Para sus adversarios era menester
señalar a Héctor Yunes como un empleado de Javier Duarte, pero la verdad es
que Héctor Yunes, como todos los veracruzanos, abominaba la estulticia de
un gobernador que nunca debió serlo. Héctor pudo serlo, sin embargo Fidel
Herrera no lo dejó ni siquiera ser precandidato. Previo a la designación
del candidato del PRI a la gubernatura quedan documentadas las acciones
viles de un gobernador desquiciado. Javier Duarte jugaba al gran elector;
un día mientras comía un filete, que acumulado a los cientos de filetes que
comió durante todo el sexenio hoy lo tienen con una colitis aguda, dijo a
unos periodistas que Peña Nieto le había concedido el honor de designar a
su sustituto. Masticaba y hablaba, reía y bromeaba, haciendo alarde de un
poder que sólo estaba en su imaginación: “El único amigo del presidente en
Veracruz soy yo”.
Siempre quiso con Alberto Silva, quien estaba dispuesto a encubrir todo su
desastre financiero; por ahí también le guiñó el ojo a Érick Lagos, lo
apapachó, lo hizo sentir amado y eso porque Pepe Yunes, a quien prefería
por encima de Héctor, ni caso hacía a sus insinuaciones de hembra
enamoradiza.
Después vino un primer rompimiento, la caña de pescar, para que se fuera a
pescar a sus parientes de Boca del Río. Y así, Duarte y Héctor nunca fueron
aliados, el repudio de Héctor fue demasiado prudente, debió ser enérgico,
contundente, definitivo. Finalmente Héctor fue candidato. Un buen
candidato, un político experimentado, firme, que no había usado el servicio
público para enriquecerse como lo hicieran los funcionarios de estos dos
últimos sexenios. Era un buen candidato. Entonces, ¿qué falló?
En este artículo enumero al menos cinco errores tácticos de la campaña de
Héctor Yunes; usted quizá enumere más, pero estos son mis cinco.
1.- NUNCA PUDO DESMARCARSE: Héctor nunca pudo marcar esa distancia
definitiva de Javier Duarte. El día que en el World Trade Center se
presentaba ya como candidato del PRI, Javier amagó con no dejar que sus
diputados y alcaldes se presentaran al evento, si no se presentaba él. Ya
Manlio Fabio había hablado de la inconveniencia de su presencia en el
evento; pero Duarte se creía un activo. Ya Héctor había señalado que iba a
dar cárcel a los responsables del quebranto financiero en Veracruz; pero
ese día dejó que el más responsable le levantara la mano como triunfador.
2.- GENTE INDESEABLE EN LA CAMPAÑA; COMO LA PERLASCA: Mientras se decidía
quien habría de ser el candidato del PRI, muchos actores políticos apoyaron
la intentona de Javier Duarte de poner a Alberto Silva; muchos se dijeron
“Silvistas”. Una vez que se designó a Héctor Yunes como candidato, esos
“Silvistas” inmediatamente se convirtieron en “Héctoristas” y Yunes Landa
los acogió, como el padre al hijo pródigo, y dejó que se tomaran fotos con
él. Mucha de la clase política despreciable de este estado se sumó a la
campaña de Héctor. Ahí estuvo Leticia Perlasca. Se lo advertimos a tiempo a
Héctor y éste dejó que la Perlasca se tomara fotos con la señora Verónica
de la Medina, engatusándola con proyectos faraónicos que habrían de
cambiarle el rostro a Veracruz.
3.- SU DIZQUE GABINETE: ¿A quién se le ocurrió que Arias Lovillo era un
activo para la campaña de Héctor Yunes? ¿Es que de verdad creían que el
exrector de la UV, quien doctorara a Fidel Herrera, iba a sumar votos al
candidato? Seguramente los electores iban a ver la foto de Arias Lovillo
con la leyenda “Yo con Héctor” y de inmediato tomarían la decisión de votar
por él. Tampoco ayudó mucho que nombrara como parte de su gabinete a Sonia
Sánchez de Chirinos, quien pérfida juraba que no andaba buscando puesto
político; menos que nombrara a Diez Francos, ese represor, quien levantó
una estatua en Orizaba del dictador Porfirio Díaz.
4.- “EL ZOPILOTE”: Un amigo que estuvo en la casa de campaña de Héctor
Yunes me vino con la noticia: “El ‘zopilote’ tiene una oficina ahí, como
asesor de medios”. ¿A quién se le ocurrió esa soberana pendejada?; Luis
Rodríguez Zavala, quien ahora anda escondido, es uno de los
pseudoperiodistas más viles y desprestigiados de Veracruz. ¿En verdad
pensaban que promocionarse en El Centinela y usarlo como instrumento de la
guerra sucia les rendiría dividendos?
5.- LA GUERRA SUCIA: La guerra sucia en contra de Miguel Ángel Yunes fue un
acto de monumental vileza. Pocos fueron los periodistas y medios que no
participaron. Era incómodo escuchar a algunos “periodistas”, conocidos de
muchos años, referirse a Miguel Ángel con el mote de “perro” en sus
conversaciones. Lo decían con tanta naturalidad que era incómodo. ¿Quién?,
les preguntaba. “Miguel Ángel”, contestaban. Y uno decía “¿y tú por qué le
dices así?, ¿te hizo algo?”. Pero no, lo decían para quedar bien con
Alberto Silva, quien siempre utilizaba ese mote para referirse a Yunes
Linares, el hoy gobernador electo. La guerra sucia, ahora se dan cuenta,
fue un error táctico. Victimizaron a quien quisieron mostrar como impío.
Tanta excrecencia hartó a los veracruzanos, quienes optaron por votar en
contra de los artífices de esa guerra.
Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com
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