores tuvo lugar en Salamanca, Guanajuato; en ésta batalla la victoria fue para los Conservadores. No obstante aquel rudo golpe, cuando Juárez recibió en Guadalajara la noticia de la derrota, exclamó tranquilamente: “Le han quitado una pluma a nuestro gallo”.
El General Doroteo Arango mejor conocido como Francisco Villa, y su Lugarteniente el General Rodolfo Fierro, eran unos verdaderos amantes de los gallos de combate y también de las carreras de caballos; uno de los orgullos más grandes del General Villa era mostrarle su gallera a sus amigos, tenía un
finísimo semental al que puso por nombre “El Cubano Hermoso”. Entre sus amigos, el General Villa exclamaba: “Soy aficionado a los buenos caballos, a los gallos valientes y a las mujeres bonitas”.
El pollito de ésta raza, desde que nace empieza a mostrar su bravura, su casta; empiezan los juegos entre hermanos, van creciendo y llega la etapa en que hay que separarlos ya que si no lo hacemos, el día menos pensado vamos a encontrar a nuestros pollos muertos o mal heridos por la tremenda pelea en la que se enfrascan sin la intervención del hombre.
Son como los peces “Beta”, esos que venden en los mercados en bolsas de plástico los cuales no pueden estar con ningún otro pez, ya que se matarían entre sí, y a esos peces nadie los enseño a pelear.
Lo mismo pasa con los gallos de combate, son celosos, únicos, territoriales, es su naturaleza, la cual los ha dotado de un arma que es el espolón, una fuerte, afilada y salida punta que usan para pelear hasta la muerte.
Son unos verdaderos Gladiadores. Si se sueltan dos gallos a distancia en un lugar abierto, se buscan con el canto el cual los va acercando hasta enfrascarse en una tremenda pelea. Un gallo grande mataría a uno pequeño y un gallo sano y fuerte destrozaría a uno débil y enfermo; es por eso que, si no es por la intermediación del hombre, estos gallos ya se hubieran extinguido.
Ésta especie se divide en más de 200 razas, por eso el gallo de combate depende del hombre para su preservación. En los Palenques pelean en similitud de condiciones, en el mismo peso, con la mejor alimentación y bien vitaminados; bien ejercitados lo cual los lleva al máximo desarrollo físico y de plumaje. Las peleas son reglamentadas por la Sección Nacional de Criadores de Aves de Combate, y sancionadas por la Dirección de Juegos y Sorteos de la Secretaría de Gobernación. Ningún gallo es obligado a pelear, por eso el gallo –como se dice en términos gallísticos- “se puede huir”, abandonar la pelea y no hay forma ni debe forzarse ni obligársele a pelear.
En el aspecto económico dependemos millones: Criadores, agricultores, empresarios, corredores, pastores, amarradores, soltadores, veterinarios, artistas, meseros, intendentes; fabricas de incubadoras, de jaulas, de plásticos, de hilo, de navajas, de basculas, de cuerdas; así también de accesorios, medicamentos, vitaminas, alimentos, cajas transportadoras y de descanso; huililas, botadores, polainas, cubiertas, etc. Es una economía de la cual dependen millones de familias mexicanas.
Y tampoco se vale que nos quieran desprestigiar vociferando que los palenques son lugares donde se delinque, no es así, desgraciadamente, como en todo, hay gente que se infiltra, pero los verdaderos galleros nos desarrollamos en un ambiente familiar, y repito, todo está reglamentado. Ahí nos encontramos profesionistas de todas las ramas así como empresarios, empleados, artesanos, obreros, amas de casa, estudiantes y hasta algunos sacerdotes que gustan de la gallística; nosotros tenemos una sola clase, y es la de galleros, que es lo que nos fraterniza. A mí nadie me va a tratar como criminal pues desde que tengo uso de razón he admirado al gallo de combate, desde los cinco años de edad, o sea, desde hace veinte años tuve mi primer gallo.
Dentro de las diferentes razas existe una a la que llamamos Gallinete o Gallino, es un gallo con plumaje y aspecto de gallina, pero es fuerte, agresivo y sabe pelear y obviamente le gustan las gallinas.
Yo quiero decirle al Gallinete que tenemos en el Palacio Municipal de Xalapa, que con su prohibición, solo “Le han quitado una pluma a nuestro gallo”.