Julio Azuara, el
Señor de los Perros
Por Francisco Vargas
Perales

Quién
en este puerto no vio pasar hasta hace
algunos años por las calles del centro de la ciudad a Julio Azuara “El Buki”,
como le decíamos afectuosamente en la secundaria. Hasta hace pocos años caminaba “El Buki”
llevando tras él no menos de media docena de perros que lo seguían
fielmente y algún otro can que se le agregaba; no sé por qué pero era
característico verlo pasar así, con sus perros, con sus pasos parsimoniosos, y
un costal lleno de papeles y algún otro desperdicio que recogía hurgando en los
tambos de basura colocados por la
ciudad. “El Buki” siempre
meditabundo, silencioso, pantalón raído, camisa sucia y pasado de peso,
cargaba a cuestas sus más de 60 años de vida.
Con
motivo del Día del Abuelo que se celebra en México este 28 de agosto, quise
visitar la Casa Hogar para Ancianos “La
Divina Providencia”, instalada por la calle Galeana de este puerto, llegue a la
hora que creí conveniente para no molestar a los abuelos que ahí están pasando
su senectud.
Me
dio gusto que la señorita encargada de
este Albergue de ancianos me llevara a conocer a cada uno de ellos, son trece.
Y ahí me encontré a Julio Azuara Cobos “El Buki", me dio gusto verlo,
bañado, bien vestido y reposando en un sillón.
Lo saludé, ¡hola Buki!, al escuchar nombrar su apodo de estudiante
levantó la cara lentamente y me vio, me
reconoció, ¡hola Vargas!, me dijo. Inicié
así la plática con mi antiguo compañero y amigo de juventud que me dijo que
tiene 65 años de edad.
Sí
tengo familia, me dijo Julio, “mi hermano Saúl es contador y él es el que me
trajo aquí, ya tengo como tres años en
esta estancia, recuerdo que estudie mi primaria en la escuela “Regina Núñez” y
en la Escuela “Enrique C. Rebsámen”, la secundaria la empecé en la “Manuel C.
Tello” y la terminé en una escuela nocturna”.
Picado
por mi curiosidad le pregunté si lo visitaban amigos, conocidos de su barrio o
escuela, a lo que me contestó “en una ocasión llegó por aquí, no sé si a
visitarme o vendría a ver alguna otra persona, el poeta José Luis Rivas, que me
vio y me saludó, se acordó de mí, fuimos condiscípulos en la primaria “Enrique C. Rebásamen”, también en otra ocasión me vino a saludar el
exlíder petrolero de la Barra Norte Javier Silva Arias, nos conocimos
en la “Manuel C. Tello”, igual ha venido a verme un ingeniero amigo de
mi hermano Saúl, se llama Rubén Arguelles”.
“El
Buki”, animado por mi visita inesperada, me relató que su papá fue un conocido
abarrotero llamado Julio Azuara García, ya fallecido, y su madrecita se llamó
Victoria Cobos Amador, también
fallecida, quienes por cierto, me dice,
preparaban unas tortas de cueritos en vinagre con queso, muy sabrosas. Recuerda que él vivió y creció por la calle
Lerdo con Ocampo de la zona centro de la ciudad “ahi mi padre tenía una
propiedad, ahí pasamos la inundación de 1955, era yo un niño”.
Julio
Azuara, precisamente muy joven, en su domicilio sufrió una caída que hizo que
lo operaran de la cabeza, desde entonces dejó los estudios y se dedicó a
deambular por la ciudad. Ya como a la edad de 60 años se le veía pasar
por las calles con perros que lo seguían pacientemente, mientras Julio buscaba
en los depósitos de basura, comida o algo para poder llenar la bolsa que
cargaba.
Ahora
“El Buki” está en esta casa hogar de ancianos
sentado, descansando, con la mirada fija hacia el portón de entrada como
esperando que alguien lo visite. ¿Y los perros “Buki”? – Le pregunté – “no sé,
se fueron, a lo mejor se cansaron de esperarme”. Por las calles de la ciudad ya no vemos más
al señor de los perros, ya descansa en la casa hogar de los ancianos.
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